En estos tiempos en que algunos grupos se arrogan la pureza ideológica de la izquierda, cuando columnistas de distintos medios se atreven a catalogar mediante pontificación quién es y quién no es de izquierdas, conviene recordar la larga tradición marxista que existe, sí existe en presente, en el PSOE desde su fundación. No sólo el fundador Pablo Iglesias, muy influenciado por Karl Kausky, sino posteriormente Julián Besteiro, Luis Gómez Llorente o en fechas más recientes Antonio García Santesmases, Manuel de la Rocha o José Antonio Pérez Tapias trazan un largo recorrido de pensamiento marxista en las filas socialdemócratas. Incluso ha existido una corriente cercana al leninismo, cuya principal figura fue sin duda Francisco Largo Caballero, al que lisonjeaban como el Lenin español que aún genera algún ramalazo en el interior del partido, especialmente entre grupos sindicalistas. Toda esa tradición no ha muerto, bien al contrario, sigue muy viva dentro de la organización y es posible escucharla si se afina el oído.

Que la cúpula dirigente del PSOE no sea marxista, desde hace años no lo es, no quiere decir que el número de marxistas no sea más que significativo. Si ustedes preguntan a militantes socialistas les confirmarán que en sus agrupaciones siempre hay uno o dos que siguen defendiendo la lucha de clases, que protestan contra alguna que otra dirección afirmando que están abandonando los principios… Hace dos años, por ejemplo, quienes primero se presentaron medianamente organizados ante el Comité Federal en el cual dimitió Pedro Sánchez fueron los marxistas del PSOE. Más allá de la recogida de firmas, que fueron utilizadas de manera espuria no para convocar un Congreso sino para hacer un censo en favor de uno de los candidatos, fueron los grupos marxistas quienes presentaron batalla, incluso antes de formar plataformas y demás, a los barones. Luego quedaron acallados por la lucha en la élite, pero muchos de ellos resultaron fundamentales para el giro de Sánchez hacia la izquierda y el programa aprobado en el 39º Congreso.

Como decíamos, pregunten por esos dos o tres marxistas que quedan en cada agrupación, cuando no son bastantes más, y se darán cuenta que dentro del PSOE hay cerca de unos 10.000 marxistas a ojo de buen cubero. Una cantidad que es casi lo mismo que la militancia de Izquierda Unida (donde también quedan marxistas leninistas) y bastante más de los que hay en Podemos. Por eso causa sonrojo escuchar a ciertos columnistas y políticos decir que en el PSOE no queda nadie de izquierdas. Pues quedan unos cuantos miles, más aquellas personas que sin ser marxistas en sí, tienen un espíritu libertario y contra-establishment. En el PSOE hay casi un 10% de marxistas cuya voz es ocultada en muchas ocasiones, como ocurre en ciertas baronías del sur de la península (las más de derechas curiosamente), o se encuentran con el secuestro de Izquierda Socialista que era parte de su estructura de transmisión de mensajes y pensamientos. No la única, pero la legalmente aceptada.

Se preguntarán, con toda la razón del mundo, ¿por qué no se les escucha más? Quitando la utilización por parte de algún alto cargo del PSOE de la corriente de opinión, utilización para silenciar, existe una razón evidente, los marxistas del PSOE sí son disciplinados y más en tiempos de elecciones de distinto nivel. No son como otros grupos en otros partidos que se pasan el día opinando en contra de la dirección de su propia formación política. Lo que no quiere decir que no se expresen públicamente. Pueden encontrarles en blogs como el de Izquierda Socialista de Málaga, en publicaciones como Argumentos Socialistas o en escasas columnas en distintos medios de comunicación. Porque el veto a las posiciones de los marxistas del PSOE son un clásico en el ámbito de los medios “progres”. En los medios no tienen problemas para pedir colaboración pero sólo cuando se quiere dañar al PSOE, por lo que siendo conscientes de esa artimaña de los aparatos ideológicos deciden no participar. En otros partidos igual tienen menos escrúpulos.

Que las personas no lean o no tengan una cabeza reconocible en estos momentos, no significa que no exista una corriente marxista en el PSOE. Los medios del establishment de George Soros no les quieren dar voz salvo que sea para atacar a Sánchez, como en su momento los querían para atacar a Felipe González, pero eso no significa que no tengan voz. Más bien no interesa que se sepa que tienen voz y en algunos análisis y propuestas pasan por la izquierda hasta a Podemos. No interesa a todos esos columnistas de la “izquierda verdadera”, ni a los partidos que compiten con el PSOE, pero tampoco a ciertos grupos dentro del propio PSOE por diversas razones, entre ellas, está el poder tener una voz más obrerista por parte de ciertos cargos y a mantenerse en esos sillones mullidos de los que hoy disfrutan. No es una cuestión de poder, siendo el 10% tampoco se puede aspirar a mucho, sino de autolegitimación de personas que con esa voz marxista parecerían otra cosa. Y estas personas sí que se manejan en relaciones de poder. Siguiendo el análisis de Angelo Panebianco en su libro Modelos de Partido, el silencio de los marxistas permite a ciertas personas de la cúpula autocalificarse de izquierdistas ocupar esa área de incertidumbre ideológica que de tener voz los marxistas estaría vedada para sus intenciones.

Marxistas, ocultos en algunos casos y ocultados en la mayoría de los otros, existen en mayor cantidad que en los demás partidos políticos. Cuestión bien distinta es que su voz, por impericia, o por deseos de la clase dominante, no sea lo suficientemente fuerte para cuando menos condicionar algunos aspectos éticos y analíticos del PSOE. Una corriente, que siempre se ha considerado pablista, que defiende no sólo la lucha de clases, sino la austeridad intrapartido y exopartido, el pacifismo (anti-OTAN), el republicanismo, el laicismo, el feminismo, la lucha contra el imperialismo y que sigue utilizando el materialismo histórico en la mayoría de sus análisis. Una corriente que en un mundo político donde la diversidad, lo chusco, la tontada, los lobbies y los políticos chaqueteros dominan tiene un trabajo doble o triple. Antes, al menos, el Juventudes Socialistas había cierto apoyo aunque fuera por radicalismo. Hoy convertidas en senectudes y empresa de colocación a medio plazo ni eso. Con los marxistas del PSOE ocurre como las meigas, que haberlas haylas.

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