Esta semana hemos sabido que el Fondo de Reserva de Pensiones, el mayor legado que dejó el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero a los españoles habían sido dilapidado por el Partido Popular. El Ejecutivo socialista dejó a Mariano Rajoy una herencia de 66.000 millones de euros, un 6% del PIB español, en la Hucha de las Pensiones. En menos de 6 años, el PP lo ha machacado y ha dejado a los pensionistas sin ese colchón que garantizaba que cobrarían cada mes su pensión.

Evidentemente, se trata de un fracaso de las políticas económicas de este gobierno, no sólo las relacionadas con las pensiones, sino a nivel de Seguridad Social y empleo, es decir, de todo lo que se encuentra bajo la responsabilidad de Fátima Báñez.

El sistema de pensiones español está basado en un modelo solidario por el cual las cotizaciones del presente son las que cubren el coste de las pensiones de quienes ya están jubilados. Un sistema por el que quienes disponen de un trabajo ponen la parte que cotiza a la Seguridad Social, ya sea a través de la cuota personal, ya sea a través de la cuota que las empresas pagan por cada trabajador que tienen contratado, en espera de que, cuando llegue el momento de su jubilación, sean otros quienes le garanticen con sus cotizaciones su pensión.

Las medidas en materia laboral tomadas por el gobierno de Mariano Rajoy han afectado de una manera decisiva en la explosión del sistema de pensiones y demuestran que todo el optimismo gubernamental cada vez que salen las cifras del paro son mera impostura.

Cada vez que el gobierno sale eufórico, jaleado por sus medios afines, con datos de paro registrado o con la EPA de trimestres clave, Diario16 ha afirmado que todo es falso. Los datos globales son irrebatibles, el paro global baja, se crea empleo, pero…, ¿en qué condiciones?

En el mes de mayo fue necesaria la firma de más de dos millones de contratos para que el desempleo registrado en las oficinas del SEPE bajara en 111.908 personas, es decir, que en este país es necesario que se firmen 20 contratos para crear un puesto de trabajo. Sin embargo, no sólo se trata de la cuestión cuantitativa, sino que para entender lo que está ocurriendo con nuestro mercado laboral hay que irse al aspecto cualitativo.

Gracias a la Reforma Laboral de Mariano Rajoy y de Fátima Báñez el empleo que se crea en España es en exceso precario, el más precario de Europa. Son los propios datos oficiales los que lo demuestran, no se trata de reflexiones, análisis o interpretaciones. Según las cifras correspondientes al mes de mayo un 33% de los contratos firmados tenía una duración inferior a una semana. Los números oficiales también nos dicen que un 92% de las relaciones laborales que se establecen entre trabajadores y empresas es de carácter laboral.

Por otro lado, los salarios son muy bajos. España sigue manteniendo una masa salarial más propia de un país en desarrollo que de la cuarta economía de la Eurozona. Las empresas siguen aumentando los beneficios netos pero ese hecho positivo no se traslada a los salarios de los trabajadores. 2,6 millones de personas viven en una situación de pobreza extrema, según datos del INE, y un 22% se encuentra en alto riesgo de pobreza, 1 de cada 5 españoles. Todo esto en un país que es el motor de Europa en creación de empleo.

Además, la población activa está muy por debajo de la que dejó José Luis Rodríguez Zapatero. Las condiciones en las que se accede al empleo, cuando eso ocurre, ha provocado que millones de españoles hayan cruzado nuestras fronteras para buscar la dignidad perdida desde que gobierna Rajoy; también ha sido la causa por la que muchos se han desanimado y ya no buscan empleo. Según los datos de la EPA, la población activa está formada por 740.000 españoles menos que en diciembre de 2011, 740.000 personas menos a cotizar para que nuestros jubilados tengan sus pensiones aseguradas.

El mercado de trabajo español, del que se nutren las pensiones, está gravemente enfermo, está pervertido por una falsa sensación de recuperación provocada por el impostado triunfalismo gubernamental. Las medidas implementadas por Mariano Rajoy y su falta de iniciativa a la hora de generar políticas de creación de empleo han llevado a que las pensiones se vean afectadas y a que nuestro sistema haya implosionado en este mes de junio.

Trabajos temporales y precarios y salarios más propios de los años 80 que de la segunda década del siglo XXI son la consecuencia de la Reforma Laboral de Rajoy y Báñez. Esto afecta, evidentemente, a nuestras pensiones. Pero ¿no tuvieron en cuenta esto cuando prepararon una legislación que buscaba crear cortinas de humo para tapar su ineficacia con los datos globales de creación de empleo? Está claro que lo tuvieron en cuenta porque uno de los objetivos de esa Reforma Laboral era, por supuesto, la depauperización del sistema de pensiones para crear un nuevo nicho de negocio o un modelo similar al estadounidense.

El Partido Popular siempre ha buscado eso que llaman «colaboración de lo público y lo privado» que no es otra cosa que la privatización de servicios que el Estado está obligado a ofrecer a sus ciudadanos. Lo vemos todos los días con las privatizaciones de la sanidad o de la educación pública. ¿Por qué no con las pensiones? Ahí hay un nicho de negocio sin explotar porque, hasta ahora, la gente no contrataba planes privados porque con la pensión pública tenían para vivir con dignidad. En las jubilaciones hay mucho dinero parado, hay un mercado aún sin explotar y quienes les sostienen, al igual que sostienen a Ciudadanos, quieren su parte del negocio. Por eso no es extraño lo que está pasando: sometimiento de la clase trabajadora a través de empleos precarios y de salarios de miseria y, por transposición, destrucción del sistema de pensiones. Esta es la razón por la que el actual presidente del Estado español ha triunfado, ha logrado un gran éxito, al menos para aquellos que se beneficiarán del cambio de modelo que vendrá en poco tiempo.

Lo que no sería un éxito sería hacer las cosas bien, es decir, aplicar políticas de creación de empleo que fueran realmente efectivas.

Desde que gobierna el PP hay una palabra de la que se habla de manera incesante: emprendimiento. Esa es la solución que dan Mariano Rajoy y Fátima Báñez: «búscate la vida y hazte autónomo». Pongamos un ejemplo: en estos días el gobierno de la Región de Murcia (PP) ha presentado una iniciativa por la que los parados de larga duración que se den de alta en el régimen de autónomos no pagarán la cuota durante el primer año y en el segundo sólo 50 euros, además de disponer de una subvención de hasta 3.500 euros para abrir su negocio. De esta iniciativa se podrán beneficiar más de 40.000 murcianos. Podría parecer una gran medida, que en lo básico lo es, pero lo que esconde es la estrategia para que el paro baje a través de las altas de autónomos, con lo que consiguen unos datos globales de creación de empleo con los que sacar pecho en Europa y reducir el gasto en prestaciones de desempleo. Sin embargo, esta no es la solución porque un 70% de las nuevas actividades empresariales iniciadas fracasan en el primer año. Es decir, que las medidas de emprendimiento no hacen otra cosa que tapar un agujero de manera temporal en espera de que las empresas comiencen a generar empleo digno cosa que, por desgracia, cada día que pasa se está transformando de sueño a utopía.

Este ataque bien diseñado y ejecutado es causa suficiente para que Mariano Rajoy presente su dimisión, solicite al Jefe del Estado la disolución de las Cortes y convoque nuevas elecciones para que entre a gobernar alguien que no juegue por un factor ideológico con la vida de las personas, alguien con más proactividad para generar políticas pensadas para mejorar la vida de la ciudadanía y no para destrozarles la vida y el futuro.

 

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