El pacto de presupuestos para 2019 entre PSOE y Podemos, que contempla una mejora hasta los 900 euros del salario mínimo interprofesional y que endurece el IRPF a las rentas superiores a 130.000 euros, ha puesto los pelos de punta a las élites neoliberales que gobiernan en Europa. Apenas un día después del anuncio de Moncloa, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha lanzado un aviso a navegantes y ha pedido al Gobierno español que sea «cuidadoso» a la hora de implementar la propuesta. Además, ha lamentado que no se haya aprovechado la fuerte recuperación económica para reconstruir «su espacio fiscal». Todo un toque de atención ante posibles frivolidades contables de esos muchachos de la izquierda española.

Que el acuerdo entre ambas formaciones de izquierdas es histórico para España lo demuestra el hecho de que han saltado todas las alarmas en Bruselas, donde los jerarcas de la UE viven obsesionados con el techo de gasto, el déficit público y las políticas de austeridad. La firma del pacto de presupuestos entre Sánchez e Iglesias no ha gustado ni a la banca europea, ni a la patronal, ni a los poderes financieros, ni siquiera a pesos pesados que ostentan el mando como Poul Thomsen, director del Departamento de Europa del FMI: «Hay que ser cuidadoso con los salarios mínimos, por un lado para no excluir a gente del mercado laboral. Pero, por otro lado, también hay justificación por cuestiones sociales», ha explicado en rueda de prensa en la asamblea anual que tiene lugar en Indonesia. «Uno tiene que equilibrar ambos» elementos, agregó.

Sea como fuere, tanto Sánchez como Iglesias parecen haber atravesado una peligrosa línea roja que ya no tiene retorno. Han sido marcados por los poderes fácticos europeos y solo les queda seguir adelante con la hoja de ruta económica que valientemente han trazado. Los dos han asumido un importante riesgo (Sánchez se lo juega todo a una carta; Iglesias arriesga algo menos) y no solo porque el apretón de manos entre ambos líderes políticos posee un fuerte componente icónico para los decadentes partidos de izquierda del viejo continente −que quizá a partir de ahora rompan el miedo al tirón de orejas de Merkel y se planteen tomar las decisiones en función de las necesidades de sus ciudadanos−, sino porque medidas como la subida de las pensiones conforme al IPC previsto, que también está recogida en el borrador de los presupuestos, va dirigida directamente contra la línea de flotación de la política general ordenada por la UE, y que se basa fundamentalmente en los recortes al gasto público que tanto erosionan el Estado de Bienestar. De alguna manera, con su firma, el presidente de España y su principal socio de gobierno han dicho basta ya a esas políticas austericidas y eso es tanto como declarar la guerra a Bruselas o iniciar una especie de revolución dentro del sistema.

La subida del salario mínimo interprofesional no es precisamente simbólica, ya que supone un 22,3% más, hasta 900 euros brutos mensuales. Nunca antes una política social había llegado tan lejos, de ahí que Poul Thomsen haya dado un severo toque de atención a la escasa consolidación fiscal llevada a cabo por España en los últimos años, dada su elevada deuda que ronda el 95% del Producto Interior Bruto (PIB). «Desafortunadamente, desde 2015, cuando el crecimiento ha sido significativamente superior al potencial, y hemos tenido una sostenida caída en el desempleo, España no ha reconstruido su espacio fiscal», advirtió agoreramente. Por eso, ha insistido en que «la política fiscal debería ser más contracíclica», es decir, aprovechar los periodos de expansión económica para ahorrar y reducir el gasto. Una nueva advertencia ante posibles veleidades presupuestarias del frente abierto por PSOE y Podemos.

El FMI ha situado el crecimiento estimado de España para 2018 en el 2,7%, una décima menos que lo adelantado hace tres meses, y en el 2,2% para 2019, todavía a la cabeza de las grandes economías de la zona euro pero ya en tendencia de ralentización. Quizá la consecuencia inmediata del acuerdo entre Sánchez e Iglesias sea que los contables de la UE rectificarán pronto, y a la baja, esa previsión de crecimiento. Tampoco tardaremos demasiado en ver cómo las siniestras agencias de calificación capaces de tumbar Gobiernos y dinamitar estados empezarán a lanzar rumores infundados sobre la prima de riesgo y el insostenible déficit público de nuestro país. Son las argucias que suelen utilizar los mal llamados mercados (en realidad no hay tales mercados, solo abyectos gobernantes en la sombra, poderosos dirigentes que toman decisiones solo en función del gran capital, obviando a las personas).

En cualquier caso, la decisión de PSOE y Podemos, su apuesta por ponerse al lado de la población que más sufre (la inmensa mayoría del pueblo) para abrir un nuevo camino de futuro, supone un rayo de esperanza para la socialdemocracia de toda Europa. Ahora falta que los presupuestos pasen el filtro de Bruselas. Algo que como ya vamos viendo, no va a resultar nada fácil.

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