Desde hace pocas fechas entre la afición del Atlético de Madrid ha surgido espontáneamente cierta solidaridad con la afición valencianista. No a causa de la mala situación deportiva –ahí cada equipo se gana lo que tenga que ser– sino por las causas que han llevado al Valencia CF a una situación lamentable en todos los aspectos. Apesta demasiado a gilismo para no solidarizarse con el valencianismo.

Cabe recordar que el Valencia CF ha sido el único equipo, junto al Atlético de Madrid,  que en el siglo XXI ha logrado ganar dos ligas al duopolio. En los tiempos del villarato, de los galácticos comprados por las ayudas políticas, el Valencia con Rafa Benítez al frente logró derrotar a las fuerzas del mal. El duopolio no estaba consolidado y aceptado públicamente como en la actualidad, pero era evidente que todo el deporte debía girar alrededor de Real Madrid y FC Barcelona. Alguna Copa dejaban para despistar pero los trofeos grandes y con dinero detrás quedaban ya en aquellos años en manos del duopolio.

Una proeza que se revaloriza con el tiempo, como lo harán las dos ligas rojiblancas, pero un equipo en manos de Peter Lim. Un señor oriental que quería hacer negocio, especialmente gracias a las comisiones en su “empresa” con Mendes, que ha puesto dinero (cosa que no hicieron los Gil), que prometió terminar el nuevo Mestalla y que por su mala cabeza está dejando al equipo en la miseria. Intentó entrar en el Atlético de Madrid como accionista pero debió ver que allí no había más negocio que el de los Gil. Por eso se hizo con el Valencia.

Ahora no tienen nuevo estadio (en algo en lo que la clase política valenciana tiene bastante culpa), han perdido patrimonio futbolístico y están jugando con el fuego del descenso. Lim estará pensando en vender a quien le cubra los gastos pero ¿quién va a comprar un Valencia en segunda y con jugadores no muy valorados? Peor que eso, ¿quién va a comprar cualquier equipo español sabiendo que tanto RFEF como Javier Tebas quieren y fomentan el duopolio? Depreciada La Liga y el propio Valencia, los aficionados valencianistas tienen un panorama oscuro por delante.

Y como todo huele a gilismo oriental, los aficionados rojiblancos no pueden por más que solidarizarse con los valencianistas. Lo deportivo, donde habrá que pelear y ganar sin miramientos,  queda a un lado cuando se observa lo que pudo haber hecho Miguel Ángel Gil, también muy amigo de Mendes, si el Cholo Simeone no hubiese llegado. Igual en Marcelino el valencianismo pudo haber tenido un Simeone propio, pero Lim hizo de Gil padre llevándoselo por delante. Por eso el aficionado rojiblanco (vale, no todos que siempre sale alguno en redes sociales a decir “pues yo no”) se siente hermanado con el valencianista, porque sabe perfectamente por lo que están pasando.

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