Se nota que estamos en la precampaña electoral. Desde el PSOE defendiendo un presupuesto para 2019 que ya saben que no saldrá aprobado, salvo que aceptase todas las enmiendas de IU y Podemos (ni PP, ni Cs le darán ese apoyo). Por ello, tanto la presidenta de la Junta, Susana Díaz, como Mario Jiménez se han dedicado a atacar a la oposición con futuribles sobre esos presupuestos que no se implantarán hasta después de las elecciones regionales. Precampaña electoral que la propia presidenta está llevando a cabo tanto en las redes del partido (donde la marca PSOE está empequeñecida), como en su actividad diaria en la Junta.

Ataques a Juan Marín para marcarle en territorio, que se avenga a lo pactado y que tenga valentía de enfrentarse a Albert Rivera por el bien de los andaluces. Así, y aprovechando que hacen un favor a Pedro Sánchez por los ataques recibidos, Jiménez ha querido hacer broma con Rivera al recordarle que no sabe ni qué significa el 28 de febrero para Andalucía. En su tono pastoral y eclesiástico, el portavoz socialista ha sido hasta generoso al pensar que sabría el santoral del día por haber estudiado toda su vida en centros católicos. Con Juan Manuel Moreno Bonilla la cosa ha sido sencilla porque lleva casi cuatro años de vacaciones y por mucho que diga ahora pues ya va con retraso.

La coyunda la ha tenido con la izquierda andaluza. Tanto con Teresa Rodríguez como con Antonio Maíllo. Y aunque la mala uva y la acidez suele sacarla con la dirigente morada, en esta ocasión el comunista ha estado brillante y disparando a los puntos flacos de Díaz. Decimos esto por la respuesta sin fuerza de la presidenta. Como siempre se ha acogido Díaz a la demagogia y a lo que hacen otras IUs y Podemos fuera de la región. La culpa de todo lo malo que pasará en Andalucía será su culpa por no haber aprobado el techo de gasto en el Congreso de los Diputados. Y será su culpa porque no se verán en los presupuestos. Sí, esos mismos que no van a salir aprobados y que por lo tanto como si suben el techo de gasto hasta un 900%.

Como sea que Juan Cornejo el otro día se lanzó a pedir a la militancia y votantes de IU Andalucía que votasen a Susana Díaz y se fuesen al PSOE, Maíllo le ha mostrado la realidad a la presidenta. No esa ficción que vende desde hace años (como se pudo comprobar en la enorme derrota en las primarias de los socialdemócratas). Así le ha recordado que lleva de “campaña electoral sin pudor alguno que, por cierto, es algo normal en usted”. Mas no se ha quedado sólo en eso y ha querido recordarle que no les ha llamado para negociar el presupuesto de 2019, que sería lo mínimo antes de señalarles con el dedo. Y no sólo no les ha llamado para negociar sino que se ha atrevido a pedir a los votantes de IU de Andalucía que se pasasen al PSOE. “Que hay que tener el morro duro, pero duro. Es verdad que no me sorprende, usted tiene una capacidad sin límite de sorpresa, también sin límite de hacer el ridículo” le ha espetado Maíllo.

Si no fuera poco que la izquierda andaluza apoye presupuestos algunos sin llamarles para negociar, le ha explicado, para que no se olvide, que no sólo tiene morro sino que no puede pedir árnica a la izquierda ahora tras haber gobernado durante tres años con la extrema derecha de Ciudadanos (“aunque su aparato de propaganda quiera que lo olvidemos” ha recalcado). Le ha pedido, toda vez que se ha venido arriba como ha reconocido él mismo, que explique cómo se puede gobernar con un partido que tiene una pelea por quitar impuestos a los más ricos con el PP. Sólo quiere introducir ruido en el sistema porque “se ha quedado sin pescado que vender” y por tanto recurre a la demagogia y la frivolidad de jugar con las personas que más sufren, con la clase trabajadora, con los débiles que viven consternados en una “Andalucía que no existe, que se la inventan ustedes y sus asesores”.

Por ello ha querido recordar a quien perdió las primarias del PSOE, dejando dos años abandonada Andalucía por sus peleas, que ha sido la culpable de “liquidar las palabras socialista, obrero y Andalucía de su partido”. Con ello quería visualizar Maíllo el constante abandono de la clase trabajadora por parte de la Junta de Andalucía. Quería visualizar la carencia total de ideología, cuando menos socialdemócrata de la presidenta de la Junta. Quería visualizar que por mucho “muy mucho andaluza” que se califique, al final su mirada está más arriba de Despeñaperros (donde se ha comprobado que no la quieren), que su andalucismo es de usar y tirar justo después del 28 de febrero. Maíllo ha querido explicar, con pocas palabras pero muy visuales, que el andalucismo es el de todos los días.

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