La moción de censura presentada por Podemos en la Comunidad de Madrid contra el gobierno de Cifuentes es, en primer lugar, una moción por la democracia.

La corrupción no solo supone un robo a todos los ciudadanos, una suerte de redistribución inversa que socava las bases del Estado del Bienestar, es mucho más que eso. El poder corrosivo de la corrupción alcanza al propio Estado de Derecho, a la base misma de la democracia que es la confianza de los representados en sus representantes. La metástasis de la corrupción al conjunto de las administraciones públicas, incluidas las instituciones judiciales y policiales, tiene graves consecuencias sobre el propio funcionamiento democrático de un país.

Nos ha costado demasiado esfuerzo traer la democracia a España, demasiadas manifestaciones, huelgas, miles de detenidos, decenas de muertos, para que ahora la derecha intente disolver la confianza ciudadana en la política a base de contrata amañada.

Pero esta moción de censura también es una moción contra la resignación. En democracia es inaceptable que la corrupción sea normalizada por parte de los ciudadanos como un peaje que hay que pagar a los políticos, eso es algo propio de repúblicas bananeras.

Afortunadamente no parece que la mayoría de los españoles aceptemos esa normalización de la corrupción a la que quiere conducirnos el Partido Popular, según la última encuesta del CIS la corrupción es el segundo problema de nuestro país. No es una cuestión de ideología, es algo mucho más básico, es una cuestión de higiene democrática, de decencia, de dignidad institucional. En un país desarrollado política, social, económica, cultural e institucionalmente los ciudadanos tenemos el derecho a no desconfiar de los servidores públicos que elegimos para gestionar las cosas públicas.

Hay quienes no van a apoyar la moción de censura contra Cristina Cifuentes porque, según ellos, no se dan las circunstancias, ignorando que las circunstancias políticas no surgen de la nada, se crean. Precisamente esta moción de censura permite alzar la voz de millones de madrileñas y madrileños contra la degradación de las normas de convivencia democráticas.

Esta moción permite empezar a dibujar un panorama preñado de esperanza e ilusión: que quienes han hecho de la corrupción su forma de gobierno desaparezcan del gobierno de nuestras instituciones en el año 2019. Algo que parecen anunciar las últimas encuestas, que ofrecen un panorama radicalmente diferente al de las últimas elecciones autonómicas de 2015. Por primera vez en los últimos treinta años el Partido Popular, que está en caída libre, podría pasar a ser el segundo partido de la región.

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