Pese a ser un 23 de abril, Día del Libro, extraño, en reclusión, no hay nada mejor que culturizarse y leer. El estado de alarma no ha sacado lo peor, o lo mejor, de la dirigencia política española, ya era así de antes solo que ahora se les ven las costuras a esos trajes diseñados por sesudos comunicadores. En cuanto ha desaparecido el teatro de la política, se ha visto que los actores y actrices no saben actuar en muchos casos fuera del guion. O peor, siguen utilizando un guión que no encaja con la “nueva obra”. Una obra que carece de guión precisamente y que necesita de inteligencia, prudencia y saber estar. Para ser inteligente, prudente y saber estar a las duras no hay nada mejor que leer, culturizarse e intentar liberarse de prejuicios de grupo (no ideológicos porque de esos carecen la mayoría de políticos). Por ello se presentan una serie de obras, nada de novedades porque así las pueden encontrar en los distintos distribuidores, que deberían leer los políticos españoles. Saberes antiguos que pueden aportar luz y claridad a una dirigencia enfangada en peleas inanes, en broncas estúpidas o en alimentar una división ancestral entre españoles de bien que parecía ya olvidada. No se han ofrecido a los distintos políticos libros que les confirmen sus opiniones sino que pretenden romper prejuicios o ayudar a trabajar mejor.

A Pedro Sánchez se le recomiendan dos libros. El primero es un clásico del ámbito del management empresarial. Peter F. Drucker y su La gerencia en tiempos difíciles. En él el presidente del Gobierno podrá obtener ciertos consejos sobre cómo gestionar de mejor forma el trágico devenir que asola España. Nada de centrarse en lo comunicativo sino en lo práctico, en la toma de decisiones eficaces y eficientes y luego, ya si eso, acudir a la comunicación efectiva. Respecto a este último tema, debería el presidente, ya que su asesor áulico no parece haberse enterado, consultar varios tratados sobre comunicación efectiva en tiempos de crisis. Como carece de capacidad comunicacional es un error que hable y hable cuando lo recomendable es utilizar mensajes cortos, directos y concretos. En esos dos libros encontrará lo necesario para frente a la duda y el exceso comunicacional actuar con eficacia y comunicar con eficiencia.

Pablo Casado nos quiere hacer creer que es muy culto y preparado (“preparao” sólo hay uno y es Felipe de Borbón), pero le conviene leer muchísimo más. En su caso no hay nada mejor que la lectura del clásico de Raymond Aron, Ensayo sobre las libertades. Ya que para y no habla de constitucionalismo, libertad y liberalismo, en ese libro encontrará los fundamentales valores del liberalismo. No, mentir no es uno de esos valores sino algo contrario como manejarse mediante la racionalidad, luchar por las libertades (que no sólo es una) y defender la igualdad que posibilita aquéllas. Da vergüenza ajena verle hablar del liberalismo, de la libertad y ver cómo no sabe realmente de lo que está hablando. Algo que también hace su amiga del alma Isabel Díaz Ayuso, quien también debería leerse el ensayo. Además es breve, con un lenguaje que no hace difícil la lectura (lo de la comprensión ya no es culpa del emisor sino del receptor) y lo hay en edición de bolsillo. Comodidades para que puedan llevarlo consigo a donde quiera que vayan.

Pablo Iglesias, aunque ahora tendrá menos tiempo con la crianza y ser vicepresidente, debería leer un libro más o menos reciente de Dalmacio Negro, La tradición de la libertad. Al ser breve se adapta a sus necesidades de tiempo, eso sí, sin perder ni un ápice de calidad. En el breve ensayo del profesor Negro encontrará todo lo contrario a su propia construcción ideológica. El Estado Minotauro, la biopolítica postmoderna o el problema de los parlamentos como espacios de inanidad son reflejados desde una postura liberal-conservadora que puede ayudar a Iglesias a quitarse algún prejuicio personal y a desmontar a la derecha trifásica en el parlamento con sus “supuestos” propios argumentos. Y del mismo autor puede probar también con la Ley de hierro de la oligarquía para actuar con modestia en su paso por el Gobierno. También recomendable para Sánchez y demás dirigentes.

Gabriel Rufián debería leer a Elie Kedourie y su Nacionalismo para comprender mejor que el independentismo, como nacionalismo, tiene en su ser una bestia peligrosa que cuando se libera barre con personas y almas. El peligro que entraña cualquier tipo de nacionalismo, incluso ese que se enmascara de constitucionalismo, viene perfectamente reflejado en el clásico de Kedourie y es un buen antídoto para que cierta efusividades se aminoren y se permita mirar más allá y más acá (la historia reciente de los nacionalismos).

A Santiago Abascal, que suele leer algo más que los discursos de Blas Piñar que luego copia en sus mítines, cabría recomendarle un libro del sociólogo Göran Theborn, Los campos de exterminio de la desigualdad. Complicado no le va a resultar pues conoce el lenguaje sociológico, pero igual le hace pensar que sus políticas económicas (las otras no son más que postureo) pueden llevar a la exterminación de grandes grupos poblacionales. Y no de más allá de las fronteras patrias, sino en el propi seno de España. Y como dice ser un buen español y querer lo mejor para sus compatriotas, un libro que le permita quitarse prejuicios ideológicos.

Y para todos aquellos políticos y todólogos que no paran de hablar del peligro socialcomunista, lean El marxismo occidental de Domenico Losurdo o ¿Del marxismo al posmarxismo?, de Theborn. Más que nada para que hablen con propiedad y no insulten a socialistas y comunistas. Se preguntarán porque no se han incluido mujeres a las que recomendar libros. Muy sencillo, ellas leen por sí solas. Se informan bastante más que ellos.

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