Pensarán, con razón, que en esta columna diaria se tiene especial inquina hacia el presidente del PP. Nada más lejos de la realidad, las fobias propias caminan por otros derroteros. El intento de desmontar a la dirigencia política, que es propósito verdadero, lleva a fijarse en detalles que pueden pasar desapercibidos al ojo poco habituado. En esa búsqueda de algo cercano a la verdad, nunca absoluta y llena de matices, se acaban encontrando absurdos, intentos de mentir, acciones teatrales y conchabeos variados (como los de la derecha mediática) que son necesarios señalar y mostrar tal cual son. No es culpa de quien escribe estos párrafos que Pablo Casado sea un absurdo en sí mismo, un chisgarabís de la política que es incapaz de pensar antes de hablar o que cuando lo hace, creyendo que la idea es buena, muestre su completa nesciencia política e ideológica. Es de derechas porque el mundo le hizo así como decía la canción y porque ser de derechas en este país supone no tener que pensar mucho y estudiar, algo que encaja perfectamente con su perfil de habitual del rincón del vago.

No hay día en que impida un artículo o un titular cuando menos asombroso. Tal es así su capacidad de meter la pata, de mostrar su ignorancia o cierta maldad social que lleva dentro. Ayer, sin ir más lejos, se atrevió a pedir a los socialdemócratas españoles que apoyasen al PP en no se sabe bien qué. No habiendo elecciones a la vista, quedarían tres años y pico aún, esa petición no es electoralista en sí (en el PP todo es electoralista y capitalista). ¿En qué momento se le ha ocurrido pedir ese apoyo a las personas socialdemócratas de España? ¿Ha pensado realmente lo que decía? ¿La supuesta defensa de valores comunes es cierta o Casado no sabe ni de lo que habla? Responder a estas preguntas será el tema de este artículo. Se adelante ya que para la tercera pregunta la respuesta es negativa y deja en muy mal lugar al presidente del PP. Lo normal es que le hayan pasado algún tracking electoral donde se muestre que algunas personas del centro-izquierda hayan decidido votar al PP de haber elecciones y él se ha creído que directamente mejor pedirles el apoyo. Esta es la explicación más plausible de esa alocución que ha tenido en Junta Directiva Nacional del PP, que como sucede en este tipo de reuniones sólo sirve para que el dirigente máximo suelte un speech y le hagan diversos cortes para redes sociales o televisión y radio. El problema no es que una encuesta le diga que hay socialdemócratas que les votarían; el problema no es que ese tipo de encuestas tienen poca validez en sí por el contexto en el que se están haciendo; el problema es que Casado no sabe de lo que habla, como se verá, y vuelve a meter la pata.

No ha debido pensar lo que decía. Bueno él seguramente que no y sus asesores debe ser que tampoco. Sus palabras han sido las siguientes: “Debemos cobijar a todos esos españoles socialdemócratas que quizás no comparten todas nuestras propuestas, pero sí la más la defensa de la libertad, la igualdad de todos los ciudadanos y la prosperidad para los suyos”. Es bueno que haya advertido que no comparten todas sus propuestas aunque sea en signo de falsa modestia, porque lo normal es que no compartan casi ninguna los socialdemócratas. Entre otras cuestiones por dilapidar el Estado de bienestar o entregar los servicios públicos a manos privadas. Con eso sólo cualquier socialdemócrata ya no apostaría por el PP, eso sin hablar de la corrupción y el entreguismo al Imperio estadounidense. Lo mejor está en la frase destacada en negrita porque ahí está el intento de engaño o la muestra de la incultura de Casado respecto a las ideologías políticas. ¿Defienden la libertad, la igualdad y la prosperidad los socialdemócratas españoles? Sin duda. Pero no son ni la libertad, ni la igualdad, ni la prosperidad del PP.

Simplificando por mor de no llevar el análisis a un nivel académico, la libertad se puede dividir en dos posiciones (antagónicas en muchas ocasiones): la libertad positiva y la libertad negativa. Esto que Casado sabría si hubiese leído a un liberal como Isaiah Berlin (con haber asistido a clase le sonaría) es el quid de la gran diferencia entre liberales (Casado dice serlo) y socialdemócratas. Los partidos socialdemócratas defienden la libertad positiva porque entienden que la autorrealización personal del individuo o clase social, que el desarrollo de su voluntad y el control de sus acciones es fundamental. Por ello actúan en el ámbito social a fin de que las todas las personas tengan educación, tengan trabajos dignos (regulación de las relaciones de producción), no se vean impedidas por sexo, raza, clase o religión, etcétera. Una “libertad para algo” a fin de que se entienda. Los liberales por su parte son partidarios de la libertad negativa, esto es, pensar que cualquier individuo es libre en tanto en cuanto nada restrinja su libertad, sea cual sea esa acción, exceptuando las agresiones físicas evidentemente. Una “libertad de” coacciones sociales o estatales. No es el mismo tipo de libertad porque una impulsa el beneficio común y otra el individual. Es más cuando el PP se acerca a la libertad positiva es para camuflar privatizaciones o que la clase trabajadora acabe pagando el colegio a los ricos. Nada que ver. ¿Conocerá esto Casado? Apuesten que no.

