Aceptada la representación popular mediante partidos políticos como mecanismo democrático frente a otro tipo de representaciones aristocráticas, censitarias, orgánicas o, simplemente, aleatorias, cabe esperar que aquellos elijan entre los suyos a personas con un mínimo nivel de juicio, raciocinio y/o sentido común. No son necesarios los títulos universitarios, ni la posición social. Nada de eso importa en la representación. También sería recomendable que los lobbies no ejerciesen su acción de colocación de sus peones dentro de los partidos, al menos como instituciones en sí. Con ser una persona sencilla, cabal y honrada valdría como representante público. En el caso de la izquierda si tuviese conciencia de clase sería rizar el rizo. Lo que no es ni medio normal es que verdaderos incapaces, estólidos, nescientes o seres que bastante tienen con vestirse por sí solos cada mañana ejerzan un cargo público de máxima responsabilidad. Una cosa es ser un viborilla, tipo Rafael Hernando, y otra bien distinta es pensar de manera soberbia que el resto de los mortales son tan estúpidos que no se darán cuenta de la incapacidad y la inversión de la realidad que se realiza. Ni Donald Trump ha llegado a ese nivel de negación e inversión de la realidad.

Pablo Casado, si es que lee algún diario, ha debido copiar la idea de Juan Manuel de Prada cuando escribe en ABC, aunque es posible que no le guste este autor al ser un tradicionalista contrario al liberalismo y el capitalismo, de las masas cretinizadas. Lo que en el caso del autor vizcaíno es una crítica contra la sociedad espectáculo y la pérdida de valores que genera el capitalismo, en el caso del presidente del PP es la simple creencia de que las masas españolas son cretinas, incapaces de pensar por sí solas y, por ello, adaptadas a tragar con cualquier ocurrencia por inverosímil o contraria a la realidad que sea. Y no es una cuestión espiritual de creencia en un dios, es algo más banal como que piensa que la mayoría de españoles son tontos y él se sitúa por encima. Soberbia producto de saber, ¿o es inconsciente?, que le han regalado los títulos y frente a los demás políticos y políticas es un simple tragasables y pelota de partido. Al menos así lo ha demostrado este fin de semana con varios mensajes en sus redes sociales que han provocado cierto escándalo y le han marcado como el mayor estólido que ha dado la política española en los últimos años. Y cuidado que hay candidatos.

El primer mensaje que verán en estos párrafos lo difundió el sábado y muestra cómo la necedad política del personaje llega a niveles nunca antes vistos. Si leen el mensaje que está encima de este párrafo advertirán que Casado realmente piensa que los españoles son una banda de cretinos: “La producción industrial ha caído en abril un 34% en interanual, el mayor desplome de la serie histórica. La automovilística cayó un 92%, lo nunca visto. Y la textil el 77%. Otra vez la mala gestión de la izquierda lleva a España a más paro, crisis y recesión”. Si dividen en dos el mensaje comprobarán su nivel de estolidez. Comienza indicando unas cifras que son reales aunque las presenta completamente descontextualizadas. Esto es, presenta unas malas cifras sin indicar en qué contexto se han producido para así poder engañar a esas masas cretinizadas, como él piensa que son. Si ustedes leen que la producción industrial ha caído un 34% se asustarían sin lugar a dudas y se preguntarían el por qué. En este caso el presidente del PP, al que se le está poniendo cara de cesante cada vez más, obvia que el país ha estado parado todo ese mes debido a la pandemia del coronavirus y echa la culpa de la bajada a la “mala gestión de la izquierda” que es la única causante del paro y la crisis. Volver a un mantra pepero de que cuando gobierna la izquierda siempre hay crisis, aunque evitan hablar de la influencia global por la imbricación económica de España. Volver al mantra negando la propia realidad si hace falta. En otros casos, como el citado influjo internacional, podría colar pues las personas no suelen tener esa perspectiva internacional, pero en esta ocasión, cuando la mayoría de los españoles han estado encerrados en su casa parece que es llegar al límite del ridículo. La necedad del presidente del PP no es sólo negar la realidad sino que piensa que los demás no deben recordar el confinamiento ahora que abarrotan las terrazas.

