La política y la fama -a veces ambas a la vez- suelen generar personajes egocéntricos. Ver tu cara en carteles, medios de comunicación y la adoración de los propios tiene el vicio de engordar los egos. No falla. Desde el diputado –al que todos dan coba en su provincia-, el alcalde hasta el presidente del Gobierno desarrollan con el tiempo ese ensimismamiento del “Usted no sabe con quién está hablando”. O como dice el dicho español, no hace falta más que darle una gorrilla a cualquiera para que se crea general.

Entre todos los personajes egocéntricos ÉL destaca, con mucho, sobre los demás. Y eso que tiene buena competencia en estos tiempos de política de plataformas personales (o individualismo en los partidos). Llegó a poner su cara en las papeletas electorales y todavía piensa que es “su” partido. De ÉL. Y por ello debe ordenar y marcar el sendero aunque el pueblo le haya mandado a pastar. No puede dejar que quienes hoy están en la dirigencia del mismo actúen conforme a sus análisis o intenciones. Es ÉL quien da el visto bueno a Yolanda Díaz, siempre y cuando siga lo que ÉL dice.

ÉL todo lo sabe

Ahora que no debe tener mucho que hacer, aunque nos venden que está contratado por mil universidades, va a la radio, tiene un programa propio y hasta le han escrito un libro (Aitor Riveiro como editor), dice que puede hablar con la libertad que antes no tenía. Bien porque le acosaban (cierto), bien porque se debía a sus responsabilidades. Y ¿qué libertad es esa? Ponerse todas las medallas. Llegó el coronavirus y ÉL ya sabía que había que imponer todas las restricciones que llevaron al confinamiento.

ÉL ya sabía que iba a haber un crac económico por la pandemia mientras que Nadia Calviño y María José Montero decían que no –salvo el parón de tener a España confinada se supone-. Algo que no se ha confirmado en realidad porque sigue creciendo la economía postpandemia. Salvo que ÉL ya supiese que habría una guerra, que China iba a jugar con las redes de abastecimiento y que el papa Francisco iba a viajar a Malta.

ÉL es un regalo de los dioses de la postmodernidad

Si tan listo es ÉL ¿cómo no previó los hostiazos que se viene pegando “su” partido elección tras elección? Eso sí, como buen macho alfa, sale a proteger a Ione Belarra de las críticas obvias que le hacen desde el mismo gobierno en el que es parte. Ahí sale ÉL a decir que el Gobierno lo que tiene que hacer es no espiar ¿con qué pruebas lo dice? Con ninguna pero ÉL debe ser saberlo porque su inteligencia es prodigiosa. Eso sí, pedir a Vladimir Putin que deje de ser malo y deje la guerra no es una estupidez, es estar en posesión de la autoridad moral que le da su inteligencia para conocer perfectamente cualquier máxima universal kantiana.

ÉL es un regalo de los dioses de la postmodernidad pero el resto de mortales son incapaces de comprenderlo. Y si, encima, los medios de comunicación le persiguen constantemente, no se puede alcanzar ese conocimiento de su divinidad. Esos mismos medios que le auparon para intentar acabar con el PSOE (los que vendían sorpassos todos los días); esos mismos medios a los que factura mensualmente; esos mismos medios que le alimentan (por la derecha) para tener una bête noire justificativa; esos mismos que le publican libros… Ya.

Como dice el chiste que cuentan en Sudamérica, le va a pasar como a los argentinos que con subirse a su ego y tirarse se puede suicidar. Sin necesidad de nombrarle seguramente ya sepan de quién se trata. No es complicado porque su ego lo cubre todo. Cuando se dé cuenta de que ha pasado de ser el moños al moñas será tarde para los españoles.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here