La entrevista estaba prevista para hablar sobre liberalismo, sobre teoría, sobre libros, especialmente sobre el libro Contra la socialdemocracia del que se ha hecho una crítica ayer mismo. Las circunstancias políticas del día a día han propiciado que el comienzo de la entrevista cambie un tanto ya que Jorge Vilches, coautor del texto centro de la entrevista, ha dimitido de su cargo como asesor técnico de Isabel Díaz Ayuso. También es un buen motivo para señalar que en febrero de 2021 la editorial Almuzara publicará un nuevo ensayo de Vilches y Negro que seguramente pasará por estas páginas y no dejará indiferente a nadie.

D16. Nunca has sido una persona que se haya arredrado ante las situaciones complicadas, ¿por qué dimitir justo en este momento? ¿Tan fuerte es la vocación pedagógica como has comentado en redes sociales o es que te han pillado realmente?

JV. He vuelto a la Universidad porque ya había cumplido mi compromiso con la Presidenta, a quien me une una amistad desde hace años. Me pidió ayuda en la campaña electoral de 2019 y luego, cuando se forjó la mayoría de gobierno, para estar en su Gabinete. Yo preparé las respuestas a la izquierda en el debate de investidura. La respuesta a Iñigo Errejón, que tuvo una gran repercusión, estaba pensada para lo que finalmente ocurrió: perdió la compostura, sacó su vena machista y acabó tirando los papeles en su escaño. De hecho, no aguantó ni dos meses en Madrid. Mi vuelta a la Universidad ha sido voluntaria. Era mi voluntad desde el principio: ayudar a la Presidenta a convertirse en una líder relevante de la derecha con un discurso liberal firme y coherente, capaz de generar identidad y empatía en el electorado, como ha confirmado “Le Figaro”, e inmediatamente volver a mi carrera académica, a leer, pensar, escribir y dar clases, que es mi vocación. A diferencia de la mayoría, yo tengo una profesión muy buena fuera de la política. Era el momento justo para volver a la Universidad porque acababa el primer semestre, y podía incorporarme al comienzo del segundo semestre, como va a suceder. También he de decirte que en junio de este año me hicieron un pre-diagnóstico de cáncer linfático. Ha sido un punto de inflexión en mi vida. Decidí centrarme en lo que verdaderamente quiero y me gusta. Quien ha pasado por eso sabe de qué hablo.

D16. ¿No te parece extraño que justo en el momento de disputa por unas medidas del gobierno autonómico que parecen estar dando resultado aparezca este artículo en el periódico de Soros?

JV. No sé si es el periódico de Soros. No me metas en más líos (jeje). Ese artículo de Fátima Caballero tenía un error de bulto: no era alto cargo ni tenía funciones directivas en el Gabinete. Hubiera sido suficiente con haber verificado en el BOCM mi nombramiento como “personal eventual” y haber mirado en la web de transparencia de la Comunidad de Madrid. Por tanto, al no ser alto cargo no estaba incurriendo en incompatibilidad, tal y como me achacaba en su artículo. Un asesor técnico no es alto cargo y, en consecuencia, es ajeno a la Ley de Incompatibilidades de Altos Cargos de 1995 a la que eludía la periodista. No hice nada ilegal. Seguro que para ellos cometí algún delito de opinión, porque ya sabemos cómo se las gasta esta izquierda. Es broma. Escribí a Caballero y rectificó su artículo. Sin embargo, el daño ya estaba hecho porque lanzaron contra mí en las redes sociales a todos sus trolls y bots.

D16. ¿A qué crees que se debe la irascibilidad de cierto escritor, al que llamas “documentalista”, contra ti? ¿Mera defensa de una de sus empresas?

JV. No conozco a Antonio Maestre nada más que por sus insultos y difamaciones. En el periodismo siempre ha habido gente así. Son personas que viven de la polémica porque no tienen nada más que ofrecer. Es un personaje de Twitter y poco más. Viven de irritar, no de informar. Luego todo el mundo se olvida de ellos. Son de usar y tirar. He estudiado historia del periodismo y siempre ha habido plumillas de este tipo.

