Debería haberlo titulado Pedro ¿de dónde los sacas?, así la referencia clara a la falta de cultura política o de ciencia política de las gentes que se han incorporado a la Ejecutiva Federal del PSOE sería más expresa. Pero han querido la musas que haga referencia al objeto de comparación que ha utilizado Adriana Lastra para hacer ver qué es eso de un Estado plurinacional. En el mundo no es que existan demasiados ejemplos de lo que se quiere expresar, pero desde luego alguno mejor que Bolivia sin duda.

Bolivia se autocalifica como Estado multiétnico y plurinacional sí. Ahora bien, el término nacional allí expresado nada o muy poco tiene que ver con el concepto de nación que se maneja en el continente europeo. Nuestros conceptos políticos de la Ilustración llegaron para avanzar la revolución y la independencia pero, sin embargo, no cuajaron según el desarrollo del idealismo y el romanticismo, o del liberalismo político. En el país andino se modificó su constitución para dar derechos a los diferentes colectivos indígenas, los cuales se han visto sometidos a subyugación cultural y política, desde el mismo momento de la fundación del Estado.

El concepto de nación tiene en Bolivia un profundo componente étnico, mucho más que político en el sentido que se utiliza en Europa. Supone un reconocimiento histórico de pueblos y etnias que han convivido allí desde tiempos inmemoriales. Los aymaras, incas, blancos, afro, chiripa, wankarani o asiáticos son reconocidos dentro de un conglomerado multiétnico. De hecho es un Estado con dos capitales, Sucre y La Paz en base a esto. La plurinacionalidad es un recuerdo histórico que sirve como apoyo de los derechos étnicos de las distintas razas que coexisten. ¿Alguno estima ser otra cosa más allá que boliviano? En el 90% de los casos no. No existe el sentimiento de nación distinta en sí.

Si se recuerdan las películas de vaqueros (o western), como referencia más común, es sencillo recordar que a los apaches, sioux, creeks, choctaws, seminolas, yamasees, biloxis, ofos, navajos, mojaves, etcétera fueron catalogados en los tratados de paz como naciones indias. Ahora son tribus nativas. Ese concepto de nación es el utilizado en Bolivia en mayor sentido que el concepto europeo. Y esto debería saberlo Adriana Lastra que tiene estudios de Antropología social, aunque sean inconclusos.

“Como asturiana, anhelo nacional no tengo, pero entiendo que otros sí lo tengan” comentó en una entrevista en radio Lastra. La frase es épica porque casi se confiesa apátrida o heredera de Don Pelayo, según se mire. Con lo de asturiana “a secas” parece decir que existe una nación asturiana, cuyo idioma sería el bable, pero que dormita en espera de tiempos mejores. No lo explica bien y por tanto entiendo que puede ser un lapsus mental. Sin embargo, eso de no sentir anhelo nacional es importante porque explica muy bien el desconocimiento de la cúpula socialista respecto a lo que es una nación.

¿Qué es tener anhelo nacional? Más bien será tener anhelo estatal porque la nación es o no es. En España hay millones de personas que son españoles (desde términos individuales y de sentimientos), hay millones que son catalanes, otros vascos, gallegos e incluso valencianos, en menor medida estos dos últimos. Pero no anhelan ser una nación, ellos y ellas lo son ya. Lo que sí anhelan es tener un Estado propio o la independencia que es una cuestión bien distinta. Pese a lo que diga el pasaporte son una nación. Por tanto no hay anhelo nacional, ni existe una nación de naciones.

Gregorio Peces-Barba y Miguel Herrero debieron en su momento tomar alguna sustancia cuando para referirse a España en esos términos. No hay posibilidad de una nación que incluya otras naciones. Es una incongruencia en sí. O se es de una nación o de otra. Quien se encuentra a medio camino es porque tiene una parte regionalista y cultural muy marcada, más que ser de dos naciones. Y la tontería de país de países ya es de premio gordo. Eso directamente es conceder la independencia a Cataluña y Euskadi sin referéndum ni nada. País es un término político como lo es Estado. De hecho pueden ser vistos en algunos contextos como sinónimos. Uno con un sentido más sentimental y otro con un sentido más político o administrativo. En quinto de Políticas eso quedaba claro en mis tiempos.

El caso es que, día tras día, los componentes de la Ejecutiva del PSOE, con Pedro Sánchez a la cabeza, demuestran una falta de formación mínima. Los más jurídicos sólo ven el mundo a través de leyes y derechos y los otros pues meten la pata porque no saben ni lo que quieren decir. Y voy a ser bueno y no voy a hablar de Baviera (Freistaat Bayern en alemán). Una España, sea federal o confederal, puede ser un Estado plurinacional sin lugar a dudas. Negarlo sería negar la evidencia de los deseos y sentimientos de muchas personas que la habitan. Ahora bien compararlo con Bolivia es pasarse tres pueblos.

El problema es que no saben cómo compatibilizar el sentido jacobino que tienen en la cabeza con la coexistencia de varios conceptos nacional. Si como dijo Ernest Renan “la nación es un plebiscito de todos los días”, no hay duda de que España es a día de hoy un Estado plurinacional. Pero el encaje de la plurinacionalidad es lo importante, no el hecho en sí de que existan varias naciones. Y la tensión viene provocada porque hay una parte que no quiere ser un solo Estado, sino su Estado.

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