Esto no lo verán publicado en ABC, El Mundo o El español, mucho menos en los demás medios de la Brunete mediática, ni lo escucharán en la radio episcopal o las que van de progres y mucho menos lo verán en las televisiones al servicio del capital. Pero la realidad es que el pensamiento de Casado y de toda la cúpula del PP es que los españoles y españolas son estúpidos y se tragan todo, como que la crisis económica es producto de la acción de gobierno sin que haya intervenido el coronavirus. Debe ser que como no ha parado de viajar y visitar empresas (de amigos que dejan muy baratos los apartamentos a la íntima amiga IDA, por ejemplo) para él no ha existido el confinamiento. Igual se ha preguntado cómo era posible que estuviesen las calles y las carreteras tan vacías. Mejor no pensar en la respuesta porque podrían aparecer hasta extraterrestres ahora que la NASA ha admitido avistamientos de ovnis. Lo preocupante y que le inhabilita como político en activo es pensar que negando la existencia del coronavirus (¿será también terraplanista?) en sus mensaje éstos penetrarán en la mente de las masas y se creerán que todo lo ocurrido es producto de la conjura (judeo-masónica y marxista, por supuesto) de la coalición de gobierno para acabar con la economía española. Una conjura que llega a todos los países europeos debe ser, lo que haría de Pedro Sánchez una especie de semidios capaz de traspasar las fronteras con su acción política. No, evidentemente no es así sino que Casado piensa que los españoles son idiotas y se tragan cualquier cosa. Ni todos los votantes de derechas llegan a tragarse una cuestión así. Alguno habrá no lo duden, pero en la izquierda también hay algunas personas que se creen bastante tonterías. No es una cuestión ideológica en sí, sino de ceguera en general.

Lo curioso de todo es que si ayer no hubiese publicado el mensaje que publicó su mensaje sobre la culpa del gobierno por la crisis económica habría tenido algún viso, uno máximo, de ser plausible. A la nesciencia suma una ferviente necrofilia y por ello, mintiendo, saca un mensaje señalando al gobierno por no dar las cifras verdaderas de muertos. No miente en que el gobierno da unas cifras (quitando los posibles coronavirus y admitiendo sólo a los que hicieron PCR) lejanas a lo que ha podido ser la realidad, eso lo sabe cualquiera, excepción hecha de los palmeros y los cegados, pero sí miente en que el periódico New York Times acuse al gobierno español de ocultar las cifras de muertos. Si entran en el artículo (si se manejan con la lengua de Shakespeare) verán que en ningún sitio dice eso, sino que afirman que hay una gran diferencia entre los muertos de este año y los de años anteriores, sin hablar del gobierno de España en sí en momento alguno. En el gráfico indican que ha habido 17.200 muertos en exceso que no se han contado como COVID-19, pero en el medio no indican que el virus sea la causa sino que han muerto más personas este año que el otro. Ni dice que sea directamente una ocultación, ni dice que sea por otros motivos. Simplemente ofrece datos. Casado miente a sabiendas pensando que nadie en España debe saber inglés y no van a entrar en el artículo a verificar si es cierto lo que dice. Pues se ha hecho y se le puede señalar como un farsante de medio pelo que ejerce la política degradándola. Ni el NY Times “se suma a los medios internacionales que demuestran que Sánchez oculta más muertes por Covid que ningún otro país del mundo”, ni él está capacitado para ejercer ni un minuto más como representante de los madrileños que le votaron. Lo cuales son bastante más cabales que él mismo. Paradójicamente, como se decía, si se ocultan datos es porque ha habido una pandemia que ha obligado al confinamiento por su letalidad y, por ende, la producción ha parado. Con dos mensajes queda reflejado que toma por estúpidos a los españoles.

Casado no es que esté en la extrema derecha como hizo la gracia Sánchez en el parlamento, sino que es un ser estólido. Como fracasó en sus primeras elecciones se dejó barba para parecer más centrado o ser el sosias de Mariano Rajoy. Alguien que hace eso y vuelve a darse un batacazo electoral no sólo debería afeitarse sino dimitir e irse a su casa. Pero el chico insiste en el empeño pero lo hace de forma que aparecen los españoles como incapaces. Que la universidad no pasó por él (se duda que él pasase por le universidad) está claro, pero sin necesidad de estudios la mayoría de los españoles han sufrido el confinamiento estoicamente (¿sabrá Casado qué era la estoa ateniense?) y saben perfectamente lo mal que lo han pasado. Saben también que, con tardanza en muchos casos, el gobierno se ha preocupado de dotar de algún tipo de ingreso a las gentes de la producción industrial y los autónomos para que llegasen a fin de mes cuando menos. Y todo por culpa de una pandemia y no unas políticas de la izquierda que hayan provocado crisis alguna. Eso lo saben y por eso, desde la derecha a la izquierda, se sorprenden con los mensajes que escribe Casado. Ni un niño de tres años escribiría algo tan mendaz. No hay que ser muy listo para saber que la realidad es otra y que mientras España se desangraba coronavíricamente Casado proponía el despido gratuito para solventar la crisis económica. Así que la política del pepero hubiese traído más paro aún y la desgracia y el hambre para la gran mayoría de españoles. No sólo es un sociópata sino que desde su estolidez trufada de soberbia piensa que los españoles son idiotas. No puede estar ni un minuto más en el Congreso. Es la presentación del mal que puede generar una persona como él.

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