D16. Al albur de esta ofensiva de un solo medio (salvo el replicante El plural nadie le ha dado demasiado importancia) han aparecido “viudas” del Vilches profesor, ¿buscan casito?

JV. Sí. Tengo la sensación de que mucha «intelectual» se refugia en el feminismo rabioso como un código de tribu para disimular su mediocridad.

D16. Si lo que pretendían era acabar con tu asesoramiento a Ayuso ¿no crees que han olvidado que ese trabajo lo puedes hacer sin necesidad de estar contratado directamente? De hecho tendrás, si cabe, aún más libertad de acción.

JV. Nadie ha acabado con mi asesoramiento. Como te he dicho, este verano decidí irme por razones vitales, de salud y vocacionales, en cuanto la situación fuera buena, como lo es ahora. Nunca ha estado mejor Ayuso. Me voy tranquilo. Conocía a Isabel desde hacía tiempo, y siempre me pareció una persona sólida, honesta, con las ideas muy claras, sobre todo comprometida con la libertad y el servicio público. Se está dejando la vida en este trabajo.

D16. La conversión de la presidenta Díaz Ayuso en un fenómeno mediático fundado en la tradición “liberal olvidada”, los que la conocemos de hace tiempo sabemos que no era el actual “martillo de herejes”, supone poner en primer plano un debate con fuerte carga ideológica ¿crees que está preparada la política actual para algo así?, ¿eres víctima del consenso de la política espectáculo?

JV. El liberalismo no es una ideología, sino una filosofía. Los liberales no buscamos la utopía comunitaria, como comunistas o fascistas, ni fabricar el Hombre y la Sociedad nuevas, sino que la libertad esté garantizada y aumente. Los liberales no hacemos ingeniería social, como hacen los ideólogos, sino que pretendemos que cada uno decida su vida. Es la idea de la política de Ayuso en Madrid, por eso se ha repetido mil veces en eslóganes sencillos, como “A Madrid se viene a que te dejen en paz”. Por eso se bajan los impuestos o se defiende la libertad educativa, para que cada persona decida qué hacer con el fruto de su trabajo, o qué estudiar y cómo, o dónde llevar a sus hijos. La tradición liberal en Madrid es así: libertad frente a la injerencia gubernamental y la ingeniería social. No nos dedicamos a abroncar a la gente porque no es el tipo de hombre o de mujer que dicta nuestra ideología, sino a procurar la libertad individual. Lo significativo es que defender esta filosofía, que es el verdadero progreso, se haya convertido en algo raro. Esta es la razón de que haya que debatir con los ideólogos de un lado y de otro, y contar a la gente la verdad: que son arcilla en manos de grupos mesiánicos.

D16. En tus ahora famosos artículos y opiniones en diversos medios has criticado la suficiencia ética de buena parte de la izquierda. En estos momentos se ha montado un aquelarre ético contra ti, por algo conocido de todo el mundo (al menos el periodístico madrileño), pero esos mismos que protestan callan ante el nombramiento en Moncloa de Iván García Yustos (que tuvo que dimitir de concejal en Móstoles tras descubrirse que se hacían llamadas a teléfonos eróticos con su teléfono público) o de Francisco Pérez nombrado alto cargo en Renfe tras haber sido condenado por las tarjetas black de Bankia, ¿qué tienes que decir o añadir a esa postura que has mantenido estos años?

JV. Mises ya decía que la paz en libertad es la fórmula del progreso. Añado que no es solo la paz exterior, sino también la interior. Tengo la conciencia muy tranquila. Por cierto, no conocía a esos dos que citas. Llevo en el columnismo desde 2003. Negar la existencia de un vaso comunicante entre el periodismo y la política profesional es ser un hipócrita. ¿O es que no sabemos por dónde va cada periódico, columnista y periodista?

D16. En mi caso nunca me he escondido desde luego. Una última pregunta sobre este tema antes de entrar en el meollo que realmente iba a ser el fondo de la entrevista, el liberalismo. Ahora que has probado la crueldad de la política del día a día ¿te arrepientes de haber dado el paso de asesorar a Isabel?

