La sentencia del juicio de los ERE ya ha sido dictada y, más allá de los recursos que seguramente harán a instancias superiores, es obvio que un pasado de partidos que pensaban que no pasaba nada ha caído con estrépito. Lo curiosos del caso es que el PSOE que ha sido condenado en las figuras de Griñán, Chaves, Zarrías o Álvarez es ese “PSOE auténtico” que hace pocos días reclamaba Eduardo Inda que volviese a la palestra para acabar con Pedro Sánchez y el Gobierno de Coalición con Unidas Podemos. Paradójicamente la derecha mediática quería un “PSOE auténtico” porque, en realidad, los casos de corrupción no les importan en sí, lo que les molesta es que haya partidos que cambien el discurso hacia la batalla material y no a cultural-simbólica que es donde se encuentran más a gusto para someter a la clase trabajadora y sacar cada cual sus réditos de ello.

Cabe recordar que tanto Chaves como Griñán fueron ministros del ahora adorado por la clase dominante (al fin y al cabo es parte de ella) Felipe González. Zarrías era el plenipotenciario del felipismo en Andalucía, el hombre de los trabajaos sucios. Ese “PSOE auténtico” que parece finiquitado, no tanto por las vicisitudes de la batalla interna, sino por la apuesta firme y decidida de la militancia del PSOE para acabar con las mamandurrias, los colegueos y las amistades peligrosas. Después de ver cómo está de podrido el PP, las militancias de los demás partidos (la del PP, por cierto) han sabido entender, como parte de la ciudadanía que son, que por ese camino no se puede transitar ni un minuto más. Es verdad que en el PSOE andaluz eliminar esas derivas totalitarias y de componendas es más complicado erradicarlas del todo pues son muchos años de “compras de voluntades”, pero esta sentencia tendrá su efecto purgador en el interior del PSOE de Andalucía. Y Susana Díaz, mater dolorosa del “PSOE auténtico”, haría bien en ser tajante. La actual cúpula del PSOE (no auténtico para la derecha) poco o nada tiene que ver con ese pasado ignominioso de creerse por encima del bien y de mal por lo que, aprendiendo de lo acontecido, pueden fijar su camino (interno y externo) de mejor manera.

Volviendo al tema principal del artículo, el Gobierno de Coalición está mostrando que los dirigentes de los principales partidos de la derecha, a los que hay que sumar a todos los directores de periódicos de la derecha (casi todos), están trastornados. Hace unos días pedían a los diputados que están bajo las baronías supuestamente contrarias a Sánchez que provocasen un tamayazo (lanzando unos cuantos bulos sobre esa posibilidad); han pedido que vuelva el PSOE del felipismo, ese mismo que dicen está encarnado en las baronías (hasta se inventaron que García-Page podría ser el presidente del Gobierno de Salvación Nacional, García Margallo dixit); están furibundos por las no-noticias del acuerdo y la posibilidad cada vez más real del gobierno de la izquierda (que cuenta con el beneplácito de la Comisión Europea); intentan manipular a los militantes del PSOE para que voten no pues se supone que Sánchez ha hecho perder las esencias verdaderas del partido (les gusta al final más el felipismo que el sanchismo); y tras todo esto no tienen otra que señalar a Sánchez como culpable de la corrupción del PSOE felipista que vienen reclamando. Lo cual demuestra que carecen de un mínimo de capacidad racional y, además, piensan que la ciudadanía es estúpida.

Tanto Pablo Casado como Albert Rivera (lo que digan los neofascistas no interesa porque son inmanentemente corruptos) han salido a decir que Sánchez tiene que dimitir por un caso de corrupción donde el PSOE no se ha llevado ni un solo euro. Es una campaña que estaba diseñada desde hace tiempo pero que se encuentra más apoyada por la fracción mediática de poder al batallar contra la posibilidad del gobierno de la izquierda. Realmente el caso de corrupción les importa bien poco, ellos son hijos y actores esenciales del capitalismo de amiguetes que representa el caso de los ERE. La unión entre políticos y empresarios para repartirse el pastel del dinero público y salir todos beneficiados (unas veces con pagos en metálico, otras con ayudas a futuro). Tanto PP como Ciudadanos, como se observa en Andalucía, en Murcia o en Madrid, están trabajando para favorecer a la clase dominante esquilmando las arcas públicas. Da igual que sea la fracción constructora, que la financiera, que la educativa. En todos los casos, pensando en que les invitarán al palco del Bernabéu, trabajan en favorecer a los amigos empresarios.

