Son numerosas las balas que están utilizando desde el establishment para conseguir una España virada a la derecha a la que poder expoliar. Cuando hablan algunos y algunas en la izquierda que eso de la lucha de clases es algo del pasado parecen no pararse a pensar en cosas como el llenazo e Vox en Vistalegre. La clase dominante sí está en plena lucha de clases utilizando sus medios de comunicación, sus programas de televisión, dando entrada a la extrema derecha que, por paradójico que parezca, quita muchos votos de clase trabajadora. Y en toda esta táctica brilla con luz propia Susanna Griso y su programa Espejo Público.

Desde el magazín mañanero nos han inoculado a Albert Rivera y su secta naranja día tras día, nos cuelan todas las demandas de asociaciones de derecha y ultraderecha, tienen como colaboradora a Cristina Seguí de Vox o sacan la carnaza de los asesinatos y agresiones dejando a El Caso en un tebeo. El establishment, que juega a derechas e “izquierdas” si sumamos La Sexta, utiliza el programa de Griso para dar voz a abogados ultraderechistas que justifican casi la violación de La Manada, que se hacen eco de todo lo que les pasa a Jusapol, que son los “camisas pardas” de Ciudadanos y Vox, creando con todo ello un caldo propicio para añadir el ingrediente ultraderechista.

Tampoco se queda detrás Eduardo Inda y OkDiario donde vuelve a escribir Cristina Seguí, donde Santiago Abascal tiene voz todas las semanas, donde algunos colaboradores como Cake Minuesa o Álvaro Ojeda no hacen más que instar a la violencia y el odio. En el caso de Minuesa además con amenazas a los propios compañeros de profesión como sucedió en la Asamblea de Madrid. No hay más que ver ayer la difusión que dieron al acto de Vox en Vistalegre. El amarillismo como fuente de conflicto y beneficio de la ultraderecha, nada nuevo en los medios de comunicación, pero algo que hay que señalar con el dedo. Un tipo de periodismo nada académico pero que siempre muestra el lado exagerado y falso de lo que ocurre. Pero a Inda y su gente se les ve venir de lejos.

El problema es que los programas tipo Griso (o Ana Rosa Quintana) que dan la impresión de ser inocuos, sin embargo, generan un mayor caldo de cultivo que Inda. Y no es porque Juan Manuel de Prada hable allí, no es más que un conservador católico, sino porque normalizan el discurso de Vox. La xenofobia la tratan como algo normal dentro del debate político. Con la violencia machista dan cobertura al maltratador mucho más que a la víctima. Y así noticia tras noticia. Por ello se va creando una opinión favorable a Santiago Abascal y sus gentes como Ortega Lara. Una opinión que no ve nada anómalo al discurso ultraderechista y a llenar Vistalegre, que en base a no-se-sabe-qué pluralismo socavan premeditadamente las bases de la democracia liberal.

¿De verdad creen que a los españoles y españolas les interesa lo que pasa en Venezuela? No, salvo cierta fraternidad imperial. Pero se habla y no para del país sudamericano para dañar a Podemos. Se lleva al programa a todos los que no apoyaron a Pedro Sánchez para que sigan atizándole y así hacerle quedar como un estúpido con suerte. Eso sí, les dan micrófono a todos (lo que no significa que les dejen hablar en igualdad de condiciones) para que no parezca que… De esta forma sibilina se da legitimidad al discurso que ha posibilitado el llenazo de Vox. Si hoy se preguntan cómo ha podido suceder ya tienen una pista entre otras muchas. Susanna Griso es culpable directa e indirectamente de llenar gran parte de ese recinto.

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