Fuente: PSOE/Eva Ercolanese

En una campaña corta y con una alta aleatoriedad como la que se está viviendo, tener un mal día puede significar la pérdida de un gran número de votos. Si todo transcurre de forma normal y como está previsto nadie duda que el PSOE logrará vencer el próximo domingo con suficiencia respecto a los demás competidores. Otra cuestión serán los pactos a realizar el día después, pero a día de hoy es claro que Pedro Sánchez deberá ser el encargado de formar Gobierno. Sin embargo, el día de hoy es clave para que ese gran porcentaje de indecisos (cerca de un 39% de los que acudirán a votar). Hoy se juega gran parte de su futuro el secretario general del PSOE porque de darse dos acontecimientos podrían cambiar las cosas y verse con el agua al cuello. Por suerte no será nada como lo acontecido aquel 11 de marzo, pero una concatenación de errores podrían poner en peligro esa victoria de los socialdemócratas.

Lo primero es la visita de Felipe de Borbón y familia a la entrega de unos premios muy monárquicos en Barcelona. Desde Moncloa se han asegurado de tomar la ciudad para que no haya altercado alguno por parte de los grupos violentos. “Toda precaución es poca” confiesan fuentes de Moncloa conscientes de que una simple algarada por parte de esos grupos será elevada a la enésima potencia por parte de las derechas y sus jefes mediáticos.  Dirán, como claman los fascistas, que se quiere acabar con la monarquía como los bolcheviques hicieron con el zar y cosas del estilo, pues tampoco es que sean muy inteligentes con las comparaciones. Saldrá la prensa más conservadora a hacer acontecimiento de lo que es anécdota. Los dirigentes de las derechas utilizarán esa exageración para lanzarse a la yugular de Sánchez y no habrá otro tema durante la campaña.

¿Desgastaría esto al candidato del PSOE? Pues considerando lo borbónicos que son en su mayoría los españoles, seguramente. Tanto programa alabando las virtudes inexistentes de esta familia ha creado un caldo de cultivo propicio incluso entre personas de izquierdas. A ello hay que sumar el debate por la noche entre los cinco candidatos. Imagen a Casado, Abascal o Rivera con el monotema de lo que suceda en Cataluña. Sacando todas las vísceras y poniéndolas sobre el atril para atacar a Sánchez, su impericia y su falta de mano dura con los independentistas. Si ya están hablando de que está siendo melindres con los catalanes, imagínense lo que podría ser ese debate de todos contra Sánchez y unas imágenes pervertidas tan cercanas en el tiempo. De primeras no se crean ni la mitad de lo que les cuenten hoy sobre el tema.

El debate de “todos contra Sánchez”, o al menos así deberían haberlo titulado, es el otro escollo que le queda al candidato del PSOE para vencer sin problemas en las elecciones del día 10. No es Sánchez una persona especialmente dotada para este tipo de acciones políticas. Siendo sinceros no ha ganado uno jamás, ni los de las primarias del PSOE. Ha mejorado al respecto en los últimos tiempos pero la brusquedad que se va a encontrar esta noche no es la misma de otras ocasiones. Si no se sale del guión que le preparen sus asesores y no entra en peleas innecesarias mostrando firmeza saldrá bien librado. El problema es que van a ser de tal tamaño los ataques, desde la derecha y la izquierda, que mantener la templanza será complicado. Igual que aguantarse no contestar a unos y otros. Como se vio en el debate de portavoces parlamentarios, contestar a todos es improductivo porque se gasta el tiempo necesario para presentar el programa. Y Sánchez, como viene haciendo en campaña, debe centrarse en las propuestas que lleva a estas elecciones y dejarse de batallas infecundas.

Casado y Rivera le buscarán por la parte económica (olvidando que se gobierna con los presupuestos del PP) y la identitaria. Abascal hará uso de su demagogia y desde Franco hasta los “miserables extranjeros” sacará todo el armamento racista y fascista (mejor ignorarle en todo momento). Iglesias ya se sabe que le dirá que siempre prefiere pactar con la derecha (ahí será bueno recordarle que no quiso los ministerios y una vicepresidencia para su pareja como imposición, en el momento justo, cuando le haga daño), que es un rehén de los poderosos y bla, bla, bla. Un debate duro y con la intención de hacer toda la sangre que se pueda del que salir vivo será casi una victoria. Un debate sangriento que el candidato del PSOE deberá manejar sin dar pie quedar mal. Así le saquen cosas de su tesis plagiada, de sus viajes en el Falcon, de sus golpes a los CDR o cualquier otra cuestión que pueda hacer daño a su imagen. Si cae en el error de, paradójicamente, debatir y entrar al trapo podría perder esos votos necesarios para vencer con comodidad. Deberá manear él sus tiempos y que no se los manejen sin salirse del guión que le hayan establecido. Y si parece soso mejor. Y si parece sin cuajo, mejor. Todo menos parecer incapaz porque, a diferencia de los demás candidatos, él es presidente y eso da un voto institucional. Mejor dejar la demagogia para los demás. Y si le llama fascista a Abascal tampoco vendría mal, que al fin y al cabo tiene que elevar la moral de los suyos.

Hoy es el día clave para Sánchez. El resto de la campaña es para recoger frutos pero hoy podría perder el cesto de la recogida. Si no sucede nada extraño y aguanta la presión del debate tendrá todo ganado. Si no lo hace perderá lo ganado en este tiempo de gobierno. Un día malo, pero un día clave, puede pesar en toda la campaña. La historia de los debates electorales está plagada de días así que cuando un candidato aparecía como el ganador claro, tras una mala impresión acaba hundido y derrotado. Le pasó a Aznar en 1993 cuando, tras un buen primer debate, se creyó el vencedor frente a un González que se preparó el segundo a conciencia y le dejó tres años más sin posibilidad de gobernar. Mañana debe evitar caer en la trampa del debate de “todos contra Sánchez”. Con dar imagen presidencial y no parecer un cabra loca le bastará y vencerá el día 10.

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