Si usted reside en la Comunidad de Madrid verá normal y lógica toda la parafernalia, todos los minutos dedicados y toda la importancia que se le viene dando a la campaña electoral. De hecho, creerá que es de interés nacional por no se sabe qué motivo, más allá de la totalización en los medios de comunicación. Para el resto de españoles, bien al contrario, supone un alivio que la campaña electoral haya terminado. Aunque quedan todos los análisis post-electorales del mundo, donde esos “ilustres” analistas ofrecerán las mismas banalidades que han venido declarando durante la campaña, ya no será lo mismo. Gane quien gane, el resto de españoles respirarán por un tiempo.

Muchos pensarán que esas elecciones son decisivas porque existe una lucha antifascista. Otros porque se podría parar el independentismo fiscal. Unos más porque será la tumba de Pedro Sánchez. Y así hasta completar una increíble sarta de análisis mediocres –por parciales e idealistas- que dejan a los no “madrileños” igual que estaban. Bastante han sufrido las personas que no viven en la Comunidad de Madrid –por cierto que alguien avise a la vicepresidenta Carmen Calvo que no hay elecciones para la capital, sino para la comunidad que no parece tenerlo claro– con las salidas de pata de banco de Isabel Díaz tratando a los demás españoles como si estuviesen atrasados por no tomar cañas –en Granada igual le pueden contar como funciona el tema, por ejemplo-, con el salvajismo capitalista de Rocío Monasterio, con la nueva senda hacia la salvación mesiánica de Pablo Iglesias, con las citas a Kant de Ángel Gabilondo, o con lo cansina que se puesto Mónica García diciendo que es médico anestesista.

Bastantes problemas, en parte derivados de la mentalidad centralista de distintos niveles gubernamentales, tienen en el resto de las comunidades autónomas como para tener que aguantar los problemas de los madrileños. Pero esos parecen no existir. Algunos presidentes autonómicos encantados porque así no se les notan las miserias en la gestión, pero toda la España periférica (comenzando por muchos municipios madrileños) está en una situación preocupante mientras los medios de comunicación sólo tienen ojos para la Comunidad de Madrid. De hecho en los medios de comunicación parecen los demás españoles estúpidos por lo visto durante la larguísima campaña. Y el problema no es que los temas no interesen, que no lo hacen, sino que la sobreexposición de una parte de la clase política acaba generando bastante hastío en buena parte de la población.

En la red social Twitter hubo hace unos días una peregrina discusión donde unos defendían que había que quitar el programa MasterChef en La1 para que toda España vea los sesudos análisis sobre las elecciones madrileñas, mientras que otros defendían que bastante han tenido con la campaña para que ahora les quiten su programa. Al no ser elecciones en día festivo (domingo principalmente) el resto de España tenía que perder sus programas en favor de especiales sobre algo que ni les va, ni le viene. Y tienen razón, con hacer una desconexión territorial La1 tendría su programa especial para Madrid y el resto tendría su programa preferido. Pero no, como existe interés de todos los partidos políticos en hacer campaña electoral permanente hay que aguantar La1, Antena3 o La Sexta con especiales que no ofrecerán nada sustancial en realidad, salvo los resultados.

Como se ha dicho en otras ocasiones, bajo el contexto de la sociedad espectáculo se ha llegado a la peor clase política que se puede reunir. Sólo saben actuar bajo eslóganes o ejecutar políticas si tienen una posible venta. Que Renfe haya eliminado numerosos trenes de la España periférica no le importa a nadie y no se deja vender, pero que se vaya a hacer un AVE para que Madrid esté hiperconectado con Santander es vendido como un nuevo paso hacia la modernización (luego no será rentable y se eliminará pasado el tiempo). Lo peor de todo es que si ya había sospechas, la campaña madrileña ha ratificado esa desconfianza con la clase política que va en aumento. ¿Piensan realmente que existe una alerta fascista en Socuéllamos, en Mairena del Aljarafe, en Valtiendas o cualquier pueblo o ciudad fuera de los cuatro o cinco núcleos urbanos? Lo mismo puede decirse de la llegada de una dictadura comunista. Fuera de Madrid –e incluso en Madrid aunque los tengan callados en los medios- todos tienen un amigo facha o comunista/socialista y no ven en esas personas amenaza alguna. Llega un momento en que lo que se ofrece desde los medios y los propios partidos es casi surrealista. Y en ello tienen culpa todos los intervinientes como se dijo hace poco.

Sin embargo, todo llega a su fin y en breve los no residentes en Madrid volverán a no tener que sufrir a todas esas personas, algunas con posiblemente problemas de tratamiento psicológico, que los medios de comunicación muestran día tras día. Seguramente se vuelva a un ten con ten con Cataluña –siguen sin gobierno, por si no se habían enterado-, las izquierdas señalarán al PP andaluz y las derechas al gobierno valenciano para ir minando, pero no aparecerán ciertos seres en las pantallas todos los días. Igual en los periódicos sí porque hay una ingente pasta en publicidad en juego. Gane quien gane, el resto de españoles descansarán… al menos durante un mes o dos, que tampoco hay que ser extremadamente optimistas. Pues Pablo Casado ya amenaza con señalar a Sánchez como el gran derrotado, sin percatarse que es él quien está señalado. Eso si gana Díaz. Si ganase Gabilondo se desatarían las diez plagas o cualquier invento de esos normales en cierto tipo de medios de comunicación. Así que, con la esperanza de que el verano llegue ya y se escondan, disfruten el momento si no son residentes en Madrid.

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