No se asusten por el titular. No estamos intentando conseguir visitas, no. Tan sólo reflejamos una realidad que deja en evidencia el Reglamento del PSOE para primarias e indica la chapuza en que han incurrido desde el Comité Federal que lo aprobó y la Ejecutiva que lo redactó. Al decir Albert Rivera, quien servirá de ejemplo, hacemos uso de una exageración para hacer más comprensible el asunto al que nos referimos. Todo esto parte de una llamada recibida desde el PSOE afirmando que estábamos equivocados, que José Vicente “Pepu” Hernández no incumple el Reglamento. Veníamos sosteniendo que ni el artículo 260, ni el 271 eran cumplidos por el independiente. Desde el PSOE nos han indicado que le aplican otras normas del Reglamento por ser primarias sólo de los militantes.

Antes de escribir la rectificación, pues si nos equivocamos se rectifica y no pasa nada, miramos el susodicho Reglamento buscando qué artículo le acaba aplicando a este señor y al resto de candidaturas, ya que en el PSOE no sabían tampoco muy bien cual era. Encontramos que es el artículo 233 y para nuestra sorpresa, no sólo se verifica que Pepu Hernández lleva dos semanas incumpliendo el reglamento, sino que a las primarias del PSOE al Ayuntamiento de Madrid se puede presentar hasta Albert Rivera. Así. Como lo leen. Increíble pero cierto. Asombroso y todos los calificativos que quieran poner. Dice el famoso artículo los siguiente: “Podrá presentar su candidatura al proceso de elecciones primarias cualquier militante o afiliado/a directo/a socialista o no militante que se comprometa con los valores socialistas en el ámbito en cuestión que disfrutando de todos los derechos orgánicos cuente con los avales establecidos”. De momento ponen en duda que la militancia tenga valores socialistas, claro que lo mismo igual opina la militancia respecto a la élite partidista. Pero lo importante para el caso es que ya indica que cualquier no militante se puede presentar.

A esto se añade un apartado especial para no militantes que afirma lo siguiente: “En el caso de no militantes, la persona deberá acreditar una trayectoria conocida de cercanía a los valores socialistas y al PSOE. En caso contrario, la Comisión Ejecutiva Federal, previo informe de la Comisión Ejecutiva Regional o de nacionalidad, podrá objetar su precandidatura e impedir su presentación al proceso”. El texto resaltado es donde está la clave. El precandidato deberá “acreditar” trayectoria y cercanía al PSOE. En el caso de Pepu Hernández no se conoce trayectoria, ni compromiso con los valores socialistas. No se le ha visto pedir la colectivización de los medios de producción en tiempos jóvenes, ni nada por el estilo. Lo más que se recuerda es su famosa frase: “Ba-lon-ces-to”. Eso y que es amigo de Pedro Sánchez. En este caso, Rivera tiene más cercanía con los valores socialdemócratas. Hasta hace poco se situaba en esa posición política. Y además no quiere el sanchismo pero le gusta el resto del PSOE. Puesto a elegir cercanía al PSOE cualquier camarero o camarera de la cafetería que hay en la esquina de Ferraz con Buen Suceso se ha juntado más al PSOE.

Pongamos que nos vale con que Sánchez le haya animado a presentarse. Aquí viene una cuestión fundamental ¿quién acredita la cercanía? En el Reglamento no se dice nada. Basta con que presente los papeles que se le requieren y con ello se da por hecho que es válido como precandidato. No hay un órgano que controle quién se presenta o no. Y esto es un problema porque podría hacerlo Rivera o un empresario que quiera hacerse con el control del PSOE en cualquier ciudad de más de 50.000 habitantes. Con afiliar a unas cuantas personas el Reglamento le permite ser precandidato. Bien es cierto que la Ejecutiva podría decir que no. Entonces no se acredita cercanía al PSOE o a los valores socialistas (los cuales no explican, por cierto), si no que le guste o no a las ejecutivas correspondientes. Si Rivera no le gusta a José Manuel Franco, reúne a su ejecutiva y para afuera. Pero no la reúne para dar el visto bueno a Hernández, como es mandato superior hace la vista gorda, y que entregue los papeles. Tampoco se permite a cualquier militante que interponga una queja a la precandidatura. Garantías democráticas pocas. Algo que no pasa, paradójicamente, cuando las primarias son abiertas a simpatizantes cuando sí que las Ejecutivas pueden presentar candidatos y los controlan.

