Partiendo de la base de que, hoy en día, toda la Comunicación Política se basa en mentir y exagerar, cabe preguntarse ¿qué tipo de drogas toman esos “expertos” para hablar bien del debate sobre el estado de la Nación? Da igual que lo hagan sobre los suyos, sobre algún tema en particular o sobre lo general, salvo que se hayan tomado sustancias psicotrópicas afirmar algo positivo respecto a los mensajes difundidos en el debate significa mentir.

Se ha podido leer que Pedro Sánchez, con su discurso y medidas, ya no está tan muerto como se preveía. Que se viene arriba en los malos momentos… Lo primero de todo, cuando una personas es presidente del Gobierno nunca está muerta políticamente. Si una ya se planeta, desde la comunicación política “amiga”, que el presidente está casi fuera mal comunicadora es. Entre otras cosas porque lo más sencillo es asumir, justo en ese momento, que ese apoyo viene justo porque está muerto. Lo de venirse arriba en los malos momentos es un mitologema autogenerado y que el sanchismo difunde de vez en cuando. Pero esto no trata de Sánchez, ni del Gobierno, ni de la oposición.

Los datos

Lo mismo se puede decir de aquellos que alaban el discurso de Santiago Abascal o, agárrense la cartera, de Cuca Gamarra. En términos generales y de comunicación, el discurso del voxero fue bueno y el de la pepera malo hasta decir basta. Luego hay discursos más tipo aspavientos (por el límite de tiempo, algo que se debería modificar) como el de Carlos García Adanero que suelen tener su repercusión en redes. Alabar cualquiera de ellos o afirmar, sin drogas en el cuerpo, que han tenido o tendrán una repercusión enorme es mentir o estar a sueldo de un partido (lo que no excluye el uso de drogas).

El debate, en La1 tuvo un promedio de 313.000 espectadores escuchando a Sánchez, el pico máximo fue del 7,4% de cuota de pantalla. El partido de España en la Eurocopa de fútbol femenino en el mismo canal tuvo más audiencia (1.449.000 espectadores y 13,7%). Cuando el debate pasó al canal 24horas la audiencia no superó el 2,5%. Estos son los datos que explican perfectamente que directamente en debate no tuvo el impacto que algunos se inventan. A la misma hora había más personas viendo a Karlos Arguiñano, por ejemplo, que a Sánchez. Los otros ni qué contar.

Las redes sociales

Luego viene la difusión en redes sociales y el impacto que puede tener en las personas. Si se descuentan los trolls, los militantes de los distintos partidos y los propios partidos… no se ha visto que las personas estuviesen prestando mucha atención al debate. La gente estás de vacaciones o soportando el calor y prefiere disfrutar de cosas de música, ligar, hablar de los fichajes o no de su equipo y poco más. Lo de los políticos acaba molestando.

Si se va a las propuestas estrella de Sánchez, lo del impuesto a las eléctricas y la banca ha sentado bien pero con una mayoría, de las pocas personas, que se han manifestado desconfiando –por si se lo aumentan en el coste, o por si se queda en nada-. ¿Qué decir de lo del abono transporte? Como se contó ayer, más de media España protestando (porque no tienen ni Cercanías, ni metro, ni nada) y los demás sospechando sobre cómo se va a hacer… vamos que les tocará pagar de alguna forma. Es lo que tiene presentar propuestas como el chamarilero vende sus productos. Pero todo ello comentado por una amplia minoría.

La experiencia

Si se va a la difusión en medios de comunicación, pues la verdad es que hacia el gobierno muchas críticas o mucho reparo con las medidas; hacia la oposición algún palo y en general cierto silencio (a Vox porque ya hay campaña de destrucción de la clase dominante, al PP porque dieron cierta vergüenza). La distribución de artículos en favor o en contra ha sido… casi nula (salvo en grupos de creyentes). En términos generales el impacto del debate ha sido muy pequeño porque cada vez más hay desapego con la banda de entregados a la clase dominante.

Por mucho que intenten convencer desde la comunicación política que Sánchez ha estado empático por decir que está preocupado por el estado de las personas, la gente no se lo cree. Además que es un recurso más que trillado. Como aquella luz encendida en el palacio de El Pardo que simbolizaba la guardia y vela por los españoles. Tampoco la oposición conoce lo que preocupa al pueblo y eso se nota en sus discursos hablando de ETA o de cualquier otra estupidez. Hay más preocupación cuando se va a comprar una sandía o alquilar un piso que por etarras o problemas de “¿qué hay de lo mío?”.

Las gentes de comunicación política viven en un mundo paralelo, en un mundo de fantasía donde todo es posible con una campaña o un discurso, pero no, no es así. Se puede engañar un tiempo (como ha hecho Sánchez y pretende hacer Feijóo), no siempre si… (la solución no se va a aportar, que ya son ellos y ellas muy listos y listas). Y cuando analizan estos debates sólo ven lo superfluo, lo estéril… no son capaces de ver más allá. Producto de esa visión fuera de la materialidad de lo cotidiano pueden decir que ha sido muy bueno el discurso o que ha tenido mucho impacto. Y como sólo se escuchan entre ellos y a los periodistas, pues es una rueda de hámster. Y que igual toman drogas.

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