Pablo Casado podrá ponerse todas las pulseras con banderita de España que desee, podrá colgar todas las banderas españolas en sus balcones, podrá imaginar una España imperial que no existió, pero a la hora de la verdad, en el ejercicio de sus funciones política, no es más que un antipatriota. Ya había advertido el lunes 15 de octubre que pensaba avisar a los dirigentes de la Unión Europea que los presupuestos elaborados por el Gobierno del PSOE no eran de fiar. Podía tratarse de una boutade más del dirigente conservador, pero ha ratificado esa intención en el desayuno informativo de Europa Press. La supuesta “italianización” de los presupuestos quiere ser enfrentada en Bruselas haciéndole la cama al Gobierno. Una deslealtad institucional que hasta la fecha no se había dado en materia tan importante. Los partidos respetaban los presupuestos ante la UE aunque se confrontasen en España.

Esta mañana se reunirá con Angela Merkel y demás presidentes conservadores del Partido Popular Europeo, más los presidentes de la Comisión Europea, el Consejo y el parlamento y les dirá que “le exijan tanto a Sánchez como le exigieron a Rajoy”. Que el rigor presupuestario sea el máximo exigible para unos presupuestos que “son muy negativos”. No se esconde, además, en declarar que piensa decirles a sus colegas conservadores y a los mandamases comunitarios que “el proyecto de presupuestos lo que está basando (sic) es la futura recesión en España”. Nada más y nada menos que a quien han regalado un Máster se lanza a hacer pronósticos desfavorables para con el gobierno de su país. Mucha bandera de España pero poco respeto institucional.

Desde el gobierno le han querido recordar a Casado que su actitud no tiene nada de patriótica, sino todo lo contrario. Así la vicepresidenta Carmen Calvo ha manifestado: “Lo que tiene que hacer el señor Casado, en su condición de patriota, es hablar bien de su país y respetar que está en la oposición y a la mayoría que gobierna”. No hará caso a Calvo porque se ha lanzado al monte en una operación, que cuenta con el apoyo del establishment de momento, donde el “todo vale” es la estrategia principal. Por eso no es de extrañar que Iratxe García le dijese desde el PSOE que es muy típico de Casado y el PP en general el “jugar en contra de los intereses de los españoles, mientras se le llena de boca de falso patriotismo”. Tampoco se han callado en Unidos Podemos, donde la diputada de Izquierda Unida, Eva García Sempere, ha calificado el viaje de “surrealista”, por no decir algo más fuerte. También le ha animado a ser patriota y apoyar la nueva petición de comisión de investigación parlamentaria sobre Juan Carlos de Borbón. Pero ahí Casado no será patriota sino cortesano. El caso, como quiso rematar García Sempere, es que no se puede ser patriota e “ir a criticar a Europa los Presupuestos de este país por los pasillos, como ya hizo con el señor Juncker”.

Demuestra Casado que su patriotismo, teniendo todo el derecho a criticar los presupuestos en el Congreso, es falso. Que sólo es patriota para la bandera y las proclamas contra ciudadanos que piensan distinto a él. Cuando de verdad hay que demostrar patriotismo, como sucede ante la UE, sale su lado oscuro y patrimonialista, su lado antipatriótico. Por conseguir un poder que, como buen representante de la derecha, considera propio patrimonio, es capaz de vituperar a Gobierno elegido libremente por la soberanía nacional. Esa misma que quiere defender ante los ataques del independentismo. Es un patriota de pulsera nada más. Un personaje que no cree en la democracia. Bueno sí, en la democracia censitaria seguramente sí crea. Como buen liberal eso de la democracia le resulta ciertamente un estorbo necesario para contentar a las masas, pero como sucede en otras partes de Europa, los conservadores y liberales odian a la democracia, como demostró Jacques Rancière.

Y como conservador no tiene más patria que la del dinero. Por ello los presupuestos le parecen lo peor que le podría pasar a España. Una España que queda identificada en su inconsciente y en sus palabras con una élite capitalista que utiliza a la ciudadanía para proseguir con su régimen de acumulación. Los presupuestos presentados por PSOE y Podemos, y que gustan a PNV y ERC, reducen esa capacidad de acumulación, que no de generación de riqueza. Son presupuestos sociales que intenta paliar los efectos del capitalismo financiarizado. Son unos presupuestos que están pensados en devolver a la ciudadanía lo que se le quitó en favor de la fracción financiera. Son unos presupuestos que por todo ello no gustan a los patriotas de la patria elitista del establishment. No defiende a España Casado con sus acciones y palabras, defiende a la coalición dominante y al capitalismo. España como patria y nación es un instrumento en sus manos para distraer, mediante una identidad histórica, a las personas decentes del país. La última intención, sin embargo, es hacer el juego de los poderosos. Un antipatriota de pulsera del Ibex-35 es.

Post Scriptum. Justo mientras se subía esta noticia hemos tenido conocimiento de un rifirrafe verbal entre Pedro Sánchez y Pablo Casado, donde el presidente del Gobierno ha calificado de desleal al conservador por su expectativas de viaje y la mala baba que gasta. Casado ha respondido que «decir la verdad no es deslealtad». El problema para Casado es que la verdad no la tiene él. Primero por incapacidad intelectual demostrada y segundo porque no ha presentado ni un sólo dato que contraríe los presupuestos. Su posición no es sobre una verdad, sino sobre una ideología. Claro que tan acostumbrado a mentir está el dirigente popular que piensa que todo lo que dice es verdad, cuando más bien vive en una realidad paralela.

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