Fuente: Instragram Irene Montero

Si hay algo que debe ser insoportable es escuchar cantar, guitarra en mano, a Pablo Iglesias. El amor lo puede todo e Irene Montero estaría encantada. Al subir una fotografía a la red Instagram, la pareja de Galapagar no sabía la que se iba a liar por culpa de los bulos que gustan lanzar algunos. Porque una cosa es que algún tuitero o cachondo mental suelte la broma, que tendría el recorrido que tendría, a que políticos y pseudoperiodistas se lancen a mentir sobre una posible raya de cocaína en la mesa de los políticos podemitas.

Lo curioso es que toda esta gente de derechas parece que sabe perfectamente cómo es una raya de cocaína. Cuando observé la imagen, que circuló bastante con letras de canciones del tipo Guantanamera, en lo que me fijé fue en la guitarra que llevaba Iglesias, la posición de las manos y la postura al cogerla… Sin duda, tras más de treinta años tocando la guitarra, una especie de deformación profesional. Y no le veo estilo al chaval. Otras personas se habrán fijado en la ropa, en lo cuqui que es el rinconcito, en lo poco clase trabajadora que es la imagen o cualquier tipo de fetichismo que se les ocurra. ¡Ay! Pero la derecha fue rápida a lo que fue.

Muy de aplicar códigos morales a los demás que ellos mismos dicen negar en virtud de una libertad muy libertaria, resulta que son los primeros que se fijan en una posible raya de cocaína (resulta que era un adorno del bolso –un bolso bastante hortera con la inscripción mi regla es mía, que parece la nueva obsesión de la ministra o algún tipo de fetiche de la pareja, lo mismo da–). Mucho han de conocer las rayas de cocaína para saber distinguir con tanta celeridad, en una parte pequeña de una foto, una posible “loncha”. De hecho, como a mí me pasó con la guitarra, debe ser algún tipo de deformación profesional, o un conocimiento por el uso frecuente de este tipo de estupefacientes.

Lo peor de todo, como adelanté arriba, es que estos tipejos, de derechas todos ellos, son los principales moralistas y canceladores del país (sí existe la cancelación de derechas aunque no lo crean). A todo le buscan algún tipo de moralina para aplicar tan sólo a las personas de izquierdas. Ellos y ellas, porque también hay ellas, señalan y no paran a los contrarios erigiendo una ética que dejan de aplicar si son de los suyos. Nada nuevo que no se vea también en los periódicos de derechas (¿alguna vez sacaron los costos de tener al padre de Rajoy viviendo y siendo cuidado en Moncloa con equipo médico y todo?).

La libertad de meterse una raya de coca parece que sólo es para algunos, los que conocen perfectamente cómo es y lo reconocen en redes sociales, mientras, Pablo e Irene no pueden. La verdad es que la pareja de Galapagar tiene más pinta de porretes o setas, pero según la moral de estas gentes, si quisiesen meterse una raya también podrían ¿o no? Un bulo más de los de siempre (en la izquierda también hay una buena tropa de buleros) que, al final, les deja como la escoria de personas que son. Normal que alguno sea reconocido como El condenas. Sánchez Dragó, que falleció ayer, no hubiese sido tan tiquismiquis.

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