Fuente: PSOE

La conformación de Gobierno, que en el lado del PSOE no se espera tenga muchas sorpresas (alguna salida o algún cambio hacia secretaría de Estado), no sólo ha de contar con las capacidades técnicas de los seleccionados, sino las políticas. Es conocido que Pedro Sánchez prefiere los perfiles tecnócratas, de bajo perfil político, porque se asemejan más a su propio perfil. Personas con una marcada acción técnica durante su vida política y profesional antes que un perfil político que tenga mayor brega en el día a día. Salvando a José Luis Ábalos y Josep Borrell, el resto de los elegidos en el anterior gobierno tenían un claro perfil técnico, también producto de la especial coyuntura en la que se movía cuando fue elegido tras la moción de censura: una Troika permanentemente fiscalizando la acción de Gobierno para no separarse ni un milímetro de sus mandatos.

Hoy en día esa fiscalización persiste y es algo que Unidas Podemos tiene claro antes de pactar, pero igual sí necesita algún ministro o ministra de un perfil más político y más a la izquierda que la mayoría de los que conformaron el Gobierno anterior pues la coyuntura ha cambiado al producirse la coalición. En resumidas palabras necesita a un “rojo” o “roja” del PSOE, con fuerte sentido político para contrabalancear a los ministros y ministras de Unidas Podemos. Ciertamente ese tipo de perfil no es habitual entre los “sanchistas” del PSOE que tienden a moderados, social-liberales en muchas ocasiones, y que son de “izquierdas” de boquilla más que de convicción o acción. Demasiados representantes de lobbies, de “qué hay de lo mío”, y pocos izquierdistas que es lo que necesitaría para actuar dentro del Gobierno. No abundan entre los sanchistas de primera hora (ahora hay muchos “sanchistas” que se han subido al carro) aunque los hay más allá del sanchismo que han demostrado su compromiso con el PSOE desde hace tiempo, incluso desestimando los cantos de sirena de otras formaciones políticas. Pero no son sanchistas en sí sino solamente socialistas y esto es algo que al propio Sánchez y a algunos de los factótums de la Ejecutiva no les agrada demasiado pues los quieren fieles antes que leales.

Se preguntarán ¿por qué incluir un “ministro rojo” en el Gobierno? Por dos motivos, uno interno al propio desarrollo del Consejo de Ministros y Ministras y otro de carácter externo-simbólico. En el ambiente flota que las ministras y ministros de Unidas Podemos van a tragar con casi todo lo que proponga en presidente del Gobierno. Dicho de otra forma, que van a renunciar a muchos de sus “principios” por permanecer en el Consejo porque no se verán en otra igual en la vida seguramente. Lo cual no empece para que dentro del mismo Consejo interpelen a los demás ministros y ministras con cuestiones de ética izquierdista. Alfonso Guerra, como deliciosamente contó Jorge Semprún, solía hacer todo ese tipo de extravagancias o postureo dentro del Consejo aunque luego era el primero en tragar y defender lo propuesto incluso defenestrando a compañeros y compañeras de UGT si hacía falta. Frente a perfiles técnicos Iglesias o Garzón, este último como casi no va a tener competencias con mayor razón, pueden convertir el Consejo de los viernes en un toma y daca de principios y teorías de la izquierda. De ahí que sea importante contar con alguien de su perfil izquierdista para confrontar cuestiones, baladíes en muchas ocasiones, pero que pueden dar al traste con el Gobierno por cansancio.

Lo más importante, sin embargo, es que desde Unidas Podemos van a jugar la carta de “vender” y explotar todo lo que suene a izquierdas como un producto de su intervención en el Consejo de Ministros y Ministras. Aunque Sánchez no lo quiera es obvio y patente que van a intentar ver que existen dos Gobiernos en uno. El de Sánchez que será el que haga todas las cosas de neoliberales y el de Pablo Iglesias que será el más izquierdista. Un juego simbólico que les permita llegar a la ruptura, que se producirá en cuanto vean que sus opciones de obtener más escaños se reflejan en los sondeos, aunque nunca antes de los dos años, en inmejorables condiciones de señalar como un “traidor” a la causa de la izquierda a Sánchez. Es algo que se ha producido a lo largo de la historia, de forma muy cainita en España pero en todos los países de Europa y dentro de la derecha incluso, por lo que hay que tenerlo en cuenta. Hasta que llegue esa ruptura intentarán, como se ha dicho, mostrarse como los más izquierdistas. Con perfiles tecnocráticos, que no se manejan bien, como se ha visto en las lides parlamentarias, en la retórica de la disputa ideológica, no estaría de más que Sánchez incorporase a alguien de perfil más “podemita” pero militante del PSOE para contrarrestar ese juego simbólico que van a usar desde Unidas Podemos. Alguien que sepa manejarse con un lenguaje que no sea el típico del aparato socialdemócrata típico, que es el utilizado por Ábalos o Adriana Lastra.

No es sencillo encontrar ese perfil desde luego. Algunas personas podrían pensar en Odón Elorza o en Manuel Escudero, son dos buenos candidatos pero socialdemócratas sin el simbolismo de izquierdas que podría tener Andrés Perelló, por ejemplo. Como Juan Antonio Pérez Tapias salió del PSOE no puede ser considerado, aunque su perfil moderador entre ambas partes también lo reúne el valenciano. Incluso un perfil más marxista y con más mala leche no estaría mal, entre otras cosas porque desde Unidas Podemos, sin dejar de ser “leales”, van a moverse con todo el aparato mediático que tienen detrás y del que carece en buena medida el PSOE. Frente a eso se necesitará algo más duro que no tendría por qué tener un ministerio con importante dotación sino algo como los que tenía Adolfo Suárez, ministro asociado al propio presidente, así que con una secretaría y poco más valdría para no aumentar gastos. Perelló sería el ideal por su pertenencia a Izquierda Socialista (la de verdad no la secuestrada por la ejecutiva) pero no hay mucho más entre los fieles sanchistas. Más allá sí hay gente pero igual no le gustan ni a Sánchez ni a las baronías y también hay que jugar con esas cuestiones internas al partido. Pero que se necesitará un ministro rojo o una ministra roja para contrabalancear las acciones simbólicas de Iglesias y compañía es evidente. Al tiempo…

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