Esto ocurre cuando se intenta hacer un Reglamento con la mirada puesta en Ángel Gabilondo y se acaba colando Pepu Hernández. Quien ha estado dos semanas de campaña por las agrupaciones no habiendo demostrado sus valores socialistas. Esos mismos que se obtienen cuando se presentan los papeles. Porque dice en el punto 2 del art. 233: “Aquellas personas que vayan a concurrir al proceso de primarias deberán comunicarlo, mediante la presentación del oportuno impreso, a la comisión de garantías electorales correspondiente”. Los otros tres candidatos son militantes y, por tanto, pueden hablar y hacer charlas con el resto de compañeras y compañeros cuando quieran. Hernández no. Él debería haber entregado el famoso escrito antes de hacer actos majestuosos (¿Quién lo ha pagado?) o patearse las agrupaciones porque, hasta ese mismo momento, siguiendo la letra del Reglamento no había acreditado nada más que amistad con Sánchez y voluntad de presentarse. Curioso que ahora no pueda hacer más actos en teatros como dice el punto 233.3 “Quienes vayan a concurrir al proceso de primarias deberán aceptar de manera expresa las normas que regulan el proceso en cuestión, y en concreto, las normas sobre medios materiales y financiación durante el proceso”.

Un Reglamento que sólo da todo el poder a las Ejecutivas y no a las bases, como prometieron en el 39º Congreso.  Un Reglamento pensado para colocar a amigos e independientes sin tener que pasar fiscalización alguna. Con la mira puesta en hacer la puñeta a las baronías, pero que las mismas pueden utilizar en su favor en sus territorios. Y un Reglamento que, pensando en las primarias para el Ayuntamiento de Madrid, abre la puerta a todo el que pase por la misma. Cualquier señor o señora que se quiera presentar puede hacerlo porque no hay mecanismo de acreditación de nada y cuyos máximos perjudicados son los precandidatos militantes. Es curioso cómo se llega a despreciar a la militancia. Imagino que Marlis González, Chema Dávila o Manuel de la Rocha habrán llorado, se habrán cabreado e incluso disfrutados con los aconteceres del PSOE. Si fuese candidato alguno, de ganar se llevaría una alegría enorme, de perder el disgusto sería supino. Y no por una cuestión personal sino porque han mamado lo que significa ser del PSOE desde hace años. A ellos y ella les duele el PSOE cuando las cosas van mal. Y se alegran cuando van bien. Saben que tienen detrás una Historia de 140 años a la que deben admiración y respeto por las personas que lucharon, perdieron la vida y gobernaron, con mayor o menor acierto, antes que ellos. Un militante del PSOE no sólo tiene un carnet, ni es un pega carteles, ni un hace memes, ni un montasillas, sino que tiene una Historia sobre sus espaldas. Los paracaidistas no. Si pierden la derrota es personal, incluso algunos salen huyendo en cuanto pueden. Si gana el triunfo es sólo de él y sus amigos. Y más cuando el compromiso parece difuso.

Queda otra cuestión que no es baladí, el programa del partido. Siendo el candidato o candidata militante sabe, es consciente, de que su aportación será influyente pero no determinante. Que el programa se construye desde posiciones diversas bajo el aura del posicionamiento que han determinado las bases del partido. Ahora bien, si el candidato independiente presenta su proyecto de programa y luego el partido democráticamente lo cambia por no encajar con la realidad y la diversidad del mismo ¿se quedaría el candidato? No es el programa de Pepu, sino del PSOE. Y, otra cuestión no baladí, el candidato militante sabe que puede influir en la confección de la lista hasta cierto punto, tiene legitimidad para colocar a parte de su equipo. Pero el candidato independiente podría querer imponer otros candidatos independientes, porque al no tener vida de partido confía más en esos de afuera, si el partido democráticamente los rechazase ¿se quedaría como candidato? Esto nos lleva a que las credenciales de cercanía al PSOE deberían ser más fuertes. Más lucha compartida.

Lo único cierto en todo esto, y que es válido para cualquier partido, es que si el aparato oficial quiere un candidato pondrá todos sus esfuerzos para que logre la victoria y acabe siendo el candidato. Dan igual, cuando el aparato entra en juego, las reglas del juego, la ética o el reglamento. Las normas se saltan, como ha pasado con Pepu por ejemplo, cuando interesa y son de máxima exigencia cuando no interesan los candidatos. Lo curioso es que el Reglamento del PSOE es más exigente con la militancia que con los independientes, entre otras cosas, porque les exige lealtad y pagar su cuota. Al independiente con que firme un papel diciendo que siempre se ha sentido del PSOE le dan el pase. Y no Rivera no se presentará… pero podría.

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