Dentro de este maremágnum dialéctico que han abierto desde Podemos para intentar presionar al PSOE con la intención de establecer un gobierno de coalición, ayer destacó el politólogo Juan Carlos Monedero. Allende los mares, pues se encuentra como bien ha publicitado en Colombia dando unas charlas, el insigne podemólogo de Pablo Iglesias nos ha querido instruir sobre los más áridos análisis de la Ciencia Política y su relación con Podemos y el gobierno de coalición. Como podrán suponer, el artículo ha hecho furor (menos del acostumbrado eso sí) entre las disminuidas huestes moradas, las cuales han querido ver una luz, como la de un faro, en sus deseos de alcanzar el gobierno. O en caso de no satisfacer esos deseos tener claro que la culpa siempre será de los otros.

En su artículo, titulado “Ciencia Política, gobiernos de coalición y una magdalena”, Monedero ha comenzado criticando a los colegas de profesión por la utilización del método comparativo en sus análisis sobre la factibilidad de un gobierno de coalición o no en España. Con rabia científica acierta el profesor a señalar el error que cometen estos politólogos ya que el comparativismo es erróneo pues los hechos comparados tienen un contexto que se desprecia. También es verdadero afirmar que las ciencias sociales siempre tienen un sesgo ideológico. Nada nuevo porque la estructura ideológica está dentro de los aparatos ideológicos del Estado, como es la Universidad. Y si la ideología burguesa es la dominante, también los politólogos están constreñidos por esa ideología.

Dejando de lado el ajuste de cuentas con los colegas (los que niegan cientificidad a los analistas críticos con el sistema) hay que reflejar que esta misma crítica que hace a la comunidad politológica podría aplicársela a Podemos. Lo explicamos. Monedero explica perfectamente que es el contexto el que contamina (mucho más que determinar) o provoca que las comparaciones sean odiosas ya que, dada la especificidad del mismo, lo que puede ser bueno en un lado, en otro puede ser terrorífico. Completamente de acuerdo, de ahí que no se entienda la constante comparación desde las filas púrpuras con Dinamarca, por ejemplo, donde hay un gobierno de coalición de las izquierdas. Que allí lo haya no es indicativo de que tenga por qué haberlo en España. Es más dicen que la mayoría de países del entorno europeo tienen gobiernos de coalición. Pero ¿es el contexto similar en todas las variables que intervienen?

Comete otro error Monedero pues, después de criticar a la comunidad científica por rechazar los análisis críticos, incurre en el mayor de los errores cual es utilizar el individualismo metodológico para referirse al contexto especial español. Todos los pensadores críticos han abjurado de la Teoría de la Elección Racional o de la Teoría de Juegos, pero Monedero cae en el psicologismo barato para afirmar que no hay coalición porque Pedro Sánchez es soberbio y cabezota. ¡Acabáramos! No es entonces el contexto sino las cualidades de una persona las que impiden el acuerdo, como si el resto de la ejecutiva, los militantes y el entorno del PSOE fuesen algo a descartar. Como si el contexto no importase (aunque, como veremos, luego lo retoma). Igual es que está muy acostumbrado a que las decisiones las tome una sola persona en su entorno, pero no puedes criticar a la Ciencia Política para caer en el subjetivismo total. Tampoco dice que Pablo Gentili está siempre con la teoría de juegos en sus elucubraciones estratégicas sin pensar en el contexto.

Si esa parte del análisis falla, como parece, nos ofrece Monedero otra cuestión que hace imposible el acuerdo. En realidad no se puede llegar a acuerdos con el PSOE porque no es antisistema. Y es cierto que no lo es. Tan sólo es un partido reformista que obtiene su ideología, como pasaba con el tradeunionismo del movimiento obrero, de la espontaneidad. No tiene un fuerte sustento ideológico detrás, salvo ser socialdemócrata con todo lo que ello implica, pero eso no es nuevo desde hace muchos años, casi un siglo. Para Monedero el PSOE, realmente, siempre va a estar al servicio de los poderes constituidos como la cara dulce de la clase dominante, un partido sistémico con un títere del establishment a la cabeza. En este punto habría que preguntarle a Monedero ¿es Podemos antisistema? No se rían por favor que vamos a hacer otra pregunta ¿por qué Podemos ese partido que encarna la verdadera izquierda de la postmodernidad desea entonces entrar en el Gobierno?

En la respuesta a ambas preguntas observaremos las contradicciones en las que entra Monedero y todo Podemos en sus análisis. Si Podemos fuese antisistema entraría en el Gobierno con la intención clara de acabar con el sistema y propugnar no se sabe bien qué. Si Podemos es antisistema y el PSOE es pro-sistema es lógico que no quisiese pactar con la formación morada pues la defensa del sistema es su primer objetivo. Si esos fuesen las variables a considerar queda claro que la coalición sería siempre y en todo momento imposible. Y ¿por qué les ofreció una vicepresidencia y tres ministerios el PSOE? Básicamente porque los bohemios burgueses de Podemos no son antisistema, son populistas y demagogos sin más.

