Cuanto más afirman ser patriotas, más quedan en evidencia con sus actos. Hoy mismo el PP piensa utilizar una manifestación de venezolanos en Madrid para atacar al presidente del Gobierno, defendiendo con ello los intereses económicos y geopolíticos de Estados Unidos, sin temer pisotear esos mismos intereses de España. Tanto hablar sobre la ruptura de España y los mil males que traerá el Gobierno de coalición para acabar siendo un miserable lacayo de los intereses imperiales de Donald Trump. No sólo tiene analfabetismo jurídico sino de relaciones internacionales, por no hablar de no saber estar en cuestiones fundamentales para intereses económicos de España en el extranjero. No es la primera vez que lo hacen porque bien que tragaron (y siguen tragando) con la destrucción de importaciones agrícolas a Rusia y a EEUU en beneficio no de España sino del Imperio.

Juan Guaidó, que se autoproclama presidente de Venezuela por medio de una Constitución que dice no respetar y que no ha convocado como prometió elecciones libres en el país sudamericano, viene de visita a España. El pelele de Trump se pasea estos días por Europa para decir que Nicolás Maduro es un malvado y que deben apoyarle a él como símbolo del pueblo venezolano. Se reúne con unos y con otros, gracias al respaldo de Washington, y acaba exigiendo reunirse con el presidente del Gobierno de España. Ningún otro máximo dirigente de la Unión Europea ha charlado con él pero lo exige de España (Boris Johnson, el premier británico no cuenta porque ya se sabe que están saliendo de la UE y no dejan de ser el brazo de EEUU en Europa). Que Maduro es un sátrapa es conocido y a nadie le agrada lo que está haciendo en Venezuela, pero no por ello España y  la Unión Europea tienen que hacer lo que diga Trump, quien evidentemente defiende sus propios intereses. El Gobierno de España, por su parte, defiende los intereses de España en la zona. Intereses que son bastantes, más allá de la unión imperial de antiguo. Un Imperio que el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, ha querido recordar y revitalizar al nombrar a la ciudad como “capital de Iberoamérica”. Para que vean en qué sentido piensan.

El problema, alentado por la prensa de la carcunda, le cae al presidente Pedro Sánchez (siempre mirando de reojo los filibusteros mediáticos a Pablo Iglesias) por no recibir al criado de la CIA. Sí recibirá a Guaidó la ministra de Exteriores, Arancha González, en calidad de lo que es realmente presidente de la Asamblea Nacional Venezolana. Algo que ha sentado mal al político venezolano, quien se está pensando rechazar la invitación a verse con la canciller española. No sólo el pelele de EEUU sino soberbio (como la mayoría de políticos de la derecha internacional). Desde EEUU ya han advertido que lo que tienen que hacer todos los súbditos imperiales, así lo ha expresado Carrie Filipetti, secretaria de Estado de “Asuntos Imperiales” de EEUU: “No sé los motivos del presidente Sánchez, pero instamos a los jefes de gobierno a que se reúnan con el presidente interino, por una razón en concreto: para escuchar de primera mano lo que sucede sobre el terreno”. Pues deberían saber en EEUU, donde suelen tomar por estúpidos a los demás, que en España se sabe perfectamente lo que pasa en el país sudamericano, es más, los motivos de Sánchez son los mismos que los de Trump en el tema: elecciones libres, democracia y… negocios.

En efecto, Sánchez, más allá de desear que haya una democracia en Venezuela y que se respeten los derechos humanos, quiere proteger los intereses comerciales de numerosas empresas españolas que podrían perder miles de millones de euros por estar al servicio del Imperio. Que Trump quiere el petróleo y el gas venezolano es evidente. Ya se han apropiado del petróleo colombiano, querían el argentino y ahora van a por los minerales y el gas boliviano (o ¿piensan que el apoyo a la golpista Jeanine Áñez tiene algo que ver con la democracia? Por cierto en Bolivia, España también tiene muchos intereses económicos que defenderá). Repsol es uno de los socios preferenciales de Venezuela en la extracción de gas natural, como las compañías chinas y rusas lo son también. Telefónica, aunque está pensando desinvertir en toda Latinoamérica, está plenamente asentada allí, como la aseguradora Mapfre y así muchas más empresas. No es que la balanza comercial ofrezca grandes cantidades a día de hoy, por culpa del bloqueo estadounidense, pero hay inversiones mil millonarias que no se pueden perder. ¿Sabían ustedes que por culpa de Mariano Rajoy Repsol estuvo a punto de perder 1.200 millones de euros por jugar a amigo del jefe imperial? Esto Sánchez lo tiene claro.

Ábalos, Rodríguez y González.

