De repente Juan Manuel Moreno Bonilla quiere presentarse como un gran cocinero de la política, como un maître de la ideas, como el señor de las estrellas Michelin de la política andaluza, pero se queda en pinche como mucho. Como se puede apreciar en la imagen que ilustra estas palabras, el plato de Moreno Bonilla está vacío porque nunca se ha molestado en cocinar algo que fuese más allá de dos o tres frases demagógicas.

Pensaba el político nacido en Cataluña que con los ERE y unos malos datos económicos le valdría. Todo ello con el apoyo del gobierno del PP en Madrid. Pero se ha quedado compuesto y sin gobierno que le proteja. Y lo que es peor, apostó por la perdedora con todo su entusiasmo en las primarias del PP. Doble fracaso al que habría que sumar que su colega de la derecha, Juan Marín, le podría comer el pan con aceite a poco que se despiste, y haciendo aún menos que él. ¡Que ya es decir! Ahora que tiene que ponerse a trabajar y hacer oposición o algo parecido, resulta que no tiene plato que presentar. Tanto tiempo sin ir a hacer la compra provoca que la nevera esté vacía. Por ello ha decidido coger las sobras que va encontrando para hacer oposición a Susana Díaz, a la par que pone ojitos de enamorado a Pablo Casado (ver imagen de abajo con la portada de ABC).

¿Cuáles son esas sobras? Visto que las cuestiones catalanas o centrales que utiliza Casado no le sirven de mucho en Andalucía, ha decidido utiliza la inmigración y las protestas que ha venido realizando Díaz contra el gobierno de M. Rajoy, pero acusando a la presidenta de la Junta de Andalucía con cuestiones estatales. Le preocupa (¡Ahora!) el problema de los menores no acompañados que llegan a las costas españolas, tanto como hace tres meses que ni sabía que había menores en condiciones lamentables cuando su “enemigo” Juan Ignacio Zoido era el responsable. De repente le pide a Díaz que se ocupe de los niños y que el gobierno de Sánchez haga algo ya, no mañana, sino ya. Curiosamente, a pesar de la negación de recursos por parte de Zoido, Díaz y el PSOE de Andalucía se han ocupado dentro de sus responsabilidades de los menores. Y lo que reclamaban a Zoido, hoy se lo reclaman a Grande-Marlaska. Lo que pasa es que antes Moreno Bonilla no prestaba atención a esas cosas porque lo social, y más si es de extranjeros, no le interesa. Y eso que el político conservador nunca ha sido un xenófobo como su actual jefe de filas. Directamente pasaba y estaba más preocupado de ir bien peinado.

También quiere hacer oposición a Susana Díaz con los peajes de las autopistas. Llevan en el PSOE y en Podemos reclamando al gobierno del PP durante los últimos tres años que quiten los peajes cuanto antes. Que si terminan las concesiones no se renueven e, incluso, quedando poco de estas mismas se hablase con las empresas para llegar a algún tipo de acuerdo y dejar de cobrar los peajes. En esos años ¿dijo algo Moreno Bonilla? No. Ni esta palabra es mía. Y todo porque su cobardía política le impedía enfrentarse a sus jefes. Con malos datos en los sondeos, con unas expectativas de volver a perder en Andalucía, no se atrevía a alzar la voz y que le quitasen de su puesto. Al no tener donde caerse muerto (sin estudios y sin trabajo) le temblaban las canillas.

Esas son las sobras que presenta al pueblo andaluz en tupperwares. El plato sigue vacío. Sigue sin cocinar nada pese a las fotos que se hace. No tuvo programa, ni lo tiene ahora. Por suerte en Ciudadanos tienen menos programa para Andalucía que él y eso le podría salvar. Porque la pelea en la derecha andaluza será por conocer quién dice la demagogia más grande, quién promete la mayor cuestión que dependa del gobierno estatal, quién es más cuñado. Porque programa no hay, como el plato vacío que tiene en las manos Moreno Bonilla. Por no tener programa, con lo que es Andalucía, no tiene programa agrícola más allá de catar un vino o dos, o decir que es muy bueno el aceite. El mar de plástico no es una zona de explotación laboral sino una serie de televisión para esta persona. En su momento no quiso salir del armario político y se quedó sin condimentos y sin alimentos. Por eso ahora sólo le quedan los intestinos para hacer política.

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