“¿Qué de vacaciones?”. Nunca una pregunta tan, por así decir, nimia ha servido para ganar una moción de censura que todavía no se ha presentado. De esa forma Pedro Sánchez pegó un estoconazo hasta la bola –aprovechando que le gustan tanto los toros- al manso fascista. Da igual lo que diga en septiembre, si es que se atreven a presentar la moción de censura, porque por el simple hecho de dejar pasar un mes e irse de vacaciones antes de lo que parece tan importante –realmente la moción podría producirse en octubre, según el día de presentación y cuando la mesa decida- los fascistas han demostrado, de cara a la opinión pública, que son unos vagos, aprovechados y que sólo piensan en vivir de la mamandurria. Mucho patriotismo, mucha tontería, pero lo primero es retozar bajo un árbol antes que supuestamente salvar España. Ovación para el presidente y el manso a desollar.

El problema con la supuesta moción (¿seguro que la presentan?) lo tienen más en la calle Génova que en la calle Ferraz. En la sede del PP ayer se las prometían muy felices. De hecho asesores, columnistas amigos, opinólogos “de partido” y demás todólogos de la caverna agradecían a Santiago Abascal el dar ese paso que les va a llevar al fracaso. Incluso comparaban la moción presentada por Podemos contra M. Rajoy para ver cómo un error puede llevarte al hundimiento. Como se contó en estas páginas, parece que hace una eternidad, el problema fue que la censura fue mejor que la moción. O lo que es lo mismo Irene Montero ofreció un discurso bastante mejor que el de Pablo Iglesias y eso suele tener repercusiones. Aunque la realidad es que las peleas internas, purgas y dedocracias varias hicieron más por hundir a la formación morada que la moción. Pero entre los todólogos cavernarios tampoco se puede pedir que tengan algo de perspectiva histórica, contextualización o capacidad de análisis más allá de alguna consigna –bien de la clase dominante, bien del PP, bien por ganarse el sueldo frente a los que pagan-.

Pablo Casado aún no se ha enterado que la moción no es para salvar España sino para dar jaque al PP y virar ideológicamente. En Vox son conscientes de que ninguno de los partidos de la supuesta izquierda, ni los nacionalistas les apoyarán. Ni ganas tienen de hablar con ellos para vencer en la moción. Ciudadanos con abstenerse o no aparecer ese día por el hemiciclo –que vaya Edmundo Bal y diga cuatro cosas populistas-, sale ganando. El problema lo tiene el PP porque van a competir cultural, política e ideológicamente en el mismo espectro. Todo ello con un toque de exageración, de estrambote, de perversión de las mentes tan propia de la política espectáculo –en la parte de la censura-. Jugar en el mismo terreno que el PP pero usando la demagogia y el populismo como armas para captar algún voto pepero (a la caza y captura del borjamari del barrio Salamanca y/o Las Rozas) o no perder voto. Se relamen en Génova pensando que van a negociar algo con alguien cuando en realidad van a soltar su perorata –no piensen que Abascal o Iván Espinosa de los Monteros son idiotas, saben lo que se hacen- contra la posición del PP. Se equivoca el otrora ciudadano Jorge Bustos al decir que la moción salva a Sánchez porque recompone al grupo Frankenstein, habiendo presupuestos por medio la jugada está en otro lado. Lo bueno es que los fascistas le han desnudado el discurso.

El fascio español no quiere ganar la moción, ni dejar a Sánchez en Moncloa sino agitar el árbol para que caigan las nueces. Teodoro García Egea ha sacado el mantra de “salvar al soldado Sánchez” pero en realidad deberían decir “estamos a punto de una diarrea total”. Miedo, pánico, canguelo, espanto, recelo, jindama, pavor… como quieran ustedes decirlo. Saben que la moción es contra ellos y esta vez no podrán hacer como en las anteriores. La foto de Colón la provocaron los fascistas, quienes atrajeron a Casado y Rivera –dándose codazos por salir en la foto-; la marcha de los coches durante el confinamiento –que fracasó pero fue manipulada por los medios cavernarios- la propusieron los ultras y tragaron los peperos; y así con todas las tonterías que se les ocurren en los parlamentos regionales que acaban aceptando –de buena gana, todo hay que decirlo- desde el PP… y Ciudadanos. Hasta el momento, los fascistas han actuado y el PP ha salido de su cueva corrupta para unirse a ellos. Esta vez no será diferente.

Lo mejor que le podría suceder a Casado es que los fascistas sigan con su discurso conspiranoico –el PP lo utilizó con el 11-M y se pasó dos legislaturas en la oposición-, que sigan diciendo que el gobierno chino nos ha infectado a todos, que sigan con las tonterías típicas para copar portadas espectaculares y que todo el mundo –como idiotas, porque saben que hay muchos idiotas que expanden sus estupideces pensando que esa crítica les hará daño, cuando es todo lo contrario como ya se ha explicado aquí con profusión- las amplifique en redes sociales. Si piensan que eso hará Abascal y su tribu fascistoide, lo mejor es dormir tranquilos. Pero saben que no irán por ese camino, sino por el de la batalla ideológica/cultural. En Vox lo han advertido en infinidad de ocasiones y no les hacen caso. Su batalla actual no es alcanzar ya el gobierno, no tienen prisa. Su batalla actual es cultural-ideológica. Vencer en la lucha de la ideas, por primitivas que parezcan, y virar ideológicamente a la población española. Quieren que España gire a la derecha, en términos culturales-ideológicos, para que la clase dominante pueda ejercer su dominio a la manera de la violencia simbólica, que explicó Pierre Bourdieu. Y para ello el PP les resulta incómodo, salvo que lo atraigan a esas posturas. El fascismo italiano ya lo hizo antes de la marcha sobre Roma –por si se quieren entretener vean el cambio en el pensamiento de un liberal como Benedetto Croce, por no hablar del cambio radical de Giovanni Gentile (del liberalismo al fascismo)-. De momento ya sitúan al PP como amigo del PCCh… y traidor a España, claro.

Y en ese terreno Casado y su troupe de machacas de partido tienen mucho que perder. Abascal dirá alguna burrada, la política espectáculo requiere de ello, pero durante tiempo ilimitado podrá presentar, con más o menos seriedad, sus postulados ideológicos a la gran población. Esencialmente a la población que se sitúa más a la derecha. Podrá exponer su programa de gobierno y su posicionamiento ideológico, no tanto mirando a Sánchez como a Casado para las respuestas. Al fin y al cabo pelean en el mismo espectro y dependiendo de su respuesta –no piensen que vayan a dar cifras económicas, no entrarán en eso- unos y otros ganaran o perderán. Mucho nacionalismo pero también defensa de valores conservadores y liberales, de esos que Casado suele decir que defiende hasta que actúa y se ve que es todo mentira. Ganar la derecha para luego ganar el Estado. Una vieja fórmula del fascismo para hacerse con el poder antes de instaurar el autoritarismo o dar un golpe de Estado. En todo esto no han pensado en el PP, ni en los demás partidos que parecen minusvalorar el potencial de la lucha de clases en la teoría/cultura/ideológica de la acción de Vox. Que Sánchez salga respaldado para el votante del espectro izquierda, no quiere decir que no deban actuar en esa lucha de clases en la teoría. El PSOE debería buscar bien entre sus diputadas y diputados para dar la réplica. En Podemos será Enrique Santiago seguramente. Al menos si quieren dar otro estoconazo a Vox… y al PP. Aunque éstos ya se caen solos al suelo, tropezándose con cualquier grano de arena.

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