Fuente: @relevo

Normalmente esta columna diaria, en lo referente al fútbol, suele servir para actuar de azote del nacionalmadridismo y el nacionalbarcelonismo. También se suele hablar de cosas del Atlético de Madrid, unas que son calladas por los medios de comunicación, otras (la mayoría) señalando la manipulación de la prensa futbolera. Esto normalmente en verano o cuando dios obliga, que diría el padre Zorzales, ya que el esto del año se reparten leches a la clase política y se habla de libros. En esta ocasión es obligado hablar de algo distinto pero cercano a la vez: lo que quiere imponer como novedad Movistar La Liga en sus retransmisiones deportivas.

Esta temporada los partidos de liga van a ser emitidos por dos plataformas distintas: Movistar y DAZN. Mientras los segundos tan sólo emiten las imágenes del partido, sin ningún tipo de producción ajena, su narrador y su comentarista; los primeros utilizan la producción general que realiza La Liga de los partidos que transmite. Y aquí viene lo terrible, lo inconcebible, la astracanada… No han tenido mejor idea que incluir en las retransmisiones la narración de los goles por parte de diversas radios españolas y de los propios comentaristas. Justo en el momento en que un equipo ha metido un gol y la repetición y celebración de los jugadores se ve en un recuadro pequeño.

Esto no puede ser producto más que de dos tipos de mente: una disfuncional y otra egocéntrico-mediática. Si quien ha decidido esto no es capaz de juntar más de dos ideas se corrige la blasfemia en la retransmisión y se le destina a otro puesto dentro de la empresa. A ser posible lejos de cualquier cuadro eléctrico o de cualquier botón nuclear o parecido. Lejos de cualquier lugar donde haya alguna responsabilidad. No hay que despedirle porque en su situación tan sólo podría llegar a concejal de su pueblo y no es cuestión de empeorar la situación.

La realidad es que no parece ser producto de una mente enferma sino de una egocéntrico-mediática. Algo que, aunque no lo parezca, es peor pues lo primero tiene solución, lo segundo no. Influidos por el espíritu de los influencers que retransmiten partidos, han pensado que nada mejor que poner las caras de los periodistas que hacen esas labores en las radios y la televisión que retransmite. A ver, una cosa es Ibai retransmitiendo (que ha dejado de hacerlo por algo) y otra los quince mil que hacen el gilipollas. Es más, no habiendo estudio hecho esto no deja de ser más que una suposición, seguramente las personas no vean al influencer sino que lo escuchen como letanía, como reemplazo de la radio. Lo mismo que suele hacer la gente con experimentos del estilo en Twitch y Youtube de los teleñecos de la noche.

Tienen el ego tan grande todos estos entregados a la causa del duopolio que se creen más importantes que lo que sucede en el terreno de juego. Ningún medio se ha quejado, ni ninguna radio, porque se creen más importantes que el fútbol en sí. La celebración de los jugadores interesa menos que ver la cara al que se tiñe hasta la barba; lo que ocurra en el terreno importa menos que el mandarín radiofónico desgañitándose; la repetición del gol importa menos que las estupideces que se hagan en una cabina de retransmisiones. Y de seguir esta línea no se extrañen que comiencen a hacer el payaso con suma efusión.

Los que pagan (¿dónde ha quedado aquello de tener en cuenta al cliente y no tratarle como si fuese idiota?) lo hacen para ver fútbol, no una película de terror o una comedia estadounidense de esas que no tienen gracia. Los que pagan quieren ver a sus jugadores, a su entrenador y a los rivales (especialmente en algún derbi ver las caras de los otros tiene su aquel), no a tipejos que pueden hacer muy bien su trabajo en la radio (algo que está por ver), pero que en la retransmisión son como los dos rombos o el símbolo de la edad, una molestia. Entre otras cosas porque los ciento y pico euros que cuesta ver el fútbol no se lo puede permitir el monguer al que le pueda gustar ese espectáculo lamentable. ¡Anda a la mierda engreídos!

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