Con la igualdad sucede tres cuartos de lo mismo. Mientras los liberales defienden la igualdad de todas las personas ante la ley sin más, con algún atisbo de igualdad de oportunidades que les sirve para privatizar servicios y hacerlos más caros (como sucede con la sanidad y la educación), desde la socialdemocracia se defiende una igualdad real, una igualdad que entronca con la libertad positiva para conformar una sociedad mejor donde a nadie se le excluya en base a su clase social, su sexo o su raza. La socialdemocracia actúa con leyes que refuercen e, incluso, obliguen a que la igualdad sea efectiva. Una gran diferencia pues a los liberales les importa bien poco que haya exclusión social, siempre es culpa del individuo porque la sociedad en sí no existe sino que es un constructo con el que hay que acabar. De ahí que utilicen mucho la expresión sociedad civil para colar los lobbies y demás demandas que benefician a la clase dominante. No es la misma igualdad la que defienden liberales y socialdemócratas así que difícilmente pueden compartir eso. ¿Sabe esto Casado? Seguramente ni sepa de qué se está hablando pero el lanza el significante vaciándolo, como hacen los populistas laclauianos, para engañar a las personas socialdemócratas que estén enfadadas con el PSOE. Mejor dicho, que estén enfadadas con Pedro Sánchez, el verdadero Satanás para la derecha, la persona que acabará con España. Por cierto, al defensa de la unidad territorial, el jacobinismo (que también es muy socialdemócrata), España y demás monsergas no son utilizadas para convencer a los socialdemócratas, sino las cuestiones en que más diferencias podría haber. Muy listos no parecen no.

En último lugar ha propuesto como lugar común la prosperidad. Nadie puede estar en contra de la prosperidad y eso debería unir sin lugar a dudas. El problema para Casado es que el inconsciente le juega malas pasadas. Si se fijan bien en la frase dice “la prosperidad de los suyos” no “de los españoles y españolas”. Ahí se ve algo que también diferencia a socialdemócratas y liberales. Mientras Casado y su alegre muchachada se preocupan de “los suyos” (nada nuevo pues siempre los colocan en chiringuitos diversos y se preocupan de que nada les falte, con sobre sueldos inclusive), de los propios, de los cercanos, de la clase dominante, las huestes socialdemócratas se preocupan de la prosperidad de todas y todos, incluyendo los inmigrantes. El lenguaje muestra en muchísimas ocasiones esas derivas personalistas o comunes que defienden las dos ideologías principales en Europa. Es la diferencia clave entre el egoísmo propio del liberal y la solidaridad/fraternidad del socialdemócrata. Tampoco en eso coinciden y como en sus propuestas ya ha admitido Casado que tampoco ¿para qué hace esa llamada a la unión?

La respuesta es clara. A Casado y al PP les importan muy poco la pandemia, los enfermos, la recuperación económica y lo que ustedes quieran añadir, sólo buscan el poder. Ese mismo que creen les pertenece por derecho divino. Un poder que añoran como Golum añoraba su anillo y por el que, cual criatura infectada de diversos males, harían cualquier cosa. Incluido hacer el ridículo pidiendo a los socialdemócratas que apoyen al PP intentando colar que defienden valores similares cuando la realidad es que son prácticamente antagónicos. Habría que escuchar a minarquistas, anarcoliberales y demás individualistas que habitan en el PP ahora que su jefe, por la búsqueda del poder a cualquier precio (no vaya a ser que tenga que buscar trabajo sin haber dado un palo al agua en su vida), se acerca a la socialdemocracia. No los escucharán porque saben que Casado es un nesciente y es mentira lo que dice. Un mero ardid. Un engaño que no llegará a más aunque el presidente pepero no sepa de qué habla, algo que se nota a la legua. La última barrabasada dialéctica de Casado vuelve a mostrar que es un inculto político, pues es consciente de que las órdenes llegan de la patronal y él las ejecutará sin más, de ahí que no necesite cultura alguna. Los que la tienen le señalan eso sí y él se enfadará porque, dentro de su soberbia, piensa que es el más inteligente. Y no, no es ni el segundo más inteligente de la clase… De hecho no es ni inteligente.

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