Madrid es de derechas desde hace años. En el momento en que lo asuman podrán hacer una campaña electoral. Sólo desde esa asunción podrá haber alternativa al PP. ¿Esto qué supone? Que cualquier vía política que se vaya por el cerro de los Ángeles, es decir, que acuda al extremismo, está condenada al fracaso. Ni el PP se ha podido permitir una campaña electoral asalvajada en el pasado, pese a contar con candidatas y candidatos nada moderados. Sólo si desde la izquierda se lanzan a extremismos, que no quiere decir no ser contundente (con la corrupción o la privatización), se le abre al PP (y a Vox por defecto) la vía de la radicalidad que, en muchos casos, tienen que atemperar.

Ahora vendrán sociólogos y politólogos empiristas a decir que no, que si se suman no sé qué votos con no sé qué ideas se demuestra que Madrid no es de derechas. Nada como un empirista para no entender nada pareciendo que se entiende todo. Incluso buena parte de la clase trabajadora de Madrid es de lo más conservador (con todos los matices que quieran) porque están protegiendo lo poco que tienen de más respecto a otros lugares. Al menos así se lo han inculcado desde hace años mediante una ideología dominante castiza. Si así es la clase trabajadora (que vota mayoritariamente a PSOE) la pequeña burguesía y las clases medias imaginen en qué posiciones se sitúan. La división en el voto entre tres partidos produjo que el PSOE venciese en las últimas elecciones. En el momento en que esa división desparece de facto la derecha tiene todas las papeletas para vencer. Y a los listos sólo se les ocurre ahondar más en la división de la izquierda para salvar sus posaderas.

A Isabel Díaz Ayuso le ha venido a ver la Fortuna cuando Pablo Iglesias dejó (o se espera que la deje en algún momento) la vicepresidencia para luchar contra ella, obviando todos los hándicaps que tiene –los votantes socialistas no le van a apoyar por años de desprecio e insultos, entre otros. La actual presidenta no podía confrontar de manera radical y acudiendo a sus eslóganes estrambóticos contra alguien como Ángel Gabilondo (ya saben soso, serio y formal). No le puede pelear la libertad porque Gabilondo sí sabe lo que significa y en un cara a cara la puede desmontar o deconstruir, como prefieran. Le puede resignificar ese problema con el colectivismo que tiene (que tampoco sabe lo que significa). Con la candidata de Más Madrid, al ser médica en ejercicio, tampoco tiene fácil sostener algún que otro tipo de discurso. Por mucho que quiera vender Ayuso, al final el personal sanitario tiene cierta auctoritas respecto a la cuidadora del Pecas digital. Sin embargo, en el barro puede pelear libremente y sin ningún temor a ensuciarse.

Con la irrupción del vicepresidente segundo todo el argumentario distópico, rancio e irracional de Ayuso cobra valor para sus huestes, a la par que puede servir de incentivo a otras huestes para la abstención. Lo primero es que llegando como si en Madrid se dirimiese una guerra, al final se consigue la concentración del voto (Ciudadanos con Edmundo Bal desaparecerá con toda probabilidad) en la derecha. Quienes pudiesen votar a alguien más serio por hastío, como Gabilondo, se lo pensarán porque lo que seguro no quieren es lo que se está viendo en el Gobierno estatal, ni en la ya precampaña. Piensen que si los bohemios burgueses pueden decantarse por algún radicalismo, sólo lo harán en tanto en cuanto no les cueste su estatus social. En ese momento pasarán a votar lo que les demanda su conciencia de clase (derechas).

Madrid sociológicamente es muy “liberal” o muy “socioliberal”. Quieren vivir con lo mejor de ambas posiciones. Unos servicios públicos gratuitos aunque estén privatizados (por eso el apoyo a la concertada es tan amplio), unas buenas redes de comunicación (¿por qué jamás a nadie del PP se le ocurrió hacer de peaje la M-50 o algunas carreteras de la sierra noroeste sino que se recurre al peaje encubierto?), una economía solvente (algo que por la capitalidad tienen casi garantizado) y que no les molesten con tonterías. Cierto que existe un evidente desclasamiento de parte de la clase media, que las clase populares se sienten cada vez más huérfanas, pero con una prensa tan madrileña cumpliendo su función ideológica no basta con pegar cuatro alaridos y dos voces. Los que hoy se preocupan por Madrid y escriben columnas de alerta, que serán bien pagadas a futuro, mañana volverán a callar sobre lo que pueda pasar en la región, salvo que se necesite ayuda y apoyo por parte de la derecha. Madrid es de derechas porque así la han venido modelando desde hace décadas, por ello la victoria no sólo debe contar con la división de la derecha política sino con la moderación de la izquierda, cualquier otra cosa es echar leña al fuego. O quintacolumnismo.

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