Es un auténtico placer escuchar y leer a los numerosos doxósofos y todólogos que pueblan los medios de comunicación como a los dirigentes del Partido Popular después de la votación del pasado 5 de mayo donde se eligieron a los dos candidatos que pasarán a la segunda vuelta presidencial. Acostumbrados a las primarias del PSOE olvidan que la especificidad del PP llevaría los análisis por otros derroteros. Incluso los propios dirigentes del partido conservador no se han debido enterar cómo es el sistema o lo que significa. El caso es que se cometen errores de primero de Ciencias Políticas (curioso que los cometan algunos politólogos de esos que siempre están en televisión) porque un sistema de doble vuelta y en el que eligen compromisarios tiene unas pautas de elección propias, como veremos.

Soraya Sáenz de Santamaría, que de Ciencia Política sabe nada o menos que nada, se está comportando como la gran derrotada. El apoyo del aparato por parte de Arenas, Maíllo y Bonig (grandes enemigos de Cospedal) le ha servido para pasar la ronda en primer lugar pero no para ganar. Y ella se está comportando como la auténtica derrotada del proceso. Sus declaraciones post-votación denotan que no ha ganado en sí, sino que se está entregando al resto de los oponentes para claudicar y llevarse sólo el premio de la presidencia y la candidatura a la presidencia del gobierno. Todo ello si es que le diese para llegar en condiciones de hacerlo. Bueno, esto sí porque el establishment, gran parte del mediático, está con ella. Supo apoyarse en los caciques regionales de Andalucía, Castilla y león y Valencia para vencer la votación uninominal, pero no se sabe si la de los compromisarios. Por ello, quiere pactar con Casado y entregarle todo lo que pida. Tiene dudas de tener el mismo porcentaje de compromisarios que de votos. Tienen una estimación sin duda, pero seguridad ninguna.

Es por ello que los cálculos que se están haciendo en los diversos medios y que venden como fuentes internas sólo son meras especulaciones de parte, esto es, de la parte que lo filtra. ¿Por qué? Muy sencillo porque las votaciones son distintas, como distintas son las elecciones de compromisarios. Pondremos unos ejemplos para que se comprenda mejor. Supongamos que en una sede del PP se elige un solo compromisario, pero votan 30 personas. El presidente del PP local, que se presenta como compromisario en Andalucía, da libertad de voto pero él, pese a lo que le ha contado a Arenas piensa apoyar a Casado. El resultado de la votación es Soraya 25, Cospedal 4 y Casado 1 voto. En votos gana claramente Sáenz de Santamaría, pero el compromisario es de Casado. Ahora adapten esto a sedes del PP mucho más grandes. Puede haber ganado Soraya en 1.000 y tener 700 compromisarios. Y todo esto porque hay lealtades y favores en ese pueblo que tienen mayor peso que el apoyo a una u otra candidatura.

Todo esto que les hemos contado lo saben perfectamente Arenas y demás compinches porque son “aparateros” tanto como Cospedal, quien tenía una sonrisa malvada el día 5 de mayo por la noche. Sabía, porque ella sí tiene contactos, que seguramente los compromisarios cambiarían el sentido de la primera vuelta. Y de eso se dio cuenta Sáenz de Santamaría también. Por eso cometió el grave error de derrotada al pedir unidad y ofrecer puestos de poder al resto de candidaturas. Dio muestras de flaqueza y fortaleció a los adversarios. Bien es cierto, como se ha dicho, que tiene a muchos medios bajo su manto protector y por eso han salido algunos doxósofos a decir que si la pelea es mala, que si debe haber unidad y tal. También lo han pedido algún cospedaliano pero más por miedo que por ganas de apoyar a la “mala”. La propia intranquilidad ante un escenario algo volátil y novedoso en el seno de un partido acostumbrado al centralismo director.

Un sistema democrático y con cambios de última hora.

Pablo Casado, que ha entendido mejor el sistema que quienes lo idearon para perpetuarse, fue y viene siendo claro. Es un proceso de dos vueltas con una primera y una segunda elección, por cuerpos electorales distintos, que puede ofrecer resultados contrapuestos. De no ser así, por ejemplo, gobernaría en Francia Marie Le Pen. Por tanto él piensa jugar hasta el final, lo que le otorga un carácter más ganador que la realmente vencedora de la primera ronda. ¿Por qué? Porque no la quiere nadie salvo los dos o tres del aparato que se las tienen tiesas con Cospedal y precisamente por eso. Esto no es una elección por listas, de hecho no ha habido listas en sí, ni para sí. Se elegía a personas individuales para realizar una quiebra, nada más. Así que esas diatribas y declaraciones hacia la “coherencia” y “apoyar la lista más votada” son una muestra clara de falta de democracia. Y miedo, mucho miedo el que debe correr por las venas del equipo de la “chiquitilla”.

