Teresa Rodríguez es muy querida en la calle por ser una persona cercana, incluso a veces bastante tímida, y su unión con Antonio Maíllo no supone la conexión de dos políticos de aparato para controlar una organización y ser vanguardia, sino que son la cara representativa de la construcción del pueblo andaluz. Del pueblo andaluz que quiere libertad, igualdad y que no sean siempre los mismos los que paguen los platos rotos de lo que se cocina en las alturas. Quieren ser ellos y ellas partícipes del puchero político, y Adelante Andalucía es una buena plataforma para ello. O eso parece por la alegría y simpatía con que ha sido acogida la idea.

Desde los medios del susanismo y de la derecha azuzan el discurso de que es una idea de Rodríguez para liberarse de Podemos y de Pablo Iglesias. Desde algunos medios “progresistas” se dice casi lo mismo. Pero si uno pasea por las calles andaluzas y habla con la gente, con esa opinión no-publicada la realidad es bien distinta. No piensan en Iglesias o Echenique, sino en una formación de izquierdas que dice cosas como se dicen en el patio de casa, en los bares, en las fábricas, en los puertos o en los mercados municipales. De hecho, los medios del susanismo llaman a Teresa y Antonio el dúo Pimpinela, cuando entre ellos no parece que haya discusiones, ni tensiones de desamor. Una maldad más porque, aunque en San Telmo no lo reconozcan, hay cierto miedo a la plataforma Adelante Andalucía. Y hay miedo porque el pueblo andaluz que proponen en cada formación es radicalmente distinto.

Hay miedo en San Telmo, tanto como para el mismo día en que se presentaba Adelante Andalucía, Susana Díaz sacaba un vídeo copiando (mal) la puesta de largo de la plataforma andaluza, como denunciamos en estas mismas páginas. Y hay miedo porque Díaz dice defender un andalucismo que no es el mismo que defienden Rodríguez y Maíllo, ni por asomo son iguales la “verde, blanca y verde” de cada uno. Y la primera diferencia es que mientras Susana quiere encarnar al pueblo andaluz, Teresa quiere darle voz. La socialdemócrata piensa que Andalucía es ella, que ella encarna lo bueno del pueblo andaluz y, por tanto, es a ella a la que deben votar para que los defienda. Claro que no ha dicho de quién. Porque lo del puticlub sigue sin aclararlo.

Rodríguez y Adelante Andalucía no quieren ser la vanguardia orgánica del pueblo, sino crear un pueblo para que se exprese mediante la plataforma que se está creando. Algo muy distinto a ser la encarnación del pueblo. Díaz quiere que el pueblo andaluz sea una masa de personas que vean en ella a la persona que trabaja por ellos y su bienestar. No hay ni representación en el sentido liberal del término, sino encarnación aristocrática más bien. Rodríguez y Maíllo son los portavoces circunstanciales de esa formación del pueblo que se persigue. Saben que sin que ese pueblo tome parte del movimiento y la formación del bloque de cambio no hay nada que hacer. Ella y él (como cabezas visibles aunque detrás hay miles de personas) no se sienten imprescindibles, sino todo lo contrario. No son la encarnación del pueblo andaluz, son parte del pueblo que hoy en día están colaborando para dar forma a ese pueblo. Porque los pueblos, como entienden en el PSOE-A no son algo inmanente, algo que está ahí per se. Al contrario, son algo que se crea con la unión y el esfuerzo de todos y todas.

“¡Cómo está el patio!”, la estrategia de Adelante Andalucía para que ese pueblo tome la palabra y se constituya como tal es la forma palmaria de lo que significa el andalucismo para Rodríguez. Voces y cabezas unidas en la formación de un pueblo andaluz que quiere liberarse de tantos años de susanismo, de dominación de las clases dominantes, un pueblo que, como Blas Infante, pide libertad. Porque esa es otra, Díaz se acuerda de Blas Infante cuando se acerca el 28 de febrero o quiere hacer demagogia, en Adelante Andalucía lo tienen de referencia pero siendo conscientes de que el andalucismo del pueblo se construye de forma democrática y colaborativa. No es algo que una persona “iluminada” entrega a nadie. El pueblo es pote y gazpacho, penurias para pagar el butano y alegrías cuando Mágico González vuelve a Cádiz, reivindicación junto a Spiriman, pero también tensa espera cuando el barco del padre no vuelve de faenar. El pueblo andaluz, tal y como lo entienden en Adelante Andalucía, es mucho más que ir a Madrid a pedir millones, es hacerse valer en el día mediante una ciudadanía plena.

Una ciudadanía que pide más democracia, más participación, desborde popular, derechos y obligaciones para todos y todas independientemente de si tengas mucho o poco, una ciudadanía republicana de democracia, libertad y lucha contra los que saquean Andalucía. O contra aquellos que la quieren como el barrio gracioso al sur de Madrid, pero sometido con salarios indignos y prestaciones escasas. Una ciudadanía que se levanta contra la imagen que se tiene de ferias y cachondeos, mientras sus hijos e hijas se asan en los colegios porque no hay dinero para refrigerarlos. Una ciudadanía, un pueblo andaluz que no gusta a los poderosos, ni a los que les apoyan, se llamen Juanma, Juan o Susana. Un pueblo verde y blanco que defiende sus derechos no por pueblo en sí, sino por ser los más y los que ponen el lomo día a día currelando.

No es lo mismo lo que defiende Teresa Rodríguez que lo que hace Susana Díaz. Y por ello tienen miedo en San Telmo. Porque ya vieron que Javier Arenas cuando comenzó recorrerse Andalucía les hizo perder las elecciones, aunque las salvaron gracias a Izquierda Unida (a la que traicionaron rápidamente). Y hoy en día, Adelante Andalucía no es sólo el producto de viajes de Teresa y Antonio, sino de la movilización de patios, asociaciones, personas, partidos y quien se sienta andaluz con ganas de reivindicar. No pueden ir detrás del pueblo porque el pueblo está en todas partes. Por eso las elecciones están a la vuelta del verano y en San Telmo rezando a la Esperanza de Triana para que la derecha no sume y a Díaz le cuadren los números con Ciudadanos. Porque Díaz quiere encarnar al pueblo, pero no le quiere en las instituciones. Y no es por una cuestión de vanguardia, sino de elitismo y pensar que conocen mejor que el propio pueblo lo que quiere. Dos formas de ver Andalucía y parece que poco a poco gusta un poco más la de Teresa que la de Susana.

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