Alberto Garzón ha dicho una verdad, que está implantada en el seno de la militancia del PSOE, con esta sentencia se acaba una época de hacer política en Andalucía. La sociedad ya no permite esos desmanes. Pero tampoco va a culpar a quien no tiene la culpa (¿Puede Casado estar tranquilo con los casos de corrupción de la Comunidad de Madrid y la Universidad Rey Juan Carlos?). El “PSOE auténtico” que le gusta tanto a Inda, a Bieito Rubido, a Francisco Marhuenda y demás jefazos de la prensa conservadora murió ayer con la sentencia de los ERE. Es más, si ya los barones estaban tocados, esa forma que tienen de entender el PSOE está en camino de desaparecer. ¿Qué es eso de que el PSOE pacte con la derecha por la salvación de los intereses de unos pocos cuando la mayoría está precarizada y en fase de pobreza? No basta con defender lo que se conquistó mediante la lucha de la clase trabajadora (porque fue la que apretó para que ciertas cosas cambiasen), también hay que situar los problemas actuales no en mágicas identidades nacionalistas, sino en realidades materiales. No se es más patriota por defender una nación inventada (como todas las naciones), más que nacionalista hay que ser socialista (en sus diversas concepciones). Porque el “PSOE auténtico” era muy nacionalista y poco socialista como ha dejado clara la sentencia famosa.

Pablo Iglesias también ha criticado contundentemente los hechos probados por la sentencia de los ERE, pero como buen conocedor de la política de poder pura no ha señalado al PSOE actual, sino al sistema en sí que provoca este tipo de casos de corrupción. El bipartidismo como sinónimo de un sistema que genera la corrupción. Pensar que el capitalismo es ajeno a los casos de corrupción es ser iluso. Al contrario es el propio capitalismo el que genera una clase dominante cuyo único fin en la vida es seguir acumulando riquezas de donde sea y al precio que sea. Es esa clase dominante capitalista la que corrompe todo lo que toca para la consecución de sus fines privativos. Que ahora haya coaliciones supone un fuerte límite a la corrupción desde el ámbito político, pero no hay que olvidar que para que existan corruptos deben existir corruptores y estos están en lo más alto de la escala de dominación del sistema. El bipartidismo vivía feliz y contento dentro de esa lógica de la posibilidad de corrupción (capitalismo de amiguetes como se ha dicho) y el “PSOE auténtico” que escondía sus miserias tras un nacionalismo español era voz y parte (como lo es el PP y lo serán los demás partidos de derechas por su dependencia de la clase dominante). ¿Por qué creen que la mayoría de doxósofos y directores de la prensa de derechas quieren volver al bipartidismo? Porque había más dividendos directos (vía publicidad institucional) e indirectos (vía empresarios) de reparto de los beneficios del sistema capitalista español.

No se dejen engañar, pese al execrable acto que ha quedado constatado en la sentencia, la misma les importa bien poco a los jefes de la derecha mediática. La utilizarán no para acabar con Sánchez sino con la posibilidad de un Gobierno de Coalición de la izquierda que tenga en cuenta las cuestiones materiales de la vida de las personas. La clase dominante quiere que el conflicto catalán perviva; quieren que los neofascistas impugnen cualquier cuestión social; quieren desviar la atención de todo lo que signifique mejorar las condiciones de vida de los españoles. Y la coalición gubernamental (además de resolver el conflicto catalán pues ERC está deseando desvincularse del procés) sabe que lo fundamental no está en la bandera, ni en las identidades sino en lo económico (más lo que engarza con el feminismo y el ecologismo que también es económico). La clase dominante no quiere que se produzca un gobierno que esté centrado en mejorar la vida de las personas, sino todo lo contrario y por eso utilizarán la sentencia de los ERE para criminalizar hasta a Iglesias si hace falta como colaborador de corruptos (y de terroristas y de independentistas y de salvajes). Por mucho que digan que el capitalismo (aunque utilicen el eufemismo de libre mercado, algo que existe desde que se hizo el primer cambalache) y la democracia liberal son la única opción, saben muy bien que el socialismo siempre vuelve al primer plano. Y más ahora en el momento en que se ve con mayor claridad que están boqueando y necesitan explotar a las personas hasta la propia defunción. A la trena los que hayan cometido delito pero ojo avizor contra los poderosos.

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