En ocasiones se puede hacer un poco de política ficción. De hecho existe una literatura, no muy extendida todo sea dicho, que se dedica a pensar como habrían sido las cosas si tal o cual acontecer histórico se hubiera producido de otra forma. No son invenciones al albur del gusto del escritor sino que se basan sobre ciertas concreciones salvo que se introduce un mecanismo de aleatoriedad en aspectos claves que permiten desarrollar la historia por alguna de las vías alternativas. Esto mismo se puede hacer con la situación de pandemia generalizada que se está viviendo ahora mismo. Imaginen que las elecciones no hubiesen sido ganadas por el PSOE sino por el PP y con la posibilidad añadida de que sumando sus escaños a los de Ciudadanos y Vox tuviesen la mayoría necesaria en el Congreso. ¿Piensan que se hubiesen desarrollado los hechos de igual forma? ¿Creen que lo hubiesen hecho mejor? Con las declaraciones de unos y otros en su función de oposición se tienen una serie de elementos utilizables para imaginar ese presente alternativo.

Pablo Casado, por sí mismo o mediante su ariete Isabel Díaz Ayuso (con sus continuos bulos y mentiras), no para de señalar al Gobierno por su incompetencia, por no haberlo visto llegar (Capitán A Posteriori), por haber permitido las manifestaciones del 8-M (debe ser que son las mujeres las que transportan solamente el virus) y siete mil plagas más. Nadie niega que el Gobierno de Pedro Sánchez comete errores pero habría que ver qué hubiese hecho el presidente del PP, desde luego aquel no intentaría derrocarle. Lo primero Casado jamás hubiese suspendido todas las concentraciones que se produjeron ese fin de semana (ni el fútbol, ni el congreso de su socio Vox, ni la Libertycon donde se contagió Díaz Ayuso, ni nada), igual habría actuado contra las manifestaciones del Día de la Mujer azuzado por los ultraderechistas de Santiago Abascal. Igual hubiese disuelto las manifestaciones a porrazos aplicando la Ley Mordaza, aunque Albert Rivera hubiese pedido ir él en la pancarta principal y ahí hubiese tenido un problema entre neofascistas y cuñados. No habría hecho nada diferente porque su secretaria ejecutiva Cuca Gamarra animaba a sus afiliadas a acompañarla en las manifestaciones, por mucho que Cayetana Álvarez de Toledo, haciendo uso del individualismo que le es propio (salvo para pedir auxilio y cobrar del Estado), se bajase de las mismas.

Al aumentar los casos y acogiéndose a las cifras de infectados (en aquellos momentos un 0,007% de la población) y como Fernando Simón, al que nombró el propio PP, seguiría nos hubiese contado que no hacían falta mascarillas y que esto es como una gripe. Abascal hubiese apelado, además, a la necesidad de salvar la Economía y seguir hacia delante con patriotismo porque un español puede con las enfermedades y lo que le echen por delante, olvidando el país de pandereta que se ha sido durante siglos. Rivera hubiese dicho, como vicepresidente primero del Gobierno, lo que le pudiese dar más votos. Por tanto, hubiese estado callado para hace de cuñado cuando las cosas se torciesen. Lo primero que hubiese hecho Casado es impedir que Díaz Ayuso suspendiese las clases y lo segundo aplicar el artículo 155 a Cataluña (con palmas y vítores de toda la caverna mediática) por querer Quim Torra cerrar la comunidad, algo que se ha venido interpretando en las columnas diestras como un intento de independencia pandémica. Se tendrían dos problemas en vez de uno.

Al aumentar los casos y extenderse el virus seguramente Casado hubiese optado por aplicar el Estado de alerta o ¿el de excepción? Aquí ese fantasma habría sobrevolado al gobierno trifachito seguro. Porque en la derecha son más de estados de excepción y emplear lo represivo, colando a militares en Cataluña y Euskadi, aunque sólo sea por el ánimo de molestar y demostrar quién manda. Así podrían tener a la oposición controlada, además de confinada, y evitarse aguantar cada día a los medios de comunicación no afines señalar sus errores. Por no salirse del marco del paralelismo y llevar más allá el drama, el estado de alarma y el confinamiento lo hubiesen llevado a cabo una semana más tarde utilizando argumentos similares a los del Gobierno de los Países Bajos, el premier Boris Johnson o el gran ídolo de la derecha española Donald Trump. Salvar la economía antes que las personas hubiese sido la actitud de Casado y compañía. Porque así lo han venido manifestando en todos estos momentos. Como cuando Abascal pidió que abriesen todos los comercios para que la gente comprase sin problemas y así no tener que darles un dinero a los autónomos sino que lo obtuviesen del comercio. Rivera seguiría callado o expresando alguna duda a los periódicos más cercanos a Ciudadanos (El Español o El independiente).

