Alegría en la cara de Pedro Sánchez tras la pírrica victoria conseguida en las elecciones de ayer. Una alegría que contrasta con la decepción de buena parte de la militancia socialista que esperaba, al menos, no perder diputados ni la mayoría en el Senado. Engatusados por el CIS de José Félix Tezanos, del que ya avisamos que estaba escorado hacia la izquierda de en la base de la muestra, al ver que su partido no sólo no aumentaba los escaños sino que los perdía pasaron la noche con un sabor agridulce. Por no decir enfadados en una gran mayoría. Sí, se ha ganado, pero con peores números que en las anteriores elecciones y sin capacidad de alternativa a algo que no sea un gobierno de coalición con Podemos, salvo que el establishment le obligue a Sánchez a pactar con el PP. Una victoria pírrica, por el gran gasto personal que ha sufrido el PSOE, que deja las cosas como estaban o peor, porque los fascistas han aumentado su presencia. Y todo gracias a su gurú personal Iván Redondo y su ejecutiva federal.

Sánchez debería cesar hoy mismo a Redondo y mandarle de vuelta a su empresa tras comprobarse el fracaso en todas las estrategias que le ha presentado una tras otra. Tras arrogarse una victoria en las primarias del PSOE, algo que él jamás controló, se pensó que la mínima victoria de las elecciones de abril servirían para hacerse un Rajoy y aumentar de votos porque la población culparía a Podemos. Y la formación morada en su pecado ha llevado el castigo perdiendo 7 escaños, pero el PSOE también. ¿A quién se le ocurre no haber intentado algo en agosto/septiembre sabiendo lo que vendría en Cataluña cuando sabe que su protector se maneja fatal con cuestiones como Estado plurinacional y demás conceptos políticos? Sólo a alguien tan incapaz de ver el sentido de la historia y leer las coyunturas como Redondo. Lo único que ha conseguido este señor para el PSOE es copiar campañas de otros países. Es un asesor magufo que está dañando al partido más antiguo de España y uno de los más antiguos de Europa. Y sólo Sánchez puede impedir que lo siga haciendo.

Desde la ejecutiva del PSOE igual no se atreven a pedir su dimisión porque, salvo excepciones como Andrés Perelló, todos apoyaron la decisión de Redondo. No es que el nivel de conocimientos politológicos y sociológicos de la ejecutiva esté extendido, pero con la de años que llevan algunos y algunas medrando en el interior del partido deberían haber aprendido a verlas venir como poco. José Luis Ábalos ha sido uno de los pocos que han tenido la mosca tras la oreja con el señor Redondo, como buen perro viejo, pero el resto sólo aplaudían lo que les decían. Y sin capacidad crítica un partido se muere. Fíjense lo que ha pasado con Ciudadanos y Podemos. De hecho cuando el PSOE ha permitido esa crítica interna ha ganado más porque ha permitido a la sociedad verse más reflejada en el partido. Ahora, al haber tanta mediocridad, se calla y se aplaudo hasta dentro de la Ejecutiva Federal, cuando hasta hace bien poco ha habido discusiones y broncas políticas.

Dijeron que se iba a nuevas elecciones para mejorar los resultados, como no se ha conseguido el cese de Redondo debería efectuarse a la menor brevedad posible. Y algunas dimisiones en la Ejecutiva del PSOE debería haber por su incapacidad manifiesta. No las habrá por algo que es patente ¿a dónde van a ir? Sánchez ahora tiene la obligación de intentar formar gobierno con los mejores elementos posibles y no está para ceses (salvo Redondo y alguno más en Moncloa) o reformas ejecutivas, pero no debería dejar de pensar en ello alguna vez. Se han perdido diputados, otra vez, y se tiene al fascismo a las puertas del gobierno. Hay que dar un giro a todo porque, por desgracia, la crisis que está a las puertas no respeta a nadie y ya se sabe cómo las gasta la caverna mediática. En el interior del PSOE sería motivo de alegría el cese de Redondo… y cuesta tan poco conceder eso a su militancia.

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