JV. No me arrepiento. Sabía dónde me metía. Lo hice por amistad y teniendo en mente que iba a volver a la Universidad en cuanto pudiera. Además, como te dije al principio, la enfermedad lo aceleró.

Charla sobre el liberalismo.

D16. Poco a poco los liberales (no confundir con neoliberales) os vais haciendo hueco en los medios de comunicación. En el libro y en tus tribunas haces publicidad de esa tradición del pensamiento que parece escondida ¿por qué existe miedo al liberalismo, especialmente en los partidos de derechas?

JV. El liberalismo no vende porque estamos en el momento álgido del Estado Minotauro, como señaló Jouvenel, en esa situación en la que cada persona sacrifica su libertad al Estado para que éste decida su vida desde la cuna hasta la tumba. Lo señaló Spencer hace más de cien años: con la excusa de reglamentar todo, vamos cediendo espacios de libertad hasta que se extingue. Además, el progresismo se ha instalado como una religión secular; es decir, la búsqueda de una sociedad perfecta basada en ideales socialistas. Todo lo que salga de ese paradigma te señala como un apóstata, un traidor, un reaccionario, y la tribu te rechaza. Mira lo que ocurre en el mundo del cine, la música, el teatro o incluso la Universidad. El individualismo es un pecado mortal para el colectivismo, ese colectivismo que es la trampa de los totalitarios. No hay “hombres” y “mujeres”, por ejemplo, sino personas. Caemos en su trampa. Ser liberal, por tanto, es estar siempre contracorriente, señalar las falacias autoritarias, la feligresía ciega de la gente, las manipulaciones del poder y las injerencias en nuestra vida privada. ¿Quién es el Gobierno para decirnos cómo hay que pensar, o para enajenar el fruto de nuestro trabajo? Criticar esto tiene un coste social importante. Hoy se vive muy bien siendo de izquierdas o progre.

D16. En el libro citas a Peter Sloterdijk y hay un apunte de su libro Normas para el parque humano (Siruela) que es muy indicativo de lo que venís denunciando: “Es decisivo el inquietante hecho de que tales retornos al estado salvaje, hoy  como siempre, acostumbren a desencadenarse en situaciones de alto desarrollo del poder, bien sea directamente como atrocidad imperialista o bélica, bien como embrutecimiento cotidiano de los hombres en los medios destinados a la diversión desinhibida”. ¿Luchar contra el poder, especialmente estatalista, es hoy una utopía?

JV. El estado salvaje es un mito. En realidad es el uso de una figura retórica para deslegitimar una sociedad presente. Esa falsificación es propia de los totalitarios. Todos los han hecho, como señalaron Talmon y Popper, desde Rousseau hasta los nacionalsocialistas, o nuestros nacionalistas “periféricos”. Se inventan una Historia mítica y dorada para recrear un discurso político. Es la vieja tríada de la Edad de Oro, la Decadencia actual, y el Paraíso futuro. Está muy visto, pero la Historia es impredecible. Someterla a reglas matemáticas, a determinismos, como vio Asimov, es ciencia ficción.

D16. Creo que habláis del populismo un tanto de forma alegre y poco “científica”. En el libro calificáis a secesionistas y podemitas (a los que se podría añadir voxistas) como populistas ¿no es una forma de no saber a qué enfrentarse si todo el mundo es populista? Al fin y al cabo es similar a cuando se llama fachas a toda la derecha o comunistas a toda la izquierda.

JV. No. El populismo es un estilo, no una ideología. Es esa forma de hacer política fundada en un discurso centrado en la diferencia entre los de arriba y los de abajo, enemigo del “establishment” y de los medios, que reclama el “verdadero pueblo” o “hacer patria”, que presenta a su líder como un mesías que reconstruirá la comunidad enfrentándola a sus enemigos internos y externos. Sabemos que Chantal Del Sol habla de otro tipo de populismo, pero el realmente existente lo han aplicado y lo aplican partidos socialistas y conservadores en todo el mundo en los últimos cien años. Te recomiendo la obra de Flavia Freidenberg, “La tentación populista: una vía al poder en América Latina” (2007).

