La familia piensa sacar a José Antonio Primo de Rivera del Valle de los Caídos por presiones del mininistro Félix Bolaños y los más leles se lían amentarse a las madres. Pues vale. Pues muy bien. La carta de sacar a alguien del Valle la gastó Pedro Sánchez hace tiempo. Y la carta del aroma derechoso se pudrió cuando se demostró históricamente que la víctima de la Guerra Civil pretendía frenarla para establecer un gobierno de Concentración o algo similar. Si estudiasen, unos y otros, pues igual no estarían a estas cosas. Pasa como con Julián Grimau. Probablemente traicionado por sus propios camaradas para que fuese ejecutado por la dictadura.

Nadie es capaz de proponer que el Valle quede tan sólo como basílica y como hospedería, por ejemplo. No. Unos que si Centro de la resignificación y otros que si los perdedores quieren ganar batallas sin sentido. Que a la gran mayoría de españoles nos da lo mismo. Que no llegamos a fin de mes. Que estamos preocupados por si violan a nuestras hijas, novias o esposas esos que han salido libres por el “Sí es sí”. Que jóvenes y mayores no tienen donde caerse muertos, pese a trabajar, porque los precios de la vivienda están muy por encima de las capacidades. Que nos molesta que el tito Berni se gaste el dinero en putas. Que nos fastidia que Ayuso haga negocios con su hermano o su madre. Que no estamos a las tonterías de los partidos.

Pasa como con el agua. El Gobierno empeñado en demoler embalses porque es ecológico (aunque en realidad es interesante para los poderosos de la energía); y los otros permitiendo que haya huertas ilegales al lado de manantiales, el mar Menor o Doñana. Ninguno ofrece un plan serio para un problema del agua que se va agravando cada vez más. Fernando López Miras o Ximo Puig pidiendo que les den agua, esa agua que no hay, para mantener sus huertas (y los cereales, los viñedos, las huertas del interior que se fastidien), pero ni hablar de incorporar desaladoras. No vaya a ser que hagan como Arabia Saudí o Qatar y hay vergeles en mitad del desierto. Eso sí, los unos que si el Gobierno es incapaz y los otros que si la oposición es inútil.

Ayer mismo publicaba Víctor Lenore en Vozpopuli un artículo sobre la orfandad de voto cada vez mayor entre los españoles. Personas, digamos, comunistas que no tienen a quién o qué votar. Personas católicas que temen votar por alguien que les dice que sí les defenderá y se prostituirá a los dos minutos en favor del mercado (como pasa con los vientres de alquiler). Antiglobalistas y antiunionistas (por la UE) que saben que, incluso los que más braman, se van a bajar los pantalones. Terceristas soñando con una España que combine lo mejor de todas las partes… pero España. Y así hasta que esto reviente por alguna de las miles de costuras que están dejando unos y otros. Pero tienen la habilidad de distraernos con José Antonio o los pobres agricultores ilegales de Doñana.

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