¡Moción de censura! No dan los números. ¡Moción de censura! Es que igual no se gana. ¡Moción de censura! Es que igual la apoyan los secesionistas. ¡Moción de censura! Es que Podemos no apoyó la otra vez. ¡Moción de censura! Resuena una y otra vez en la cabeza de Pedro Sánchez, de buena parte de su Ejecutiva y en las bases del PSOE. El secretario general de los socialdemócratas de España se debate en un mar de dudas mayor al habitual. Por ello ha convocado a su Ejecutiva hoy mismo tras conocerse la sentencia del caso Gurtel, que se une la detención de Eduardo Zaplana y sus compinches, al caso Cifuentes, al caso Púnica, al caso Lezo, al caso Aquamed y así hasta olvidar los nombres. Pero la sentencia de Gurtel habla claramente de la existencia de una caja B para financiar al PP, habla de los sobresueldos dados a los altos dirigentes del PP, habla de corrupción al final. Bien es cierto que el peso de la carga debería recaer en Ciudadanos que son los que tienen un acuerdo de gobierno con el PP, pero no se les puede pedir que hagan algo que no está en su ser, dejar de apoyar a otro partido de derechas.

Por tanto, le toca al PSOE, como primer partido de la oposición, tomar la iniciativa en algún sentido frente a un PP que no ha sido (y sigue siendo) más que una banda para el saqueo de fondos públicos. No es capitalismo de amiguetes, sino saqueo entre amiguetes. Un sistema de corrupción perpetuado a lo largo del tiempo y que sigue al frente del gobierno. Cada vez que no se sube una pensión es por culpa del saqueo. Cada vez que no se contrata una profesora o un médico necesario es por culpa del saqueo. Cada vez que hay que recortar es por culpa del saqueo. Cada vez que hay que salvar a la banca es por culpa del saqueo, u otra forma de saqueo.

Por si esto no fuese suficiente para tomar la decisión, queremos explicarle una serie de motivos que deberían impulsar al señor Sánchez a tomar la decisión de presentar una moción de censura al gobierno del PP. Y no porque se lo pida el dirigente de Podemos, Pablo Iglesias, o el de IU, Alberto Garzón. Debe olvidar estas peticiones, las cuales le sitúan al frente del bloque de izquierdas (algo que no tenía reconocido anteriormente), y centrarse en lo que interesa a España, primero, y al partido, después. Motivos y argumentos más que suficientes para dar el paso.

Primero. El primer motivo es el más evidente, dar cumplimiento a la palabra dada a la militancia durante las primarias. El hoy secretario general se agarró al “No es no” y a la moción de censura para vencer a sus competidores. Ya que critica a Iglesias por “decir una cosa y hacer otra”, no estaría mal que él se aplicase el mismo rasero que exige a los demás. Las mismas condiciones que había hace un año, cuando lo prometió, existen hoy. Las mismas. Ni una más, ni una menos. Por tanto, o mintió, o debe cumplir con la palabra dada (ahora que quiere que todo el mundo “acate” promesas).

Segundo. Tiene la oportunidad de presentar con todo el foco mediático su proyecto para España. Al menos ese que dice tener aunque hoy diga A y mañana B. Por fin tendría la posibilidad de e qu expresar qué quiere para España como dirigente máximo del PSOE. La España plural, federal, social y el giro hacia la izquierda prometido, el cual parece diluirse al mismo ritmo que sus asesores y arúspices le dicen que sea más nacionalista que nadie, recuperando el discurso susanista. La moción le da la oportunidad de negar esa evidencia.

Tercero. A lo largo de la historia ha habido derrotas en batallas que han supuesto una victoria posterior en la guerra (como el paso de las Termopilas, o la moción de Felipe González en 1981). La moción de censura hoy y presentada por el PSOE tiene un alto impacto simbólico para ganar a gran parte de la sociedad. Sirve para ver si el secretario general sirve o no, si puede ser o no el próximo presidente del gobierno socialdemócrata. Ahora bien, si duda, o tiene miedo a la derrota o a no saber manejarse en la moción, que dimita hoy mismo y se vaya a su casa a contar nubes con aquel. La victoria simbólica la tendrá con una buena presentación (y una buena censura), lo que le permitirá dejar claro a los ciudadanos de izquierdas que el PSOE es la primera fuerza de esa izquierda. Y al resto de ciudadanos les demostrará que el PSOE no sostiene la corrupción como hace el partido naranja.