D16. Tomo nota del libro pero te recuerdo que siguiendo a Alain Minc, Pedro Sánchez y Albert Rivera son populistas del sistema…

JV. Es importante no confundir electoralismo con populismo. Lo primero es competir en la oferta electoral, lo segundo es una forma de hacer política.

D16. En cierto sentido, sin caer en vaticanismos, pedís la recuperación de la fuerza del cristianismo como uno de los pilares liberales ¿por qué?

JV. No soy demócrata cristiano, a quienes considero socialdemócratas con prejuicios, y soy laicista. El hecho religioso es algo natural al ser humano. Siempre ha existido. Llevamos más de doscientos años con ideólogos que intentan sustituir una religión tradicional por una secular, con su iglesia política, su clero, sagradas escrituras, mártires y milagros. Han fracasado. Ahora estamos con las bioideologías, otras imposiciones dogmáticas para colectivizar. El cristianismo, por contra, se basa en la libertad, el respeto a los derechos humanos y la idea del bien común universal, y es inseparable de la historia de Europa. Su recuperación es una cuestión personal, no gubernamental ni de partido. Ahora bien, sí es conveniente no despreciarlo, ni diluirlo, en beneficio de un falso multiculturalismo.

D16. Es paradójico que los liberales os hayáis apropiado de conceptos que fueron generados por la izquierda intelectual (biopoder, política espectáculo, clase dominante…), aunque haciendo como Marx con el hegelianismo, dándoles la vuelta ¿tan mal no debían pensar?

JV. Marx nunca definió los conceptos “capitalismo” ni “clase social”, y ahí están todos los marxistas con su biblia. El pensamiento político, como cualquier conocimiento, se hace por acumulación de tradición e innovación. Un verdadero estudioso de la historia de las ideas no desprecia a los pensadores que no son de cuerda, y toma aquello que le parece útil. Un buen ejemplo es lo que significa el anarquista Proudhon para los liberales: tiene partes muy interesantes, y otras que no sirven.

D16. Otra cuestión que me llama la atención es endilgarle todo a la Nueva Izquierda sesentayochista ¡pero si han acabado todos en el liberalismo! ¿No estáis relativizando problemas reales como la violencia machista, el ecologismo…?

JV. Las ideas de la Nueva Izquierda del 68 conforman la religión secular del progresismo. De ahí procede la dictadura silenciosa que vivimos, la imposición de un dogma sobre la corrección y la moralidad que emana del Estado, a cuyo servicio están casi todos los medios, la educación y la cultura. Ninguno de estos tres elementos que conforman la mentalidad de la gente es ajeno al control estatal. Fíjate que tu pregunta forma parte de la corrección política que elimina la crítica y la libertad de pensamiento. Ahora resulta que criticar la ideología de género es un anatema y relativizar el problema. Lee las diferencias entre las distintas corrientes feministas y lo entenderás. No es lo mismo el feminismo del PSOE, basado en el hecho biológico, sobre el que legislan leyes en beneficio del género femenino, que el feminismo de Podemos, basado en la autodeterminación del sexo en función de los sentimientos, no de la biología. Esto supone un quebranto para las leyes de género. Ejemplo: un hombre puede decir que se siente mujer para acogerse a una cuota de participación en un consejo de administración, o que se sentía mujer cuando agredió a su esposa. ¿Qué leyes aplicamos, las biológicas, las culturales o las sentimentales? Por eso un liberal prefiere seguir hablando de personas.

D16. Para terminar ¿se volverá alguna vez al derecho y se acabará la legislación o no es más que un parapeto de las oligarquías (algo en lo que coincidiríais con los estudiosos, pocos, de las élites de izquierdas)?

JV. No soy optimista. El realismo político nunca lo ha sido.

D16. Supongo que con las nuevas leyes y esta entrevista acabaremos en prisión por desafectos al sistema…

JV. Siempre he querido huir a Baviera.

D16. ¡Ja, ja! Casi prefiero la isla de Antigua. Un placer como siempre haber podido compartir un rato contigo.

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