La alegría dura poco en casa del ahorcado dice el refrán y lo que hoy jalean como un resultado histórico, teniendo que negociar con los neofascistas, mañana serán lloros y penas. Seguramente tener la Junta de Andalucía le servirá al PP para colocar a todas esas personas que se van a quedar sin trabajo el día 26 de mayo de 2019. Según todas las previsiones demoscópicas que vienen publicando medios estatales, autonómicos y locales, en una gran mayoría de casos el PP perdería la mayor parte del poder territorial que tiene hasta el momento. De la misma forma que los neofascistas le han servido para auparse al poder de la Junta de Andalucía, ese grupo le está quitando poder a nivel local. Pasa a perder y a dar la posibilidad de nuevas alianzas electorales menos repugnantes a muchos votantes.

La alegría de Andalucía será la tristeza de Castilla y León, por ejemplo, de Madrid o de grandes ayuntamientos que antes controlaban sobradamente. Por ejemplo la alianza entre PSOE y Ciudadanos, muy del gusto de algunos poderes fácticos, sería suficiente para gobernar Madrid capital y Comunidad Autónoma sin necesidad de gobiernos Frankenstein (los de la derecha también son de este tipo, nada de constitucionalistas). Incluso donde hoy el PSOE gobierna con Podemos también se podría configurar ese tipo de gobierno de perfil moderado-social que no escandaliza y tranquiliza. En Andalucía se ha producido que hay muchos intereses de los florentinos y demás empresarios de los servicios sociales, en otros lugares no interesa porque no es rentable realmente. Así que mejor gobiernos moderados que hagan ver que existe pluralidad y no acaba la ciudadanía volcándose contra los verdaderos artífices del caos en que tienen sumida a España, la clase dominante.

A muchos en el PSOE, incluso en localidades donde se declaran fervientemente sanchistas, sólo hay que mirar al sur madrileño, las coaliciones PSOE-Cs gustan y saben que de dar los números serán las que acaben llevándose el gato al agua en la mayoría de las ocasiones. Albert Rivera es consciente de que su fuerte no es acostarse con el PP constantemente, sino saltar de cama en cama política, y mejor si las sábanas son de color rojo antes que azul. De hecho esa era la intención del establishment cuando lanzó Ciudadanos, un partido que pueda moderar a PP y PSOE para no caer en los brazos de Podemos. Por eso todos los medios de comunicación, hace tres años, alababan el pacto PSOE-Cs (que tuvo el 80% de apoyo en el seno del PSOE de Pedro Sánchez no se olvide) y criminalizaban a PP y Podemos por no apoyarlo. Luego pasó lo que pasó y la idea primigenia se estropeó por dos motivos: uno, los números nunca han dado; y dos, la fracción servicios/construcción de la clase dominante ha lanzado su partido neofascista por interés particular. Pero a la fracción financiera, que es la dominante, lo que le gusta son gobiernos PSOE-Cs siempre que se puedan.

Los lobbies europeos, según hemos podido conocer, también apoyan esta solución que entienden como liberal-socialdemócrata, la cual es habitual en gran parte de Europa hoy, como lo fue en el pasado. Frente a los populismos de izquierdas prefieren moderación. Frente a los de derechas les da un poco igual porque no van contra sus intereses económicos en sí, sólo de forma indirecta y asumible, pero no quieren que haya una inestabilidad social que pueda provocar giros a la izquierda, o incluso movimientos más revolucionarios o radicales. Ahora que Podemos es otro partido más del sistema, al que califican como “IU chillona” en algunos cenáculos, nada mejor que volver a la idea primigenia, que es la que contaron a las baronías que pedían la abstención del PSOE, aunque ahora sea a escala autonómica y local. Parece, aunque todo es tan volátil que no se puede asegurar nada, que los números sí van a dar. Y si la fracción servicios quiere llevarse por delante al PP con Vox, problema suyo. Los verdaderos partidos que se quieren sean los sistémicos son el Ciudadanos de Rivera y el PSOE ¿de Sánchez?

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