En artículos anteriores hemos ofrecido información por la cual los principales accionistas del Banco de Santander —bancos custodios, gestores de cartera, fondos de inversión norteamericanos— se están planteando seriamente realizar un movimiento para remover de su silla a la actual presidenta y a su equipo más cercano.

El problema que se están encontrando estos máximos accionistas es que no se está afrontando con la diligencia necesaria y propia de un banco comercial las consecuencias tanto del Brexit como de los movimientos económicos en países como Brasil y México, sino que se están buscando estrategias de captación de liquidez a través de planes contrarios a la ética, principalmente a través del control de empresas tecnológicas y de una posterior especulación con el valor tecnológico de las misas, un valor que, por cierto, es susceptible de una tasación libre puesto que a la tecnología no se le puede poner un valor concreto más allá del de los componentes.

Según fuentes de estos máximos accionistas consultadas por nuestro corresponsal en Norteamérica, estos movimientos siempre van acompañados de estrategias poco éticas que, finalmente, redundan en su propio prestigio, algo que no están dispuestos a permitir. Un banco comercial serio y acreditado no entra en juegos malabares para maquillar sus cuentas o para introducir en el pasivo la rentabilidad que le den empresas que haya controlado a través de estrategias espurias, a través de la intromisión en operaciones más propias de fondos buitre que de una entidad comercial de personajes oscuros o sin escrúpulos.

En el mundo de los negocios no todo vale por más que desde fuera pueda parecer que hay una guerra. El juego sucio no es bien visto entre las entidades financieras porque, al fin y al cabo, ellos representan los intereses de sus clientes y de sus accionistas y, en el mundo globalizado actual, los máximos accionistas suelen ser grandes corporaciones internacionales que no se pueden permitir ni una mínima mancha en su reputación puesto que representan a importantes fortunas que deben proteger su prestigio personal y profesional.

En referencia al juego sucio, además de las operaciones mencionadas en artículos anteriores, sobre todo la del Banco Popular, estos días CaixaBank se ha quejado al Gobierno de las estrategias planteadas por el Santander para captar los depósitos que perdió en los momentos de más fragor de la crisis soberanista en Cataluña. En concreto, lo ha acusado de deslealtad ya que exacerbaron los mensajes que crearon terror en sus principales clientes para hacerse con esos depósitos, ya que, tal y como explicó uno de los altos directivos de CaixaBank, no se puede pensar que los responsables de estos grandes clientes, de estas «ballenas», sean personas que actúan por impulsos o por los mismos miedos que un ciudadano de a pie, dado que están acostumbrados a tomar decisiones en momentos de gran presión y sólo efectuarían un cambio dramático a través de criterios técnicos. Estos comportamientos no son propios de lo que se espera de una entidad como el Santander y a los máximos accionistas se les está agotando la paciencia.

Además de la evidente falta de ética en las estrategias del núcleo duro de la presidenta, están los propios resultados desde que ella ocupa ese puesto. Partiendo de unos beneficios bajísimos en el año 2.012, el Grupo Santander fue remontando hasta alcanzar los 5.816 millones de beneficio, según datos de la CNMV, en el año en que murió Emilio Botín. Desde entonces, con un ciclo bancario positivo, con una recuperación del mercado inmobiliario y una reactivación del crédito, la administración actual sólo ha logrado mejorar esos resultados en 388 millones de euros. Al ritmo de crecimiento de este año, en el que, según las cifras presentadas en el tercer trimestre, el Santander necesitaría 1.200 millones de euros en el cuarto trimestre para igualar las cifras del año pasado. Por tanto, también a nivel cuantitativo el Santander es una entidad estancada. Esta es una de las causas por las que necesitaban del Popular y de que la operación fuera calificada como un éxito. Sin embargo, los métodos usados y el volumen de demandas admitidas a trámite es lo que está haciendo reaccionar a los máximos accionistas.

Peligra la presidencia de Ana Patricia Botín en el Santander (I)

Peligra la presidencia de Ana Patricia Botín en el Santander (II)

Peligra la presidencia de Ana Patricia Botín en el Santander (III)

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