Después de ver y escuchar el debate de los candidatos del PSOE-A a la presidencia de la Junta de Andalucía, cualquier ciudadano debe tener enormes dudas. Sin importar a quién acaben votando mayoritariamente, la realidad es que han aportado poco a cambiar el sentido del voto de los andaluces. Insulso, cada cual sin salirse del guión y del perfil que quieren proyectar y, lo que acaba importando, con muchas contradicciones en el discurso que han ofrecido. Si piensan que Andalucía se cambia con “interné” y con medio ambiente, parece que no han comprendido por dónde caminan las aspiraciones del pueblo, especialmente los jóvenes –los cuáles conocen de primera mano el engaño de lo digital en precariedad, trastornos psicológicos y demás derivados del capitalismo en su nueva transformación-. Siendo la región más grande de España parece poca chicha para tan grande bocadillo.

El perfil que se han creado

Susana Díaz, por empezar por la secretaria general, se ha presentado como si hubiese hecho un curso new age en el cual todo lo anterior ha sido olvidado –en relación a su tiempo de gobierno- y emerge una nueva mujer dispuesta a hacer lo que no hizo antes. Por un proceso mágico, y agarrada a la bandera de la libertad, ahora piensa hacer casi lo contrario de lo que hizo y apoyó. Una nueva Susana, ya no sultana, entregada al pueblo andaluz en su lucha contra el imperio del mal –sea cual sea éste-, pero sin olvidar la experiencia de conocer los intríngulis de San Telmo.

Juan Espadas, además de intentar quitarse el velo de ser el candidato de Ferraz, ha dejado claro que todo pasa los ayuntamientos. Los que más saben de todo son los concejales y alcaldes. Todo pasa por el municipalismo porque, ¡oh sorpresa!, él es alcalde. Curiosamente ni el 1% de los sevillanos podrían señalar el nombre de más de dos concejales, incluido el máximo munícipe. Su perfil se completa con medio ambiente y proceso digital.

Luis Ángel Hierro se ha presentado como el outsider, que lo es, apoyado por las bases del partido –es un poco exagerado porque a los demás también les apoyarán algunas bases-. Ha insistido en ser un defensor de la socialdemocracia –algo en lo que no han entrado en profundidad los otros dos candidatos- y un “experto” en ciertas materias.

Puyadas entre compañeros

Espadas ha sido el más crítico con los otros dos candidatos –hasta que le ha desmontado una mentirijilla Hierro respecto a las preguntas de la militancia-, especialmente con Susana, a la que ha acusado de todo lo malo que ha pasado en el PSOE-A. Olvidando, por esas cosas que tienen los procesos de primarias, que sin ella, sin las maniobras del susanismo, él no sería alcalde de Sevilla y posiblemente seguiría Sánchez Monteseirín. De repente Espadas ha pasado de amigo de la sevillana a militante de base sin apoyo alguno. Bueno apoyos sí que le han movido desde Moncloa y Ferraz pero sin pasarse. Ha cometido un error, o ha caído en una grave contradicción, cuando al defender la autonomía del PSOE-A frente al gobierno del PSOE de Pedro Sánchez se ha descuidado y tras decir que el proyecto andaluz es autónomo, ha recogido velas y se ha mostrado entregado a lo que digan desde Ferraz/Moncloa porque no hay que confrontar sino ser fraternos. Que es lo que se dice para quedar bien y tragar con lo que digan más allá de Despeñaperros.

Susana también ha lanzado sus puñaladas a Espadas al referirse a la libertad de Andalucía y del PSOE-A –que en cierto modo es como decir: “si yo gano a mí no me tocáis ni un pelo”-, insinuando que otro candidato no tiene esa libertad y se encuentra sujeto a los deseos monclovitas. Que Díaz hable de libertad en el PSOE-A es como poco caricaturesco. La raya de Alfonso Guerra era más dúctil que el control del “susanato” en el partido. Algo que se trasladaba a nombramientos en distintos tramos de la administración autonómica. Tampoco Sánchez se ha librado de algún dardo lanzado por Susana.

Hierro, por su parte, salvo señalar que su candidatura había sido la que había promovido las preguntas de la militancia, tan sólo ha expuesto que los dos contrincantes son y vienen siendo desde tiempos inmemoriales aparateros, en uno otro cargo. Algo que Espadas ha intentado ocultar al señalar que en la última década no había estado en el gobierno de la Junta… ¿pero en los monipodios de ella?

