Jesús Candel, más conocido por Spiriman, lleva un tiempo callado respecto a las medidas concretas que va a llevar a cabo el trifachito andaluz. Es curioso que eche pestes de los partidos políticos, de sus dirigentes, pero calla ante medidas concretas como la privatización de la sanidad andaluza y la bajada de sueldos de los médicos. Lo último más escandaloso pues le afecta directamente a él y a sus compañeros. No ha debido leer el acuerdo suscrito entre el PP y los neofascistas donde lo dice. O es que ya todo le da igual y sólo ve su mundo paralelo donde todos son idiotas si no le hacen caso a él. El caso es que este ácrata, que hace el juego al neofascismo al final, no ha dicho ni mu (la vaca de Moreno Bonilla ha dicho más cosas) ante las maléficas intenciones del nuevo gobierno andaluz. A Spiriman le basta con decir que todos los políticos son “la misma mierda”.

La verdad es que su némesis principal es Susana Díaz, a la que puso en un aprieto, y a la que insulta día sí, día también. Pero con Juan Manuel Moreno Bonilla la tiene tomada últimamente porque la esposa de éste trabaja en una farmacéutica. Y como a Spiriman no le gusta la subasta de medicamentos, que según parece ha beneficiado a la empresa de la pareja del presidente de la Junta, pues también es una “mierda de persona”. Y así con todos los políticos que le apetece. Lo curioso es que dice que Vox es una mierda igual a Podemos, pero cuando el alcalde de Cádiz, José María González, Kichi, llamó excrementos a los neofascistas, le apreció mal al señor médico. Decimos señor médico porque no le vemos muy docto últimamente. Más bien asoma cierta megalomanía pues, es verdad, puso en un aprieto a Díaz en su momento, pero todo lo que ganó de apoyo del pueblo lo ha ido perdiendo con las excrecencias lingüísticas que suelta.

Ahora insulta a todo el mundo, da igual quien sea siempre y cuando no esté con él. Y lo que era una posible buena batalla, la ha acabado convirtiendo en un Spiriman contra el mundo. Se ha creído el personaje y ahora lo que hace es fomentar, por muy ácrata que se crea, el discurso del neofascismo y de aquellos partidos políticos que, realmente quieren, acabar con la sanidad pública. Spiriman con su discurso lenguaraz hace más por Florentino Pérez que por la señora que acude a las Urgencias de cualquier hospital y se encuentra sin cama, médicos y material. Spiriman hace más por las farmacéuticas al final que los esfuerzos que puedan poner desde el propio lobby por convencer a los políticos corruptos. Spiriman hace más porque sus compañeros pierdan su trabajo que el propio Juan Marín, ese mismo al que llama “tonto”. Igual no se da cuenta, pero está haciendo el juego a la clase dominante que quiere quedarse con ese trozo del pastel al que aún no han podido hincar el diente: la sanidad pública.

Parece que Candel es hijo de Esperanza Aguirre, otra rana en comisión de servicios, porque con sus estupideces fomenta que las empresas privadas se hagan con la Sanidad Pública comprometiendo sobrecostes a las arcas públicas. Como ha pasado en Madrid donde se está investigando que la Sanidad ha costado mil millones de euros más por entregársela a los empresarios de la construcción y los servicios, tal y como contamos hace un tiempo en estas mismas páginas. Justo los mismos que dan vidilla a Spiriman en sus medios de comunicación y que apoyan a los neofascistas. Él dice que no es de Vox, pero su discurso, sus formas y las consecuencias que se derivan de sus palabras hacen que ganen los neofascistas. Además, estos no necesitan de apoyos de este hombre, pero los tontos útiles les vienen muy bien.

Ahora está enfrascado con su manifestación contra la corrupción sanitaria, política y judicial. Y ¿cuál es la solución que aporta? Ninguna. Porque la realidad es que Candel nunca aporta soluciones. Sólo es como las comadrejas que hacen agujeros para que otros predadores puedan entrar por ahí y hacerse con el botín. Todo es una mierda para Spiriman, pero ni dice cómo lavarla, ni cómo deshacerse de ella. Quiere revolucionar a la gente para… nadie lo sabe. Aunque sí es verdad que toda esa energía del odio que quiere lanzar contra los políticos al final, como muestra la historia, es utilizada para que el autoritarismo haga entrada y se alce con el poder. No será neofascista, pero ayuda todo lo que puede a crear un clima propicio a que los neofascistas acaben con la democracia, que puede ser imperfecta pero es mejor que no tenerla. Y todavía no ha defendido a sus compañeros del saqueo que se espera, ni de la bajada de sueldos. Su megalomanía le puede y vive en un mundo paralelo.

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