Cuarto. La moción sirve para enfrentarse a Albert Rivera, el elegido del establishment y el futuro de la derecha española. Y la confrontación con el máximo representante del cuñadismo nacionalista supone otra batalla simbólica. En principio, y tomando como referencia las resoluciones del 39° Congreso, supondría enfrentar al neoliberalismo nacionalista y populista. Otro modelo de sociedad. Una sociedad plural y dialogante; un Estado federal y respetuoso de las identidades (bajo las normas de juego que se decidan); una sociedad guiada bajo parámetros socialdemócratas y republicanistas de justicia; y una sociedad que pretende una distribución de la riqueza entre todas las personas que contribuyen con su trabajo a esa riqueza. Si se aparta de esas resoluciones podría quedar derrotado para siempre lógicamente. Si quiere debatir con Rivera sobre lo mismo y que se decida por matices, el establishment ya ha elegido antes de la moción a su favorito. Llega Sánchez II para ganarse su favor.

Quinto. Como la derrota no es importante en este caso, retratará a las demás fuerzas políticas. Se evita así la estúpida propuesta de las baronías sobre el apoyo de los secesionistas. Si apoyan o no es problema de los secesionistas. Sánchez no tiene por qué pedirles apoyo. Y debe tener claro que la autonomía de las demás fuerzas políticas es eso autonomía, no como pretendía Susana Díaz y demás dirigentes tan “inteligentes” que no valía si le apoyaban, así no les pidiese el voto. Diálogo sí, negociación no mientras no acepten el marco constitucional. No presentar la moción por si votan los secesionistas es de una inteligencia como el del que asó la manteca… Los secesionistas que hagan lo que quieran, el PSOE debería centrarse en lo que va a presentar, que entre otras cosas es una solución del problema catalán que no pase por una “comisión”.

Sexto. Algo que aún no ha valorado suficientemente Sánchez es que, por mucho que sea él secretario general, todavía no ha hecho nada para acabar con la ignominiosa abstención del PSOE. Si Rajoy es hoy presidente del Gobierno no sólo lo es por el apoyo de Ciudadanos, sino por la abstención de la mayoría de diputados y diputadas del PSOE, entre ellas la actual vicesecretaria general, Adriana Lastra. Una vez que es nombrado entre todos ya no hay forma de echarle salvo con una moción de censura o que su partido le eche (algo que no verán porque están todos tan manchados como Rajoy). Así que de nada sirve atacar a Rivera con tuits (que le deben hacer mucho daño, sí) pues tiene el poder de los medios de comunicación. Hay que provocar que voten, como pasó en Madrid con Ángel Gabilondo (que salió reforzado), para tapar la abstención ignominiosa.

Séptimo. Lo decidirán las bases. No sólo hay motivos éticos y políticos, sino también democráticos hacia el interior del PSOE. Tal y como recogen los estatutos, deberán ser las bases socialdemócratas las que decidan, en última instancia, si hay o no moción de censura. Por tanto, pase lo que pase, será una decisión de la mayoría del partido y no de la dirección del mismo. ¿No venían a regenerar y democratizar el PSOE? Pues mejor oportunidad no van a tener. Con la adenda de dejar sin argumentos a ciertas baronías regionales.

Aquí tiene, resumidos, señor Sánchez siete motivos para presentar una moción de censura, a los que se podrían añadir otros no menores como la posibilidad de solventar el tema catalán; avanzar en la reforma de la constitución; obtener durante algún tiempo el foco mediático o intervenir en el parlamento y bregarse con los demás dirigentes políticos. Tiene la oportunidad que estaba esperando porque, siguiendo a Alain Badiou, el acontecimiento genera sus propias lógicas y sus sujetos de transformación. Hoy existe la oportunidad que reclama la sociedad española hastiada de un partido corrupto, podrido y ladrón. Así que si en la reunión de la ejecutiva federal de hoy no salen con una moción de censura bajo el brazo, ¡Adiós oportunidad, adiós! Al minuto siguiente comenzará la pasokización del PSOE.

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