España es un concepto más que una nación, somos el reducto imperial que fuimos, traducido a una esencia, modelo de gestión cultural que implementa los recursos suficientes como para ser los garantes del medievo en un país circunstancialmente democrático, más por razones del guion geoestratégico que por convencimiento de quien diseñó nuestra convivencia, y  por tanto, mantiene el orgullo de ser los vigilantes templarios de la tierra de María Inmaculada y  la del cogollo espiritualizado para los más bohemios paseantes.

El día que Felipe González juró la Constitución colombiana en solemne acto protocolario para adquirir la nacionalidad de ese país, los medios españoles pasaron por alto los motivos de que nuestro ex presidente tuviera doble nacionalidad, y algo que pocos saben, pasaporte diplomático del país Latinoamericano, o lo que es lo mismo, inmunidad total en lo personal y de equipajes llamado valija diplomática, por lo que está exento de revisiones aduaneras en todo el planeta, todo un lujo comparable con ser todo su cuerpo un paraíso fiscal que flota sonriendo sobre el bien y el mal, pura viagra para egos ilustrados de virreyes en las colonias, y el motivo de la tranquilidad mostrada por el fiscal Moix cuando le descubren que tiene una cuenta en Panamá, la serenidad mostrada por el fiscal general del estado cuando se le descubre todo su entramado de intereses y el motivo de la impronta generalizada de soberbia de los Bárcenas de turno que saben a ciencia cierta que en este país el sufrimiento está diseñado para los desgraciados que no les cubre el paraguas de la transición, que el sevillano ilustre pactó con los herederos naturales de la dictadura, por el bien del pueblo llano, con la inestimable aportación del Partido comunista de Santiago Carrillo.

¡¡¡Como para fiarse del Pedro Sánchez o de la Macarena!!! ¡¡¡Ayy Macarena!!!

Aunque yo no venía a hablar hoy de política, hoy quería ensalzar las virtudes de la Cal de Morón, nombrada patrimonio inmaterial de la humanidad por la UNESCO, y lo que son las cosas, la emoción me llevó de forma fortuita a agotar mi espacio calero. Para hablar de Felipe González, la mente por razones X jamás me deja de sorprender y algunas veces asustar, pero como hay más días que ollas, ya dedicaré un monográfico a la ruta de los pueblos blancos.

Por cierto, si tenéis un par de horas para ver una película mexicana disponible en YouTube, os aconsejo La dictadura perfecta.

Gracias por vuestra atención.

 

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