El Atlético de Madrid lleva semanas entrenando y ayer mismo afrontó su segundo partido amistoso de preparación para ¿La Liga? Realmente quienes han acudido son los jugadores del filial apoyados por cinco jugadores de la primera plantilla, por lo que de poco pueden servir al entrenador rojiblanco, Cholo Simeone, estas pruebas. Para desgracia del equipo madrileño, muchos de sus jugadores han llegado lejos en los distintos torneos continentales (alguno sigue jugando en la Copa de oro), por lo que a día de hoy no tiene los suficientes jugadores con suficientes entrenamientos para enfrentar los partidos amistosos y que sirvan para algo. Algo parecido les ha pasado a Barça y Real Madrid, aunque en menor proporción.

Un calendario estúpido (comenzar La Liga un 15 de agosto cuando hay competiciones internacionales es poco lógico), muy pervertido por partidos de selecciones nacionales, y el necesario descanso de los jugadores han provocado que este año el Atleti esté entrenando sin jugadores de la primera plantilla y con algunos que seguramente no seguirán en el plantel. ¿Por qué jugar este tipo de amistosos si no van a servir para algo? Principalmente por dinero. Salvo el memorial de la familia Gil en honor de la familia Gil en el Burgo de Osma que no tiene más valor que ese egocentrismo de los dueños, el partido frente al Salzburgo debe dejar muchos millones en las arcas y no debe tener cláusulas pues no se lleva a algún jugador titularísimo (salvo Oblak). Dinero que nunca viene mal pero que no sirve ni a los aficionados.

¿Quién quiere ponerse a ver en diferido el partido del “filial” pudiendo irse a tomar una caña o descansar de la jornada dura y calurosa de trabajo? Los atléticos son enfermos del Atleti, sí, pero del de verdad. Igual ver si algún chaval puede tener futuro a corto plazo, hacer madridismo mental pensando que todos son buenísimos o rutina de calentamiento para el comienzo de La Liga. ¡Mentira! Ni esas motivaciones son suficientes para un aficionado medio. Si no se tiene otra cosa que hacer pues igual se mira un rato la tele, pero sin poder sacar conclusiones, ni ilusionarse, ni nada. Con el problema de que te pinten la cara y haya que aguantar las risas de las aficiones rivales.

Más allá de la inutilidad deportiva de estos amistosos –antaño cuando no se tenían casi internacionales no pasaba esto, por lo que es motivo de alegría en sí-, está una parte que en la cúpula dirigente no deben entender. Sí, hay que recaudar dinero, eso lo entiende todo el mundo, pero existe el riesgo de manchar la camiseta de forma inútil. Lo de manchar la camiseta ya no hace falta porque viene manchada de la fábrica tailandesa de de Nike, pero deshonrar a los aficionados con un equipo que no es ni de circunstancias no les importa a los dueños. Mucho deben pagar para machacar a jugadores del filial, asumir el riesgo de humillación y no servir deportivamente. Pero así es el Atleti del logo de Gil, sin un mínimo sentimiento de pertenencia.

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