Una semana más tarde y con más contagiados, Casado habría aceptado a regañadientes, por la evidencia de los muertos en la morgue, el estado de alarma como han hecho en todos los países que van más tarde que España (da igual Alemania que Francia). Tampoco el conteo habría sido similar porque hubiesen asumido el modelo alemán y francés de no contabilizar los que tenían patologías previas o fallecen en sus casas o residencias. En España estarían muriendo las mismas personas pero el PP, con Miguel Ángel Rodríguez al mando, diría que afecta muy poco, casi nada pero que se toma la decisión para evitar los colapsos hospitalarios. Rivera saldría a decir que ya había advertido que había que seguir los procedimientos de la OMS pero que por prudencia y lealtad ha apoyado a su presidente. Abascal clamaría al cielo pidiendo que no se cerrase nada y que de hacerse se permitiese a las empresas despedir sin indemnización al ver su actividad parada. Nada de ERTEs o EREs, despidos masivos y ya. Algo que apoyarían todos los componentes del trifachito. Y eso sí 100.000 millones para las empresas grandes y alguna mediana, porque a los autónomos les quitarían los impuestos y ya. Salvar al gran capital y nada para el resto de empresarios. Y si no se lo creen, la presidenta madrileña ha calificado a los empresarios como clase media. Claro que a los kiosqueros también por lo que acaba reflejando su estado mental impreciso.

Gentes confinadas en sus casas, sin trabajo y tragando con todo lo que les hubiesen dicho desde el IV Reich alemán que es la Unión Europea. ¿Se habrían enfrentado Casado y Rivera a Angela Merkel? En la vida. Igual Abascal sí, pero esa sería la bala que se guardase para ejercer la oposición, aunque siendo antieuropeos tampoco extrañaría a nadie. Eso sí, hubiesen llenado los bolsillos de todos los grupos mediáticos allegados (los críticos no entrarían en el reparto de subvenciones) para que lanzasen bulos contra la oposición (táctica Aguirre) y para hacer propaganda de todas las medidas que el Gobierno llevase a cabo. Y como hay un estado de alarma, con posibilidad de pasar a excepción, no dudarían en utilizar la fuerza represora (junto a la mediática ideológica) contra posibles movilizaciones sociales de despedidos y hambrientos. Se lanzarían contra la oposición como si fuesen los que gobernasen, es lo que hacen siempre que gobiernan aunque lleven más de 20 años en el poder. Eso sí, banderas a media asta, mucho patriotismo y rezos a dios, que como todo el mundo sabe es lo que realmente cura el coronavirus. Y ante las críticas de la oposición dirían que se está perpetrando un golpe de Estado contra el gobierno legítimo o alguna paranoia similar. Darwinismo social para lamentar los muertos y utilización de los aparatos del y en el Estado.

Posiblemente el actual Gobierno no lo esté haciendo perfecto. Posiblemente hay algunas disputas estúpidas dentro del mismo por dos o tres minutos de aparición en el teatro político (de esto acusan a Pablo Iglesias desde la derecha). Pero párense un momento a pensar los que serían las residencias de ancianos dirigidas por el trifachito. Esto y recordar Buchenwald todo uno. Párense a pensar en el coste de las compras y la cantidad de dineros distraídos por intermediarios amigos del Gobierno (¿Dónde están los aviones de Díaz Ayuso? ¿Será que no queda mucha comisión?). Párense a pensar lo difícil que sería escribir o publicar una crítica al Gobierno y la persecución que se haría de la oposición calificándoles de antipatriotas, de felones y mil dicterios más. Párense a pensar el estado de los hospitales y el coste de derivar a algunos elegidos a centros privados. Párense a pensar qué sería de la clase trabajadora y la pérdida de derechos e ingresos en beneficio de la salvación de la economía, primero de Alemania y del paraíso fiscal que es Holanda. Después de imaginar compare con lo que se está haciendo. Sí se trabaja codo a codo con la patronal, pero al menos le han mandado un recado a Merkel. Hay mucho más de apariencia en las medidas que se han promulgado, pero en el otro caso no habría ni propuestas. Piensen que si lo de ahora es malo siempre podría haber sido peor.

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