Los tres relatores de Florentino Pérez. Foto. Albert Castillón

Casualidad. Puede ser simplemente pura casualidad. Pero los relatores, esto es, los que han presentado un relato en el acto de las derechas españolas, de una u otra forma están bajo la órbita mediática de Florentino Pérez. Igual hubiese sido mejor que Bieito Rubido (directo de ABC), Francisco Mahuerda (director de La Razón) o Francisco Rosell (director de El Mundo), a los que sumar a las televisivas Susanna Griso o Ana Rosa Quintana, hubiesen leído el relato. Pero han preferido elegir a tertulianos más de derechas que el prior del Valle de los Caídos. Albert Castillón, de la órbita de Ciudadanos, se sale un poco (pero poco) de este patrón, pero Carlos Cuesta o María Claver son la voz de su amo y claramente situados en la derecha extrema. Justo lo que querían los convocantes. Españoles muy españoles.

Pablo Casado y Albert Rivera querían unos relatores que se asemejasen a sus propios perfiles en un signo más de egolatría o megalomanía. Sí, esa misma de la que acusan al presidente del Gobierno. Por eso Ciudadanos se decantó por Castillón y el PP por los otros dos. Y para rematar la faena todos bajo el paraguas mediático de Florentino Pérez, el gran muñidor de la derecha junto a Ana Botín. Se sabe de sobra que OkDiario, donde trabajan Cuesta y Claver, es la voz del amo Pérez. El sostenedor del panfleto amarillista de la derecha española es el mismo que ostenta la presidencia de ACS. Conocido es también que en ese medio hablar mal de Rivera y, ahora, de Casado es tema tabú. Sólo se puede escribir contra todo lo que huela a izquierda o alternativa no controlada por quien se cree el jefe de España.

La emisora Radio 4G, donde Castillón, tiene un programa (El Barómetro) es también parte de la órbita mediática de Pérez y fuertemente vinculado a OkDiario. Una radio, como sucede con el tabloide de Eduardo Inda, dedicada a casquerías varias y fuertemente virada hacia la derecha, aunque lo intenten disimular. No llega al extremismo de EsRadio de Federico Jiménez Losantos, de la que es accionista el PP, pero las lanzan de vez en cuando. Aunque el presentador sea de modos más moderados que los otros dos relatores del evento, que se quería magno y ha sido mínimo, no deja de cojear con la pierna derecha. Una pierna naranja, por cierto.

Al final todos los caminos llevan a la sede de ACS, la casa de Florentino Pérez, cuando hablamos de la derecha y el poder del establishment español. Las casualidades no siempre lo son aunque intenten aparentarlo. La bolsa española está de capa caída y hay temor a una nueva crisis financiera en el centro económico del país. Y justo en ese momento, uno de los jefes fuertes del Ibex-35 coloca a sus “empleados” como relatores de un relato lleno de mentiras. Porque esa es otra. Tal y como ha demostrado con agudeza El País la mitad del manifiesto no deja de ser una gran mentira. Ni se han aceptado las 21 condiciones, ni se ha concedido nada a los secesionistas, ni nada de lo dicho es cierto. Salvo una cosa que sí es verdad, aunque no la hayan dicho, la derecha española tiene la peor generación de políticos de la Historia. Casado está intentando tapar con la bandera todos los nuevos casos de corrupción y espionaje del PP. Y Rivera se muestra incapaz de subir en las encuestas. Ambos necesitan la bandera para sus propósitos personales, no en beneficio de España.

Casualidad que cuando los que viven de los financieros y no lo productivo apoyen con fuerza una manifestación del nacionalismo rancio. ¿Qué España se ha defendido en la manifestación? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Nadie ha explicado qué España defienden. Sería bueno que Casado y Rivera supieran decir a la ciudadanía cómo es esa nación que dicen defender. Siendo un constructo, una comunidad imaginada, sería bueno que, juntando dos neuronas, construyesen una España en la que cupiese todo el mundo, incluso los nacionalistas, sin caer en la demagogia de nación-igual-a-constitución. Lo que ayer se vio y se pudo escuchar en el relato de los relatores de la derecha más bien es una España de parte, de una parte muy pequeña, de una parte muy elitista, de una parte que no incluye a todos los españoles. Por llevar más banderas no se es más español (algunos de los asistentes deben millones de euros a la seguridad social española ¡Tan patriotas!). Por escuchar el himno, que no es de España sino de la casa monárquica al frente del Estado, no se es más español. Porque si ser español es lo que nos intentan vender las derechas tienen un problema, están excluyendo a dos tercios de la población.

No sabemos cuán de españoles son, pero lo que queda manifiesto es que sí sabemos a quién obedecen. Y no es a esa impostada soberanía nacional del pueblo, que decía Castillón mezclando conceptos que seguramente no comprenda. La soberanía popular, esto es, la soberanía que reside en todas las personas que son parte del Estado español, es la garante del futuro y de lo que suceda en España sí. No el señor Florentino Pérez, o la señora Ana Botín, ni tantos señores (casi todos son señores) del Ibex-35 a quienes los dirigentes de la derecha rinden cada día la soberanía popular, incluso la soberanía nacional cuando se rinden ante los fondos de inversión de EEUU o Alemania. Por eso la casualidad de que los tres relatores elegidos sean del entorno del presidente de ACS. No hay tanta casualidad porque las ramas del poder acaban por juntarse en algunos momentos y el pueblo los ve. Tanto tiempo moviendo los hilos del poder para que una manifestación supuestamente patriótica haga ver quién es el que manda de verdad. Hasta para esto son inútiles Casado y Rivera.

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