Si se hiciesen test de capacidades seguramente el 70% de la clase política no los superaría. Entre los que ya llegan un poco tocados y con manías, dígase que los raros de toda la vida, y los emotivistas no habría dónde seleccionar. Como los raros suelen ser inofensivos en su mayoría y está extendido el poseer manías, lo que importa de verdad es la cantidad de emotivistas que existen en la política española y que están infectando hasta los tuétanos la misma.

¿Qué son los emotivistas? Tomando esta calificación de la filosofía moral y adaptándola, se podría decir que son aquellas personas que entienden que cualquier perspectiva que deriva de sentimientos o emociones es válida y buena, sin necesidad de verificar si la proposición es útil y afecta o no afecta a las personas en su uso. Uno de sus hijos es el buenismo pero se extiende más allá hasta insertarse en el corazón de eso que se cataloga como pensamiento postmoderno. Lo queer, por ejemplo, es emotivista, basta con tener emociones y sentimientos para que se considere válida cualquier proposición. Bueno, cualquiera no. Las proposiciones racionales son catalogadas como reaccionarias o neoconservadoras o colonialistas.

Mónica Oltra es el prototipo de política emotivista. Allí donde hay algo que se enlace con sentimientos y emotividades, allí que está ella para defenderlo. ¿Los vientres de alquiler? Una mera donación inter vivos. ¿Abolir la prostitución? No, porque es mejor que fregar escaleras. Curiosamente lo que desde una perspectiva moral feminista serían claros ejemplos de explotación y de carencia de humanismo, para Oltra es algo válido moralmente porque hay personas que sienten que es bueno.  Y curiosamente todas estas propuestas perjudican al agente mujer y benefician al agente hombre. ¿Qué ocurre cuando un agente hombre decide pasar a agente mujer porque así lo siente sin más? Que Oltra defiende al agente hombre-mujer frente a las mujeres. Lo hace, además, mezclando churras con merinas y llevando lo irracional hasta el punto de no retorno.

En un artículo que ayer publicó en Ctxt ha pedido que las competiciones deportivas sean mixtas siempre y cuando se hagan categorías que dependan de las características físicas. No lo hace como un mecanismo de igualdad entre hombres y mujeres, no. De hecho los seres racionales entienden que existen ciertas diferencias insalvables y no se preocupan por ello sino que reclaman mayor espacio para el deporte femenino. Lo hace para evitar que los transexuales sean vetados en el deporte femenino (¿no se ha dado cuenta la señora Oltra que en el deporte masculino no existe ese problema?) por intentar competir en desigualdad física. Cuando se les hace ver lo irracional e inmoral de sus propuestas, deciden destruir todo para no dar su brazo a torcer.

El artículo es curioso porque pretende hacer pasar por racional algo que se cae en cuanto se traslada del papel –no han asumido que el texto no lo es todo- a la realidad. Por eso acaban inventando la rueda una y otra vez, aunque con más brilli-brilli y postmodernismo. Dice no querer poner ejemplos de mujeres transexuales y se va a un caso excepcional y que significa un porcentaje del 0,001%. No pone casos de mujeres trans porque el 100% de los casos perjudican su postura, pero el de Caster Semenya (poseedora de niveles muy altos de testosterona) quiere hacerlo universal. Por si no fuese suficiente pide que a los hombres que sufran gigantismo se les impida jugar al baloncesto, o cuando menos se pregunta por qué no los han vetado. Si tuviese una mínima cultura baloncestística sabría que ha habido jugadores así en el deporte, pocos porque su movilidad y coordinación no les ayudaba. Ya que no todo es la altura.

Como sigue sin estar convencida de sus argumentos comienza la mezcla de churras con merinas. Nada mejor que comparar el boxeo masculino y sus diferentes categorías con la natación sincronizada para preguntar ¿por qué no hay categorías en la natación sincronizada? La respuesta porque es un deporte feminizado. ¿En el resto de la natación hay categorías? No. Entonces, siguiendo la lógica de Oltra, ¿es la natación un deporte feminizado? A saber, lo que hay que defender es la diversidad de los cuerpos físicamente determinados. Si no se hace eso, lo que queda es patriarcado. “Me refiero a regular determinadas condiciones de altura, peso y condiciones físicas en las disciplinas individuales, y en las colectivas o de equipo a equipos mixtos y paritarios, igualmente teniendo en cuenta parámetros de condiciones físicas. ¿No sería más transformador y rompedor del statu quo?” afirma la política valenciana.

Cualquier persona de buen corazón hasta pensaría que es lógico e igualitario, salvo que no hay correspondencia con la realidad, es todo una disquisición mental sin ningún fundamento –como todo lo queer y postmoderno-. En el tenis, por ejemplo, ¿cómo se establecen las categorías mixtas? ¿Hombres de 1,60 contra mujeres de 1,80 para que la velocidad y fuerza de uno este contrarrestado por los brazos más largos de una? Y en el boxeo ¿qué categorías establecer? En el fútbol, por ejemplo, Messi hubiese tenido que jugar en una categoría distinta a la que viene jugando para equiparar lo físico, por lo que jamás podría ser catalogado como el mejor del mundo por sus capacidades técnicas. Eso sí, según Oltra los hombres tienen que hacer gimnasia rítmica y natación sincronizada. ¡Ay! Que los asesores que le escriben los artículos no se han enterado que existe la natación sincronizada mixta y España ha ganado hasta medallas. Todo vale para esta tropa postmoderna, incluso pisotear los derechos de los demás porque es la emoción la que conforma lo bueno frente a la realidad que no se quiere admitir. Curiosamente, con todas estos políticos, quienes salen perjudicadas son las mujeres. Y cuando éstas se enfrentan a estas aberraciones morales dicen que es parte de la “ofensiva neocon”. ¿Sabe Mónica Oltra qué es lo neocon? Dúdenlo.

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