Si el resto de adversarios no quieren pactar contigo el problema no es de ellos sino tuyo. Y esto debe mover a reflexión a Sáenz de Santamaría. La segunda vuelta, como viene sucediendo en Francia, es un “todos contra la mala”, contra el peligro. Y la verdad es que es así porque en el propio seno del PP se sospecha que los dosieres y los movimientos de las cloacas del Estado y el periodismo, esas mismas que acabaron con Cifuentes, y pretenden hacer lo mismo con Casado u otros, están azuzadas por la “siniestra Soraya”. No es sólo su incompetencia probada, es que es “muy mala” según cuentan dentro del propio PP. Una segunda vuelta que, como en el señor de los Anillos, una a todos para acabar con Sauron, el mal, esta vez encarnado en la ex-vicepresidenta.

La lucha de todos contra el Sauron del PP.

Y no. Pese a lo que digan los politólogos del establishment, las peleas internas y las votaciones democráticas no perjudican a los partidos exteriormente. Quien diga eso sin aportar datos no hace más que mentir en favor de una candidatura. En el PSOE se han dado primarias sangrientas y ahí siguen. La bajada en votos se ha producido por desafección más que por peleas internas. Es más, bastantes grescas hubo entre felipistas y guerristas y el PSOE no desapareció. Y gresca hubo entre Rajoy y Aguirre y el PP gobernó justo después. Y todo ello porque la batalla de un Congreso o Primarias siempre es conflictiva pero democrática. La democracia es conflicto, es la guerra por otros medios como decía aquel. La disputa entre personas, porque hoy en día las ideas escasean a ambos lados del espectro, es sana y además puede generar un efecto llamada. Lo que en el PP podría ser la recuperación de votantes. Por tanto, sin datos fiables, el sorayismo no puede pedir unidad para evitar la refriega porque puede ser incluso beneficiosa. Aunque esta actitud, por boca propia o de sus medios de comunicación, demuestra que es una perdedora. Es el ánimo del perdedor que quiere siempre unidad para no perder cuota de poder o carguito.

Hay miedo en el sorayismo porque, y esto no lo han visto los “agudos” analistas, quien gana se lleva todo. Es una competición que premia al ganador con un poder omnímodo para hacer y deshacer en el partido. O lo que es lo mismo, para poner y quitar de las listas electorales. Y claro, si el miedo entre los cospedalianos es que los quiten porque aún no ha dado una orden clara la jefa, entre los sorayistas es que los demás se unan y quedarse sin cargo. Soraya, dentro de su egocentrismo, sólo quiere mandar, pero claro para eso necesita soldados (compromisarios) y puede que tenga menos que los oponentes. Con actitud de derrotada provoca, además, que los posibles compromisarios suyos se vendan al enemigo para seguir en el cargo. Un caso hipotético. Todo el mundo en Málaga es consciente de la pelea soterrada que existe entre Francisco de la Torre, actual alcalde, y Elías Bendodo presidente del partido y de la Diputación. El segundo querría ser alcalde de la ciudad. Ha apoyado lo que le ha dicho Javier Arenas, Soraya, pero ¿y si casado le ofreciera la alcaldía o la candidatura a la Junta de Andalucía en detrimento de Moreno Bonilla? Podría cambiar de bando y junto a él los compromisarios que controla.

Evidentemente, lo mismo puede, y seguro que está haciendo, Soraya pero con una diferencia, ella no está segura de ganar en ningún caso. Si se visualizase la unión de todos contra el Sauron conservador, muchos y muchas compromisarias cambiarían su voto sin dudarlo. Porque en el PP quien gana manda mucho y pone y quita condados y ducados. ¿Esto supondría la desaparición de Javier Arenas de los cargos del PP? No, porque cuando despertemos él seguirá ahí. Pero sí que puede servir para cargarse a Maíllo o a Bonig (como querían en Génova). Pues, al fin y al cabo, Casado quiere hacer limpia de toriles y eso les molesta a los apparatchik peperos. En definitiva, pese a los dimes y diretes que se traen, sólo las propias candidaturas saben el número de compromisarios que tiene cada cual, y por la actitud que está tomando Soraya no los tiene a su favor mayoritariamente.

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