Ciudadanos es ese partido que afirma sin ruborizarse que viene a regenerar y renovar el sistema político; ese partido que lucha contra los populismos que podrían causar la quiebra de España; ese partido cuya máxima es la preocupación por la mayoría de las personas; ese partido que quiere acabar con el capitalismo de amiguetes; en resumen, ese partido cuyos miembros mienten más que hablan. Porque la verdad es que son tan populistas como a los que llaman populistas, aunque a diferencia de estos últimos en la formación naranja utilizan la llamada al pueblo/España para que la clase dominante siga mandando y acumulando riquezas. Mienten día tras día cuando de conservar el poder y seguir en el machito se trata. Lo hicieron cuando quebraron Valdemoro, el único caso donde se quebró algo ya quebrado. Lo hacen cuando apoyan a Gabriel Amat en Roquetas de Mar y en la Diputación de Almería a pesar de estar cercado por la corrupción.

La última ha acontecido en Arroyomolinos, un pueblo al sur de Madrid de 30.000 habitantes, y último lugar medio decente que les queda donde gobiernan. Famoso el lugar no por alguna cuestión destacable por haber sido imputado su alcalde, de Ciudadanos, a causa de la operación Enredadera, como ha sucedido con otros cargos de su partido. La secta naranja ha conseguido mantener la alcaldía con Andrés Martínez, que se ha deshecho en elogios para Carlos Ruipérez, el ex-alcalde imputado, de quien ha dicho que es un “hombre buen y honesto”. Y esto con la aprobación de César Zafra, secretario de organización en Madrid, a quien no se le ha caído la cara de vergüenza con esas palabras.

Hasta aquí podría ser todo normal, pero los apoyos recibidos es lo que sorprende. Los independientes de PIArr no sorprende, pero los otros apoyos sí. Juan Carlos Girauta lleva años atizando a todo lo que huela a izquierdas en general y a Podemos en particular. A éstos últimos que califica, como hace su jefe, de populistas peligrosos y destructores les tiene especial tirria. Tanta como a los nacionalistas de cualquier tipo. Lo mejor de todo es que sus vómitos en redes y medios de comunicación los quiere camuflar de cierto intelectualismo que no soporta ni el pluralismo de Robert Dahl. Claro que lo peor es cuando se pone a tocar la guitarra (que alguien le diga que sí, que en su casa lo que quiera pero que no haga sufrir a los demás). A Albert Rivera tampoco se le cae de la boca el peligro de los populistas, eso sí, con menos gracia y mala leche que Girauta. Pues estos dos señores han dado el visto bueno a que ¡¡¡los populistas de Arroyomolinos!!! les apoyen. Sí. Tal y como lo leen.

Ciudadanos tiene la alcaldía porque dos de los tres concejales de Arroyomolinos sí puede (la dirección regional de Podemos no les reconoce en sí) les han votado. Al igual que lo han hecho los dos tránsfugas del PSOE y el ex-concejal investigado de la formación naranja Juan José González. Los que venían a regenerar la política ahora se juntan con presuntos corruptos y populistas peligrosos para mantenerse en el poder a toda costa. Les da igual la cuestión ética, nunca la han tenido. Girauta ha pasado por todos los partidos políticos para ver donde le reían sus gracias y sus ideas peregrinas, cercanas al pensamiento de Federico Jiménez Losantos, que es su gran influencia. ¿Qué ética puede predicar?

Rivera y Girauta los dos grandes artífices del populismo sistémico en España, esas personas que buscan dividir y extender el odio, que ejercen el cuñadismo a todas horas, que son los títeres del establishment, se juntan con corruptos y populistas. ¿Esta es la regeneración que venían a aplicar en España? Pues se parece mucho a la del bipartidismo. Y todo ello porque ven que se quedan sin espacio electoral ante la llegada de Pablo Casado a la dirección del PP y la subida al gobierno de Pedro Sánchez. Eso sí que es una pinza a Ciudadanos, ese partido que carece de ética, de valores y de ideología. Sólo están en política para servirse ellos y ellas y a sus jefes en el Ibex-35. Por ello no les importa juntarse con corruptos y populistas, porque el poder lo necesitan. Y queda en el aire algo que Alfonso Serrano se ha preguntado, ¿qué oscuros intereses habrá detrás para ese acuerdo contra natura?

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