No hay país que mejor intente mostrar al mundo que respeta la división de poderes como los Estados Unidos. No es infrecuente encontrarse a un poder legislativo enfrentado con la Casa Blanca, incluso cuando la mayoría esté en manos del mismo partido del presidente. Con Donald Trump en la Avenida de Pensilvania era muy probable que esto ocurriera así y, tras un comienzo vacilante, el Senado controlado por los republicanos, a menudo a pesar de Donald Trump, ha logrado logros conservadores muy amplios en su primer año, entre ellos la reforma fiscal, las prospecciones petroleras en el Ártico e importantes nombramientos vitalicios para el poder judicial.

Para el 2.018, los líderes republicanos en la Cámara tienen en la mira programas orientados a la lucha contra la pobreza porque, según los congresistas conservadores, los pobres son explotados demasiado fácilmente por aquellos que no los necesitan. Para ello esperan que el presidente Trump avance con un amplio programa de construcción infraestructuras que genere puestos de trabajo.

Mitch McConnell, senador por el Estado de Kentucky y líder republicano de la mayoría, se ha referido en diferentes ocasiones a la colaboración entre los dos grandes partidos, especialmente en lo referente a la legislación para proteger a los jóvenes indocumentados traídos al país cuando eran niños, cuya protección de la era de Obama contra la deportación se agotará en marzo, y que Donald Trump no quiere renovar.

El 20 de enero, la última ley de gasto provisional expira, lo que brinda a los legisladores de ambos partidos otra oportunidad de forzar resoluciones sobre inmigración y medidas de atención médica, junto con esfuerzos para aumentar los límites al gasto militar y nacional, además de aprobar un paquete de 81 mil millones de dólares para las víctimas de los huracanes y de incendios forestales que pasó la Cámara de Representantes la semana pasada aguarda la acción del Senado.

Pero todos esos planes se desarrollarán en un año electoral —en Estados Unidos se celebran las denominadas elecciones de mitad de mandato— que se perfilan como un referéndum sobre Trump y, dependiendo del resultado, podrían desinflar cualquier propuesta republicana a los demócratas que no estén ansiosos por impulsar al presidente.

McConnell ha advertido que 2018 será difícil. Tras las elecciones en Alabama y la victoria de Doug Jones, un demócrata, la mayoría republicana para el año próximo será 51-49. Los republicanos del Senado están considerando medidas modestas en los próximos meses: proteger a los llamados Dreamers, jóvenes inmigrantes indocumentados; revisar la ley regulatoria financiera Dodd-Frank de la era Obama para proteger a los bancos comunitarios pequeños; y estabilizar los mercados de seguros de salud restableciendo temporalmente los subsidios de seguros suspendidos por Trump.

Mientras, los demócratas, aún en minoría, estarán a la defensiva en espera de los resultados de esas elecciones de mitad de mandato para recuperar la mayoría en la Cámara Legislativa.

 

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