Aún quedan unas preguntas que hacer a Monedero. Puesto que piensa que el PSOE no es de izquierdas sino la cara amable del sistema ¿por qué insisten en Podemos en caer en la impureza de cogobernar con reformistas socialdemócratas? ¿Acaso piensan que sus mentes privilegiadas van a tener capacidad de llevar al PSOE a la izquierda pura sólo si están en el Gobierno? O realmente ¿será que sólo desean los cargos para que el chiringuito no se les caiga y tener esos cargos y acceso a las prebendas para nutrir a esa pléyade de oenegés que les circundan? No verán respuesta a estas preguntas seguramente porque las primeras son incapaces de responderlas sin farfullar y la segunda es una evidencia que no desean que se vea plasmada. Lo curioso de todo esto es que, en sus distintas variantes de gestión, jamás se les conoció propuestas antisistémicas. Populistas y demagógicas a decenas (como los falsos presupuestos participativos). Como advertía Louis Althusser (que tampoco le gustará a Monedero a pesar de ser crítico), en Podemos se han manejado bajo la ideología de la clase dominante/burguesía y dentro de esos parámetros se han manejado abandonando cualquier hipótesis de alteridad sistémica. Lo máximo ha sido denunciar los desmanes del propio sistema, algo que se ha hecho desde otras posiciones ideológicas (como Juan Manuel de Prada desde el tradicionalismo).

El dilema ideológico que plantea Monedero sería suficiente para no querer pactar con el PSOE y mantenerse en la pureza antisistémica de la bohemia burguesa. Nada de un frente popular con más fuerzas políticas (y eso que se comparó la renuncia de Iglesias con la de Marchais, secretario general del PCF, en Francia), porque esa especie de frente popular con fuerzas, digamos para no alterar a Monedero, progresista se propuso y se rechazó. Sí, se rechazó entrar en el Gobierno del PSOE, ese mismo que no es de izquierdas. Por tanto, ¿por qué insisten en aceptar la misma propuesta que rechazaron? Es ilógico o se demuestra que fueron de listos en julio pensando que tenían al PSOE cogido por las gónadas y podían hacer lo que quisiesen en cualquier momento. Y parece que no, que en el PSOE no son tan estúpidos y tienen una carta que Podemos no tiene. El pastel ya no está disponible.  Todo se produce porque dijeron no a lo que hoy reclaman como si fuese un derecho adquirido. El barco partió de puerto y no admitió más cargas, por muy de izquierdas que estas sean.

Monedero es muy sibilino y por si fallasen las explicaciones “científicas” de lo personal y lo ideológico, nos lleva a un análisis del sistema de partidos donde, como se verá, falla en algunos datos que aporta. ¿Cuál es la nueva excusa que interpreta Monedero para que el PSOE no quiera pactar con Podemos? La pérdida de la hegemonía de la izquierda. No se rían que igual está manejándose con datos de 2015 y no de 2019. Resulta que para Monedero el temor de Pedro Sánchez es dejar la hegemonía en la izquierda y que se la quite Pablo Iglesias. Tras desaparecer como partido de más de media España resulta que Podemos está en disposición de disputar la hegemonía al PSOE en la franja de la izquierda. La verdad es que más que análisis lo de Monedero es puro voluntarismo que roza con lo sectario. Según este análisis todos los concejales y diputadas que tuvo Izquierda Unida en sus buenos años debía ser casi como la toma del palacio de Invierno. De hecho, Podemos ha destruido por un tiempo cualquier posibilidad de una izquierda alternativa y contrahegemónica. Siendo científicos y utilizando los datos disponibles Sánchez debería desear tener a Podemos en el gobierno porque, como ha pasado en Castilla-La Mancha, tenerlos al lado supone su desaparición total y quedarse como único partido de la izquierda. Una jugada redonda que no se sostiene como no se sostiene el análisis de Monedero.

Y, para terminar, si fuera poco todo lo dicho, aparece en el texto del podemólogo una insinuación conspiranoica ya que el Ibex-35 no querría a Podemos en el Gobierno por estar entregado a la clase dominante. Ante esto habría que preguntar ¿por qué lo quería en julio? El caso es que para Monedero el rechazo del PROGRAMA VERDADERO tiene que ver con el rechazo del establishment a él. Por eso no quiere el PSOE la derogación de la reforma laboral y demás iconos pop de Podemos. Ese partido que ha dejado pudrirse a barrios obreros donde han gobernado para lograr lo máximo en los carriles para patinetes eléctricos. Siempre les quedará el recurso a decir que ellas y ellos en realidad no estaban en esos gobiernos, por mucho que los apoyasen, los publicitasen y nos metiesen hasta en la sopa como “otra forma de gobernar”… en favor de la clase dominante les falta decir (recuérdese la Operación Chamartín). Siguen sin entender que, utilizando el subjetivismo, el PSOE, Sánchez, sus ministros, la militancia, los votantes y hasta muchas personas que votaron Unidas Podemos están dolidos porque rechazaron entrar en el Gobierno en las mismas condiciones que ahora piden. Más bien, en vez de atacar a los demás, podemitas y podemólogos podrían responder una sencilla pregunta ¿por qué rechazaron en julio lo que hoy piden? Cuando lo respondan con sinceridad igual se puede volver a hablar de forma seria.

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