Los tres, en numerosas ocasiones, han caído en el error, al menos para la ciudadanía, de presentar las primarias para gobernar la Junta como si las mismas fuesen para controlar el partido desde ya. En el caso de Susana sería lógico porque ya manda en el PSOE-A, pero las alusiones de Espadas y Hierro a la unidad del partido, a la mejora de la participación en el partido y demás cuestiones de democracia interna que son de otro proceso, no tenían sentido. Si gana Espadas será candidato a la Junta y ya. Si gana Hierro, lo mismo. Por tanto engañar a la militancia con promesas que no pueden cumplir realmente, porque no van a tener poder efectivo de cumplirlas, es ridículo. Mientras se empeñaban en cosas de aparato, al final los andaluces perdían conocer alguna propuesta más.

La Junta de Andalucía

Respecto a las propuestas cabe decir que quien mejor ha estructurado su discurso y propuestas ha sido Hierro. Se ha pasado con el tono profesoral, mostrándose como un sinsangre, pero ha sido en realidad el que ha hecho el discurso más de izquierdas. De hecho ha arrastrado a Espadas a apoyarle en numerosas propuestas en temas europeos –como lo de la Internacional Socialista-, de inversión y otras cuestiones que sí llevaba trabajadas el outsider. Susana ha ejercido de andalucista, algo necesario para vencer en elecciones a la Junta, pero no todo es andalucismo. Bien que defienda la autonomía de la región frente a los desmanes de otras autonomías, pero tampoco es necesario recordarlo en cada intervención. Espadas piensa ganar la Junta con municipalismo, con digitalización y economía verde –lo mismo que el proyecto de Moncloa y el que están elaborando en Ferraz para el 40° Congreso-, pero habiendo apoyado que se cobren peajes en las autopistas y autovías andaluzas ¿no es poco contradictorio que aliente la inversión infraestructural con el Alentejo y el Algarve portugueses si se pagará dos veces?

En general, más allá de que el escenario era directamente infumable, con unos juegos de luces horribles y una muy mejorable producción, cada uno de los candidatos deja dudas. Si Hierro hubiese tenido un poco más chispa, un poco más de nervio, un poco más de dejar el papel de profesor, seguramente hubiese ganado el debate al tener el discurso más izquierdista –algo que a las bases gusta mucho-. Pero, debe ser consciente, está metido en un fregado entre aparatos y monipodios a utilizar que nada tiene que ver con el proyecto presentado.

Lo de Espadas y Susana sí que es preocupante porque se les ha visto mustios, como sin ganas, como si pensasen que la batalla está en convencer a este o aquel caciquillo local para que le lleve a los militantes a votar. Si piensan en vencer a Bonilla con los discursos que han ofrecido, ya puede el malagueño dedicarse a comer espetos hasta hartarse, porque el gobierno de la Junta lo mantiene por incomparecencia del contrincante. Susana ha demostrado que maneja mucho mejor las tablas, pero el problema es que el recuerdo de sus actos todavía está en la memoria de muchas personas. Espadas ha debido pensar que el resto de Andalucía es como Sevilla y no es así. No es lo mismo hablar a los sevillanos que al resto de andaluces, de hecho es inconveniente. E intentando quitarse el sambenito de ser el candidato de Sánchez al final ha acabado siendo más candidato de Sánchez de lo que quería mostrar. No sólo por el discurso sino por las formas laxas.

Cualquier andaluz de bien que se haya tomado el tiempo de ver el debate habrá salido decepcionado. Y en estas primarias no sólo hay que hablar para la militancia sino también al pueblo andaluz. Unas primarias pueden servir de proyección y de mejora de las expectativas electorales y estas, para el perjuicio del PSOE-A, no parece que lo sean. Nuevamente el mejor candidato será el que ni se acerque a ganar –ya pasó con Pérez Tapias, por ejemplo- y los otros dos están a cosas de aparato. En las redes sociales verán a unos y otros diciendo que el suyo ha ganado, que el suyo es el mejor candidato, que si esto o que si lo otro y tú más, pero la realidad es que no han ofrecido ni una sola pista que permita a los andaluces ver un rayo de esperanza. El formato de debate tampoco ayuda, ni los temas tan encorsetados, pero podrían haberse salido del guión un poco para que se pudiese ver algo distinto a lo que se supone es el ideario del PSOE, en general. Gane Juan, gane Susana o gane Luis Ángel, lo tremebundo es que igual han perdido los tres.

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