“Los hidratados” esa es la verdadera preocupación del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. Ni la invasión marroquí, ni los menas, ni la delincuencia, ni nada por el estilo. Los hidratados. Una obsesión que perturba el sueño del ministro, que le impide correr en la novísima cinta de correr de miles de euros que le compraron con fondos públicos, que no le deja ingerir ni una hamburguesa de su local preferido del barrio de Malasaña. Máxima preocupación ministerial que ha llevado a llamar a la subdelegación de gobierno en la provincia de Valladolid, al jefe de la comandancia de la Guardia Civil y al comisario de policía de la localidad. Todo alerta para impedir la invasión de los hidratados.

Valladolid, conocida hasta hace poco por sus maravillosas obras escultóricas y arquitectónicas, por ser la ciudad donde la hija del alcalde da la nota de mejor forma que su padre, se ve ahora perturbada ante la posibilidad de que los hidratados invadan la ciudad. Unos seres a los que habrá que impedirles llegar hasta el lugar de deseo como es el estadio José Zorrilla. Un lugar extraño pues no aparecía en los pergaminos sobre lugares de culto o de peregrinación y que estos seres hidratados quieren tomar el sábado poco antes de las seis de la tarde. El viernes mismo, subdelegación, fuerzas represivas del Estado, alcaldía y demás poderes locales se reúnen para impedir la invasión. Hay un sector, el hostelero, sin embargo, que ve bien esta invasión pues al ser seres hidratados necesitan bebidas de todo tipo para vivir. Y ahí hay negocio claro.

¿Quiénes son los hidratados que tanto preocupan al poder político? Se les conoce por necesitar refrescar el gaznate, algo que la religión oficial parece considerar ilegal –así lo ha hecho saber Gargamel en un famoso programa televisivo-; van vestidos con prendas rojiblancas –que como todo el mundo sabe es solamente un color-; acuden vitoreando a seres míticos (el Cholo Simeone) vilipendiados por niños rata, prensa del régimen y demás pagafantas habituales; reparten biberones y ofrecen mover palanquitas; y siempre acuden en manada con desfibriladores guardados en mochilas… No se sabe mucho más de estos seres hidratados, pero parece ser que en el ministerio del Interior los tienen como peligrosos. De hecho sus concentraciones han pedido ser declaradas ilegales hasta por aquellos que ven bien las concentraciones en un edificio pagado con dinero negro de la calle Génova –esta historia también daría para una narración sobre seres extraños-.

También se conoce que poseen poderes especiales capaces de provocar manos inconstitucionales; que el mayor atracador de la historia se sienta perseguido por manos maléficas; que el alcalde de la villa y corte sea más conocido por su capacidad de mufa que de su gestión; que se hayan puesto de acuerdo a madridistas y blaugranas en su odio hacia los hidratados; que hayan sido creadas zonas dogso, nuevas reglas en el fútbol –que sólo se aplican en un caso y nunca más-; y más prodigios inalcanzables hasta para los tocados con el espíritu santo. Estos seres invadirán Valladolid para cantar fuera de un estadio de fútbol, cumpliendo así un rito ancestral transmitido de generación por generación de forma hablada. Algo que parece ser peligroso. Desde luego eso piensan en el gobierno y en los medios de comunicación.

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