Está desaparecido prácticamente. Sólo se comunica por Twitter (y si es él mismo). Pedro Sánchez desde que ganó las elecciones primarias ha desaparecido de la escena pública salvo en contadas ocasiones. En buena lógica podría suponerse que está tomándose unas vacaciones tras la agotadora campaña, pero lo mismo podrían haber hecho sus dos rivales y siguen al pie del cañón. Estando en el paro, como él mismo se ha encargado de remarcar, tiene tiempo más que de sobra para corresponder al 49% de la militancia que le apoyó. Sí 49% porque los votos en blanco también cuentan.

En especial destacar su ausencia, como invitado evidentemente, del debate de ayer en la moción de censura. La primera vez que su portavoz, y casi futuro secretario de Organización, José Luis Ábalos presentaba la cara del “nuevo PSOE” debería haber contado con la presencia del diputado dimisionario. Aunque sólo hubiese sido durante la intervención de su representante en la Cámara. Ese refuerzo a las posturas que viene diciendo que representa hubiese sido, además, un refuerzo para él mismo. Al menos para la parte de la militancia que le apoyó. Y un refuerzo de su imagen frente a los votantes.

En una moción de censura que claramente iba encaminada contra el PSOE más que contra el PP, como reconocieron todos los grupos parlamentarios no censores, la imagen de Sánchez en el hemiciclo y unas palabras ante los medios hubiesen tenido una gran repercusión, algo que hubiese ido en beneficio del PSOE. Estar estuvo presente en la mente de todos los que allí estaban debatiendo pero su presencia física hubiese supuesto un varapalo mediático, que al final es lo que les gusta, a Podemos. Hubiese volcado la moción de censura en su favor y en el del PSOE.

Ábalos y la bancada socialista hubiesen quedado reforzados porque no habrían hablado en nombre del ausente, sino del presente. Sánchez, aunque lo hizo de motu propio, ha venido quejándose de que la Gestora y los poderes fácticos le impulsaron a tener que abandonar. Esa imagen de víctima que se ha fabricado, y que tan buen resultado le ha dado, hubiese quedado plasmada durante la intervención del portavoz socialista. “Hablo en nombre del que dejaron sin voz” podría haber dado a entender Ábalos. Las cámaras le hubiesen seguido a él. Y aunque Iglesias, sin lugar a dudas, le hubiese hablado a la tribuna de invitados. Ese gesto, solamente ese gesto, hubiese marcado claramente que el jefe de la oposición es Sánchez.

Los gestos en política ayudan a veces

Sin embargo, Sánchez no apareció. Es otra estrategia, posiblemente equivocada, pero otra estrategia. Que tiene, en parte su lógica de no intromisión en lo que era una causa perdida de Podemos. Una causa que, además, ha dejado en muy buen lugar a Irene Montero y en mal lugar a Iglesias paradójicamente. No querer ser partícipe de una “supuesta” pantomima de Podemos lanzada contra el PSOE no es censurable en ningún modo. Pero al secretario general del PSOE se le exige, por las siglas que representa, ser valiente frente a aquellos que quieren acabar con 138 años de historia, como bien ha recordado Ábalos.

Sólo su presencia, en esos minutos de intervención del PSOE, habría resultado mortífera para Podemos. Ver al secretario general al frente de sus huestes cuando están siendo atacados, es un gesto que suma más que resta. Y los gestos en política hay que tenerlos para afianzar la posición. Que las televisiones, radios y prensa escrita destacasen que allí estaba Sánchez en apoyo de los suyos, es una imagen impagable. Mucho mejor que la que desea mostrar el domingo con un acto populista al finalizar el Congreso Federal. Era un momento importante porque, además, él no pudo ser presidente del gobierno por el voto en contra de Podemos. Reforzaría las palabras de Ábalos cuando ha dicho que “a veces abstenerse es bueno”.

¿Tres años de Twitter?

Toda esta reflexión lleva a otra más preocupante para el PSOE. O comienza a negociar con la oposición parlamentaria otra moción de censura contra Rajoy o le esperan tres años fuera de la Cámara y los medios. Los votantes socialistas no fueron conscientes de que al elegir a Sánchez también elegían a alguien que no está en ninguna institución, que no tiene un foco mediático cercano. Los medios no van a gastar un equipo solamente para estar donde quiera Sánchez. Las ruedas de prensa de Ferraz y poco más. Y, por desgracia, la presencia mediática es fundamental en estos tiempos. Lo político está en las instituciones y Sánchez está en su despacho de Ferraz.

Tiene que aprovechar las oportunidades que se le ofrecen porque, y más a largo plazo, no serán muchas más. Sólo hay que recordar a Hernández Mancha que, pese a que hicieron dimitir a unos cuantos para que entrase en el Senado, estaba fuera de las instituciones y, por tanto, del gran centro mediático. Desapareció políticamente. Lo mismo podría ocurrirle a Sánchez. Díaz y López tienen ese foco mediático en los lugares donde están. Sánchez no.

Eso sí, tiene Twitter para expresar todas sus inquietudes, pero la mayoría de sus votante no usan esa red social. Hay que estar en los papeles, en las ondas y/o en las televisiones. Por desgracia así es. Incluso Podemos cuando eran extraparlamentarios tenían sus programas de televisión que les dio para hacerse un hueco en la política nacional. Si a Rivera no le hubiesen potenciado desde el Parlament hoy Ciudadanos sería catalán nada más. Pero ellos estaban en las instituciones. En el día a día de la política. Y Sánchez no sabemos si podrá estar.

Con suerte quedan dos años para las siguientes elecciones generales, si todo sigue un transcurso normal. A malas son tres. Demasiados años para aguantar el tirón mediático, en especial cuando se le requiera para cuestiones del minuto a minuto como sucede con frecuencia. ¿Cómo preguntarle por una intervención de Rajoy en el Parlamento si él está en otro sitio? Además, los programas te invitan cuando a ellos les interesa y no siempre será así y para hablar de lo que tú quieres. Complicado.

En todo esto se entiende que Pedro Sánchez será liberado por el PSOE. Esto es, le pondrán un sueldo por ser el secretario general y que no tenga que trabajar. Si no fuese así y tuviese que trabajar, su esposa está en una ETT y algo le encontraría, la situación se complicaría más por la limitación de tiempo. Es por estas cosas, que muchas veces no se piensan, por las que es más que necesario que Sánchez aparezca cuando el PSOE está de una forma u otra. Salvo que desee hundir al PSOE, no se explica su ausencia de ayer porque no las va a tener siempre.

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