Los detractores del papa Francisco, que cada día que pasa aumentan, le califican de sorosiano por su afinidad con la Agenda 2030 y demás cuestiones culturales de los globalistas (aquí no se puede distinguir entre progres o liberales porque son todo lo mismo en realidad). Un calificativo despectivo como otro cualquiera sino fuese porque la mano de George Soros comienza a vislumbrarse en algunos aspecto del Sínodo de la Sinodalidad que ha lanzado el Sumo Pontífice para la reestructuración de la Iglesia católica. También el potente y global lobby gay (con sus vínculos sorosianos) se vislumbra en lontananza. ¿Acabarán por derrumbar a la Iglesia católica?

¿Para qué propuso el Sínodo de la Sinodalidad Francisco I? Según sus palabras para reformar la Iglesia, sin necesidad de un Concilio, porque hay que adaptar la dos milenaria Iglesia a los tiempos actuales. Una Iglesia de misión, fuera de las estructuras orgánicas y que se lance a evangelizar y amar a todo el mundo (como describe en su penúltimo libro que se reseñó aquí). El propósito de modernizar la Iglesia es loable, más si queriendo hacerle caso al pontífice, es un desarrollo de aspectos que quedaron congelados en el Concilio Vaticano II. Y decimos que si se le hace caso porque, como bien cuentan las fuentes vaticanistas, suele decir a cada cual lo que quiere escuchar y hacer lo que le viene en gana aunque sea completamente contradictorio. Como ya se analizó, al igual que otros populistas, las contradicciones no son un problema.

La Iglesia no es un Estado

Decía el profesor Dalmacio Negro que la Iglesia no podía volverse/ser Estado (ni organización para estatal, cabría añadir) pues sería su más grave error y un seguro camino a la decadencia total. En este sentido, ya que la curia vaticana y episcopal de muchos países han trasladado a la Iglesia algo completamente diferente a lo que Jesús estableció, no es mala la idea de transformar las estructuras para dotarlas de mayor dinamismo y que sean más ekklesía (asamblea) con participación de todo el cuerpo de la Iglesia. En eso hasta bastantes tradicionalistas pueden estar de acuerdo. El problema es que Francisco, consciente o inconscientemente, ha quitado la anilla a la granada (la santa granada de Antioquia parece) y así ocurre que le ha explotado encima.

Especialmente desde dos países: Alemania y EEUU. El sínodo alemán está dando quebraderos de cabeza al pontífice, tanto como el estadounidense, por las propuestas, a veces extravagantes, que proponen. Lo último generar una sinodalidad alemana medio asamblearia à la 68, decirles que le parece bien de boquilla, mandar a tres cardenales vaticanos para que les nieguen con una carta y, posteriormente, hacer como que él ni ha dicho, ni ha mandado. Lo que realmente está levantando ampollas en medio mundo son las pretensiones de la pérdida del celibato de los sacerdotes (en general, porque existen algunas licencias según los casos y las regiones donde suceda) y la inclusión del mundo gay/transgenerista.

Feminismo

La posición de la mujer, aun levantando ampollas, está siendo más llevadera, sólo hay que leer el resumen del Sínodo español realizado por la Conferencia Episcopal. Una mayor participación que sea consecuente con la participación de la mujer en la vida comunitaria de la Iglesia. No sólo las monjas sino muchísimas laicas que son excluidas, en muchas ocasiones, por el hecho de ser mujeres. Aquí hay que distinguir lo feminista clásico, por así decir, y el feminismo generista. Lo clásico cada vez está más asentado dentro de la Iglesia. Por ejemplo, la Asociación de Teólogas Españolas, algunos estudios del IFES granadino e, incluso, lo que vienen defendiendo, surgidas muchas de las Comunidades de Base, La Revuelta de las mujeres en la Iglesia.

Son muchas las mujeres católicas que hablan e investigan sobre desde una perspectiva feminista, lo que es bueno y a nadie asusta, pero la mano de George Soros (Open Democracy) y los medios de comunicación asociados se han “encariñado” con La Revuelta. Entrevistas en la web del monstruo de tres cabezas, en el ámbito de La Sexta-Roures-Banco Santander-Eldiario… Algo extraño, y seguramente no buscado por las pocas participantes del movimiento. ¿Por qué? No es por una cuestión de reivindicar la ordenación de sacerdotisas (algo que seguramente caerá por su propio peso), o no sólo, sino que tiene que haber algo más en esas intenciones. Tampoco parece que sea por una verdadera y honrada lucha por la igualdad real (piensen que estos mismos apoyan los vientres de alquiler). No cabe duda de que algo traman y no bueno precisamente.

El feminismo clásico siempre ha sido muy gradualista: ir conquista tras conquista y asentarla, pero hay ciertos núcleos que llegan a poner en cuestión hasta el aborto. Y es precisamente a esos núcleos a los que vienen apoyando desde la Casa Soros.  Supone abrir la puerta al generismo (lo queer) lo que supondría una desconstrucción de las escrituras, no una exégesis, y hacer un evangelio acomodaticio a los colectivos identitarios. Y para ello utilizarán a quienes se dejen utilizar porque la Iglesia católica, con su carácter universal, es un impedimento para imponer como ideología dominante el globalismo.

El lobby gay

De ahí que se insista constantemente en la incorporación de los gays (es curioso cómo se oculta en demasiadas ocasiones a las lesbianas) a la vida católica sin que el pecado sea doctrinal. Incluso, como ha sucedido en la Iglesia anglicana, no verían con malos ojos, algunos, la ordenación de bisexuales o personas sin género definido. Ya en Amoris Laetitia, Francisco avanzó que había que relajar un tanto el exceso de señalar pecadores porque había personas que, sin ellas quererlo, se veían arrastrados a situaciones no queridas (como los divorciados a la fuerza que permiten la mayoría de legislaciones occidentales). Francisco dijo que ser homosexual no era delito pero que tener relaciones sí era pecado.

¿Pregúntense una cosa? Realmente la homosexualidad o el lesbianismo (así como cualquier parafilia) son cuestiones personales. Si usted, siendo gay, va a misa (no en su barrio, por ejemplo) ¿quién sabe que tiene esa apetencia sexual? Nadie. Podría comulgar o lo que desease sin más problema que la propia conciencia. Entonces ¿qué significa incorporar lo homosexual en la Iglesia? Las Escrituras dicen que es pecaminoso, no el ser sino la práctica, ¿se quiere derrumbar la doctrina en este y otros aspectos? Parece ser que sí.

El globalismo al asalto

Lo curioso es que con tanto revuelo a nadie se le ha ocurrido investigar cuántos homosexuales y lesbianas son cristianos practicantes. Igual hay sorpresas o igual se desmonta el chiringuito del lobby gay global. Una cosa, como dan a entender desde distintas fracciones de la Iglesia, es que no se hagan procesos inquisitoriales contra el colectivo y otra que se mande la doctrina y las Escrituras a la basura. Esto es como si a un liberal libertario se le obligase a aceptar, sin más, como algo natural, las tesis del Gramsci comunista (pues hubo un Gramsci liberal), o al contrario.

La apertura del Sínodo de la sinodalidad ha desatado la guerra interna en el seno de la Iglesia, posibilitando la infiltración de organizaciones y doctrinas completamente contrarias a lo que las Escrituras dicen. El intento de adaptar la dos-milenaria organización al entorno parece que será utilizada por las fuerzas malignas (las que están tratando de acabar con la propia sociedad occidental). Si hubiesen estudiado a Niklas Luhmann, gran teórico de la Teoría de Sistemas, habrían sabido que acaba afectando al propio subsistema y complica la autopóiesis.

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