El flojo de pantalón de Casado piensa que utilizando a la carcunda venezolana conseguirá dos objetivos: dañar a Sánchez y ser el más fiel y sumiso amigo de EEUU en Europa. De momento está consiguiendo que los intereses económicos españoles puedan ser pisoteados, como lo han sido en Rusia, que antes del embargo que aceptaron los cobardes dirigentes de la UE era uno de los mayores compradores de productos agrícolas de España; como lo están siendo en el caso de la aceituna de mesa y el aceite de oliva en EEUU. El PP no quiere a España con sentido patriótico, sino para expoliarla. Morgan Ortagus, la portavoz en materia exterior del Imperio, ha afirmado lo siguiente respecto a este tema: “Las democracias a las que les preocupe la nefasta influencia del régimen de Putin en Rusia o del Partido Comunista chino, deben posicionarse con Estados Unidos para apoyar elecciones justas y libres en Venezuela y en el resto del mundo”. Los enemigos geopolíticos de EEUU tienen que ser los enemigos de los demás. Y lo de las elecciones libres es un completo invento. ¿Cuándo le han preocupado las dictaduras si eran amigas al Imperio? En España sabemos bien cómo apoyaron durante treinta años una dictadura atroz donde se mataba a la gente por pensar distinto. O lo que hicieron en Chile con Augusto Pinochet y han hecho hace bien poco con Iraq, donde no hay democracia y sí saqueo estadounidense del petróleo. La democracia les importa bastante poco si pueden sacar beneficios comerciales. Esto es lo que está apoyando Casado por influencia, cómo no, de José María Aznar el agente de EEUU para los temas latinoamericanos y europeos. No defienden a España sino el bolsillo de su amo.

José Luis Ábalos, al que ahora persiguen por verse en la zona internacional de Barajas con el ministro de Turismo venezolano y la vicepresidenta del país, no ha hecho otra cosa que hablar sobre los intereses españoles en Venezuela. Lástima que no coincidan con los del poder imperial, pero España defiende lo suyo como hacen los demás en el resto del mundo. El austericidio para que las exportaciones alemanas siguiesen siendo rentables se ha sufrido en las propias carnes. Al menos un Gobierno defiende, dentro de sus capacidades, los intereses de su propio país en el orden internacional, cosa que no haría el PP, con Casado aún menos, porque siempre han sido los lacayos lamebotas de la fuerza imperial. Tanto amar España para pisotearla a las primeras de cambio. Tanto hablar de imperiofobias para acabar como perritos falderos de Trump.

En el caso de los dos ex-presidente del PSOE sus opiniones son divergentes porque sus intereses son bien distintos. José Luis Rodríguez, toda vez que no aspira a morir como el más rico del cementerio, está empeñado en conseguir sociedades mejores en todo el mundo. Buenismo loable, de difícil consecución, pero que es lo único que le mueve. Sabe mejor que los miles de bocas agradecidas que hay en España lo que pasa en Venezuela y cómo un nuevo bloqueo imperial tiene asfixiada a la población venezolana. Porque sin el bloqueo comercial, que se saltan los “malos de siempre” Rusia y China en lo que pueden, Venezuela, más allá del sátrapa Maduro, no tendría ciertos problemas. El leonés quiere y aspira a que la sociedad no se divida de tal forma que el futuro sea imposible. Felipe González, por su parte, no hace más que defender los intereses económicos de amigos suyos como Gustavo Cisneros o Carlos Slim, por ejemplo. De ahí que diga que el único representante de Venezuela es Guaidó. ¿Han visto quejarse a González de los más de 12.000 asesinatos de sindicalistas o activistas sociales propiciados por el Gobierno o sus grupos paramilitares en Colombia teniendo la doble nacionalidad? Ni esta boca es mía. ¿Han escuchado quejarse a González de los asesinados y torturados por el gobierno de Piñera en Chile durante las protestas sociales? Como decía el novio de Malú, “el silencio”. Una gran diferencia que define no los valores democráticos sino éticos de cada persona.

El nuevo ruido semanal, tras el pin, viene de Venezuela y deja claro cuáles son las preferencias del PP, defender los intereses económicos y geopolíticos de EEUU. Hoy cientos de venezolanos (por cierto ¿puede un extranjero sin residencia en España montar una manifestación sin que le apliquen la ley mordaza?) lucharán por una democracia, los dirigentes que allí se reunirán, con todo el aparato mediático de la derecha, no. La democracia históricamente nunca ha sido una preocupación de las derechas sino el dinero y el poder sin más. Si el sátrapa venezolano colaborase con EEUU ni le darían importancia. Franklin D. Roosevelt ya saben lo que dijo del dictador Somoza: “Es un hijo puta pero es nuestro hijo puta”. Lo mismo dijeron de Franco, de Batista, de Trujillo y tantos otros dictadores que han apoyado en favor de sus intereses económicos y geoestratégicos. ¿Es Guaidó el “hijo puta” del PP? Tal y como han reaccionado parece que sí. Lo más gracioso de todo esto, más allá de señalar al PP como poco patriota en realidad, es que a la mayoría de españoles estás cosas le dan igual. Ni con todo el invento venezolano consiguieron derrotar a Podemos. Ni ahora Ábalos dimitirá. Venezuela merece unos gobernantes mejores, pero no piensen que éstos que nos pasean por Europa de vez en cuando son mejores que el sátrapa actual. Como tampoco España merece a Casado.

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