CARTAGENA (D-16). – La plataforma Pacto por el Mar Menor ha denunciado con datos objetivos en su poder que una auditoría demuestra que, de realizarse hoy día la evaluación de las playas del Mar Menor, seguirían sin cumplir con los requisitos de calidad establecidos para la obtención de las 19 banderas azules perdidas este año.

 

La plataforma recordó que el Gobierno regional justificó en mayo que el Mar Menor ha perdido este año las 19 banderas otorgadas en años anteriores debido a que «las revisiones para otorgar estos distintivos se realizaron el año pasado cuando se registraban los picos más altos de turbidez de las aguas de la laguna. De hacerse hoy la evaluación, los resultados serían muy distintos».

Sin embargo, Pacto por el Mar Menor denunció que si esa auditoría se realizara en mayo de 2017 «se seguirían incumpliendo los criterios establecidos para la concesión de la bandera azul», ya que actualmente se registran «episodios de turbidez del agua en función de los vientos reinantes que obligarían a arriar las banderas, y se siguen produciéndose vertidos al Mar Menor no autorizados».

El distintivo, en cualquier caso, no es garantía de sostenibilidad ambiental de una playa. Su criterio de analizar las aguas en la temporada de baño anterior puede dar lugar a situaciones como la del año pasado, en donde ondeaban banderas azules en playas del Mar Menor solitarias con aguas turbias. Además de dar prioridad a servicios e infraestructuras que nada tienen que ver con la conservación ecológica del litoral.

Existen otras opciones o sellos de calidad más acordes con la protección del medio ambiente como el Reglamento Comunitario de Ecogestión y Ecoauditoría (EMAS) o las certificaciones ecológicas establecidas por las propias autoridades locales mediante ordenanzas de regulación.

Además, a las autoridades comunitarias se les acumulaban las quejas individuales y colectivas sobre, por ejemplo, las discordancias entre los criterios de concesión de las distinciones y el estado real de las playas, por lo que la entonces comisaria de Medio Ambiente, la sueca Margot Wallstrom, concluyó que «los criterios que se siguen para otorgar las banderas carecen del suficiente rigor».

Las autoridades comunitarias se desligaron por completo de las banderas, hasta el punto de retirar los distintivos oficiales de la UE de las enseñas que cada verano ondean en playas y puertos deportivos.

La bandera azul está pues muy lejos de ser sinónimo de litoral bien conservado. Se monitorizan principalmente la calidad de las aguas de baño y los servicios de la playa, y solo durante la temporada estival, pero el resto del año no son tenidas en cuenta cuestiones tan importantes como, la calidad paisajística y la ausencia de impactos sobre los hábitats y especies costeras.

Algunas de las playas que vienen siendo reconocidas muestran graves problemas ambientales relacionados con la presión urbanística y turística, y otras, como las del Mar Menor, son fruto del vertido de toneladas de arena de cantera poco sostenibles.

Se trata, en definitiva, de una marca publicitaria, un producto comercial diseñado para amortiguar los impactos del turismo de masas en litorales intensamente humanizados y no para premiar la buena conservación de los ecosistemas costeros.

 

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