El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, ha declarado que «Hay algunos que quieren ser padres, no abuelos, y no pueden esperar más de 10 años para adoptar». Unas palabras por las que defiende la regularización legal de la maternidad subrogada en España.

Ciudadanos es un partido de ideología liberal, es decir, que defiende el libre mercado, lo que implica que cualquier cosa es susceptible de convertirse en negocio. Incluso la vida humana.

En este sentido, el propio Albert Rivera ha anunciado que el próximo martes presentará en el Congreso de los Diputados una ley de gestación subrogada garantista y altruista. El proyecto del partido naranja permitirá la solicitud para ser padres los ciudadanos españoles o extranjeros residentes en España. Las mujeres gestantes tendrán que ser mayores de 25 años y no recibirán ningún tipo de remuneración.

Hay que ser claros en este asunto, no hay que quedarse en medias palabras o interpretaciones sesgadas. O se está a favor del respeto a los derechos de la mujer y a los derechos humanos o se está a favor de la mercantilización del cuerpo de las mujeres y de la compra de seres humanos. Albert Rivera y muchos otros están a favor de regular una actividad similar a la esclavitud que fue abolida en España en el año 1870, porque, por mucho que se quiera asegurar que las mujeres gestantes no recibirán remuneración alguna, el hecho de utilizar el cuerpo de una mujer para concebir un hijo destinado a otra pareja es, además de cruel, es un modo de esclavitud.

Las palabras de Rivera son un manifiesto de quienes defienden que se pueda contratar a una mujer para quedarse embarazada y tener un hijo que luego no será suyo porque ya ha habido alguien que ha redactado un contrato que se lo impide. No se puede ser más cruel: pagar por separar a una madre de su hijo. Los argumentos de los defensores de la maternidad subrogada dicen que es el único medio por el que las parejas o matrimonios españoles pueden acceder a la progenie porque los canales de adopción están prácticamente vedados debido a la ruptura de acuerdos internacionales o a las trabas que ponen ciertos países a, por ejemplo, permitir la adopción para las parejas gays.

Hay un concepto que tira por tierra este argumento. Ser padres no es un derecho recogido por ninguna convención internacional ni por ninguna Constitución democrática. La paternidad/maternidad es una elección, un deseo. Es cierto que las elecciones personales pueden convertirse en derechos, tal y como ocurre con el derecho de la mujer a elegir sobre su maternidad. Pero esta elección se circunscribe al ámbito de la persona, no incluye terceros ni, por supuesto, lleva consigo un acuerdo comercial. En la gestación subrogada se quiere anteponer un deseo o una elección a la libertad de la mujer y a sus derechos.

Los defensores como Rivera enseguida ponen encima de la mesa un nombre: California. La realidad, sin embargo, demuestra que la gestación subrogada está creando redes de tráfico de vientres que no son tan idílicas. Hay países donde se han abierto centros, granjas, donde las mujeres son recluidas para quedarse embarazadas, una vez, y otra, y otra, y otra… mujeres que no tienen la libertad de elegir si quieren o no quieren ser madres, mujeres que son tratadas como verdaderas esclavas. La India es el mejor ejemplo de ello. De las mujeres que están recluidas ahí, mueren un 2% durante el embarazo o en el parto. Si esto ocurre, los padres que han comprado el cuerpo de un ser humano tienen derecho a elegir otro vientre. Una especie de indemnización. En estas granjas nos encontramos con que muchas de esas mujeres están casadas y que sus maridos dejan de trabajar porque tienen el negocio en el útero de su esposa. Esto es lo que defienden Rivera y todos aquellos que son favorables a la gestación subrogada.

También suelen utilizar otra palabra: «altruismo». Jamás puede haber altruismo si hay una recompensa económica de por medio, si hay un trato mercantil, un contrato y unas cláusulas de obligado cumplimiento.

La realidad es que la gestación subrogada es una actividad muy cercana a la esclavitud porque se compran seres humanos. Por tanto, los defensores de la misma están defendiendo una tipología de trata.

En el pasado 39 Congreso Federal del Partido Socialista Obrero Español se incluyó una moción para ser debatida y votada por la que se defendía la regulación de la maternidad subrogada porque, según palabras de la socialista vasca Rafaela Romero, «la regulación de los vientres de alquiler no va en contra de los derechos de la mujer y que no regular esta actividad sería ir en contra de la evolución». El PSOE fue coherente con sus convicciones progresistas y de defensa de los derechos humanos y de la mujer y rechazó mayoritariamente esta propuesta. El propio Pedro Sánchez está en contra de la comercialización del cuerpo de la mujer.

La mercantilización del cuerpo de la mujer, además, acerca peligrosamente a la gestación subrogada a la prostitución. El fin es el mismo: utilizar a la mujer y a su cuerpo para satisfacer un deseo insatisfecho.

El nicho de negocio está ahí, esperando para ser explotado y, por eso, Albert Rivera está defendiendo algo que es indefendible.

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