Ha descubierto la Constitución de 1978 la derecha española pese a que la rechazaron cuando se corroboró (dándoles el pueblo español una lección) y lo que debería ser motivo de felicidad y orgullo, empero, es casi tan nefasto como su postura anterior. Los “constitucionalistas” tan sólo se fijan, luego dirán que son de centro, en los artículos represivos con todo lo que no sea religión, defensa y protección de los contratos mercantiles. Los artículos sociales los desconocen, así como aquellos que permitirían intervenir en el mercado, llegando hasta a socializar las energías por ejemplo. En ese descubrimiento de la Constitución, cuyo artículo 155 es el más solicitado, ahora han descubierto otro artículo con el cual PP y Vox pretenden que el Parlamento mande al Tribunal Supremo a Pedro Sánchez para meterle en prisión.

El citado artículo reza así: “1. La responsabilidad criminal del Presidente y los demás miembros del Gobierno será exigible, en su caso, ante la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo. 2. Si la acusación fuere por traición o por cualquier delito contra la seguridad del Estado en el ejercicio de sus funciones, sólo podrá ser planteada por iniciativa de la cuarta parte de los miembros del Congreso, y con la aprobación de la mayoría absoluta del mismo. 3. La prerrogativa real de gracia no será aplicable a ninguno de los supuestos del presente artículo”. Fulgencio Coll, que ha recibido la aprobación de sus palabras por parte de Iván Espinosa de los Monteros, planteó en una columna en el diario El Mundo (que cada día está más volcado hacia el neofascismo) que de pactar con los catalanes a Sánchez se le podría aplicar ese tipo de acusación, la de traición y atentar contra la seguridad del Estado. Quedándose la cuestión en las tribulaciones de la excrecencia verbal que suelen utilizar todas las personas de Vox, lo normal es seguir avanzando y pasar de las provocaciones continuas de los neofascistas. Pues esa es la lógica que les mueve, escandalizar con sus palabras para estar en primera plana y así inocular su discurso del odio.

El problema es que esa intención de utilizar el segundo punto del artículo 102 de la Constitución también la tienen en el PP. Mientras Pablo Casado aún busca la fórmula de no parecer un sinsorgo frente a los españoles, sus correligionarios ya piden que se acuse a Sánchez de traición a España y se utilice la prerrogativa parlamentaria para acabar con de una vez con él y que “vuelva a España el verdadero Gobierno de los españoles”. Es decir, el PP de las cloacas y la corrupción. Esto no lo dicen pero es bueno recordarlo pues ha sido Jorge Fernández Díaz, alias “el cloacas”, quien en el periódico del fascio patrio de Eduardo Inda ha pedido a los españoles de bien que se actúe contra Sánchez, ese ser que está dispuesto a entregar España a las manos de los sediciosos y pérfidos catalanes… “a los que habría que meter en la cárcel también o en campos de concentración” le ha faltado decir. Mientras los jefes de filas adulaban y besaban los pies, sin ser cuestión fetichista sino por cortesanía, a Borbón, sus compinches de partido estaban instigando a las masas contra el presidente del Gobierno para meterle en la cárcel (sin posibilidad además de que salga en toda la condena). “El PSOE quedará marcado en la Historia como el partido que se prestó a mancillar la dignidad nacional para acceder al Gobierno ha dejado por escrito “el cloacas”.

Da igual intentar argumentar racionalmente con estos dos partidos. Si se pudiese se les podría decir que la Constitución es el marco que tendrá el futuro gobierno “socialista-comunista” y por tanto no habrá ningún paso hacia el reconocimiento de un Estado catalán, ni nada por el estilo. Da igual, eso no lo entienden porque en sus mentes enfermizas y dogmáticas (veremos qué tipo de dogmatismo) sólo cabe interpretar la vida y la historia según sus únicos parámetros. España sólo puede ser lo que ellos digan, permitiéndose incluso insultar a Arturo Pérez Reverte (que no es partidario de los soviets precisamente) por indicar que el pesimismo español es latente frente a las construcciones pseudoimperiales de un pasado lleno de gloria. También insultarán a Juan Manuel de Prada (otro que no es bolchevique) porque ha dicho que el mayor pecado español es la envidia. Esa misma envidia que sienten en la derecha cada vez que España avanza en derechos, en ciencia, en técnica, en llenarse de mundo bajo gobiernos de izquierdas. Porque las derechas realmente, además de proteger los intereses de la clase capitalista (esto siempre es lo primero), no quieren que España progrese sino todo lo contrario.

Quieren una España católica (doble dominación); una España de personas que trabajen hasta la extenuación por un salario indigno y estén lo más calladas posible; una España de toreros y bailaoras, de camareros y amas de casa; una España donde una élite viva a cuerpo de rey (incluyendo al monarca) y el resto no bajo la amenaza de la bota. Por eso les gustan a las personas de derechas las leyes represoras del cuerpo y la mente, no tanto las que impiden a los ricos hacer y deshacer a su antojo. Nunca ha sido una derecha comparable a la europea en los modos democráticos y el respeto a la alternancia en el Gobierno (salvo que estuviera controlada por ellos mismos); siguen llevando la cruz y la espada en cada una de las manos y la Constitución no es más que un instrumento que si sirve a sus intereses es perfecto y si no lo hace se obvia completamente. Por eso quieren meter en la cárcel a Sánchez, porque no soportan que pacte con Podemos (catalogarles de comunistas es excesivo pero si lo fuesen ¿qué?, al fin y al cabo el comunismo ayudó a acabar con el fascismo y por esto les gusta menos); no soportan que pueda llegar a arreglar el problema catalán y ya sin ETA no tienen a otro clavo que agarrarse para ocultar sus fechorías. Hablan de traición a “su” España, pero igual no lo es a la España que desde hace cuarenta años quieren construir la mayoría de españoles y españolas. Una nueva España que sea obra de todos y todas y no de una élite, o de una iglesia, o de un dictador. Igual no será una España imperial pero podría ser una España querida por todos porque se sienten reflejados en lo que es. A esto tienen miedo, a que las españolas y los españoles despierten de una puñetera vez.

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