Kamala Harris es la mujer que está llamada a derrotar a Donald Trump, y así lo está demostrando en los distintos debates celebrados entre los candidatos a las primarias demócratas, sobre todo por hacer ver al ex vicepresidente de Barack Obama, Joe Biden, que el legado dejado es, tal vez, demasiado conservador para lo que necesitan los estadounidenses.

Harris criticó la política de deportaciones de inmigrantes aprobada durante el gobierno de Obama, un tema que conoce a la perfección porque en esa época ella era Fiscal General de California e intentó contrarrestar las nefastas consecuencias de esa política migratoria. Además, atacó a Biden en el tema racial por unas declaraciones de éste en las que presumió de su buena relación con los congresistas segregacionistas.

Además, recordó al ex vicepresidente que había colaborado con los segregacionistas al oponerse a los programas orientados al transporte escolar para revertir las políticas de segregación de los años 70. «Una de esas niñas, era yo», dijo Harris.

Kamala Harris, una mujer afroamericana, hija de jamaicano e india, está planteando su campaña desde el prisma de mirar a las personas a los ojos para poder entender lo que el pueblo la exigirá si alcanza el sillón del Despacho Oval.

Durante sus años de senadora, Harris ha respaldado la sanidad universal para todos, la legalización de la marihuana recreativa, las ciudades santuario contra Trump, la aprobación de la Ley DREAM, y la reducción de impuestos para las clases medias y trabajadoras, así como el aumento de los impuestos a las corporaciones y al 1% más rico de los estadounidenses.

Harris lo tiene muy claro: hay que resolver los problemas que impiden a la gente conciliar el sueño, entender que la gente trabaja mucho pero que no llega a final de mes con dignidad. En una entrevista reciente, Kamala explicó esto de manera transparente: «Una gran parte de lo que hago, y lo que trato de hacer, es ver a la gente. Y eso requiere tener cierta curiosidad y preocupación por la condición de la vida de las personas que no sean uno mismo. Y luego, cuando haces las preguntas y escuchas las historias, ves cuáles son las oportunidades para aportar soluciones».

La senadora por California está planteando una campaña en la que el propio lema ya es una declaración de intenciones: «Para el pueblo» (For the people) y su máximo objetivo es ofrecer a los votantes soluciones tangibles, reales, no grandes reformas que finalmente no les benefician de manera directa.

Los puntos fuertes de su programa están en su apuesta por dar mayor calidad a los servicios públicos esenciales como, por ejemplo, incrementar el salario de los profesores para mejorar la educación. Harris, además, también implementará soluciones económicas de corte feminista como, por ejemplo, legislar para que todas las empresas paguen por igual a hombres y mujeres. Kamala está intentando ganarse la candidatura demócrata para que todos los ciudadanos que se quedan fuera de los grandes discursos o los grandes proyectos tengan prioridad en la agenda política, independientemente de su raza, su religión, de su género o de su condición sexual.

En referencia a la economía, Kamala Harris está apostando por realizar una política orientada a las familias, enfocando las medidas en ofrecer a la ciudadanía soluciones tangibles inmediatas y no resultados ponderados por las estadísticas o las hojas de cálculo porque la gente no entiende de eso, la gente comprende lo que le afecta directamente a sus vidas, no las grandes cifras.

La política americana no había visto un fenómeno así porque en toda su historia han encontrado una candidata que apueste claramente por romper los cánones actuales sobre la base de priorizar las necesidades del pueblo presentando propuestas que son tangibles, que no son utopías.

Poco a poco, se está convirtiendo en la favorita por encima de los que, a priori, pudieran partir como los más «presidenciables», como Bernie Sanders o el propio Joe Biden. Sin embargo, sus propuestas «Para el Pueblo» y su dureza contra Donald Trump la están catapultando hacia una posición de privilegio cuando se celebren en el mes de febrero de 2020 los caucus de Iowa. Los votantes demócratas tienen claro que necesitan a una persona capacitada para luchar contra el actual presidente, sin miedo y, sobre todo, con capacidad para ganar.

¿Aguantará Trump ser derrotado por una mujer negra?

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